— Te encantará, estoy seguro. — Carlos sonrió, tomando la mano del menor, arrastrándolo con el.
Era su ultima noche en Jalisco, ya habían ido a la playa en Puerto Vallarta, habían ido a plazas, mercados y miradores, también habían ido a escuchar a los mariachis e incluso habían comprado artesanías, habían visitado todo lo que habían podido, si parar en esos 4 días y aunque Charles estaba agotado físicamente, mentalmente se regocijaba de emoción, estaba feliz, como nunca antes lo había estado.
Aunque si se lo pensaba mejor, felicidad era lo que abundaba en él, cuando Carlos estaba cerca.
— Supongo que si. — sonrió el menor, dejándose llevar.
Claramente no estaba preparado para lo que vio al entrar en ese lugar, era increíble y se veía completamente divertido.
Habían luces por todos lados, música, ruido, comida, algunas tiendas improvisadas, mesas de futbolito y muchos juegos más, estaba encantado.
— Y así es como se ve una tradicional feria de México. — sonrió Carlos, para despues señalar una carpa al fondo. — Eso de allá me dijeron que es un palenque.
— ¿Palenque? — preguntó el ojiverde curioso.
— Si hay artistas, jaripeo y esas cosas. — Charles lo miraba atentamente, sin comprender a que se refería, pero aun así asintió, no queriendo parecer un tonto. — ¿Y? ¿Que quieres probar primero?
— ¿Yo? ¿No prefieres elegir tu? — preguntó tímido. — Nunca he estado en un lugar como este, yo no se...
— Solo elige cualquier cosa ángel, vinimos solo a divertirnos, sin importar el orden. — sonrió y el monegasco observó todo a su alrededor. — ¿Y si recorremos todo y después decidimos?
— Si eso quieres. — asintió, tomando su mano, con la misma confianza que lo venia haciendo todos los dias anteriores y comenzando a caminar.
Los ojos de Charles brillaban al ver cada cosa nueva, se sentía abrumado con tantas luces y ruidos, pero le encantaba todo ahí, era tan mágico como increíble, aun no sabía como definirlo en realidad.
Carlos notó la indecisión en el rostro del menor, quien no sabia que hacer, así que optó, solo por esa ocasión, por decidir el que hacer.
— Ven aquí, ¿sabes jugar futbolito? — preguntó sonriendo, recibiendo una negativa. — Bueno, hoy vas a aprender.
Tomó una pequeña cubeta con pequeñas pelotas, pagandolas y llevándolas hasta la mesa, explicandole con paciencia al menor como jugar.
La primera ronda la ganó Carlos 12 a 8, la segunda empataron a 10 y en la tercera Charles fue victorioso, con un difícil marcador de 11 a 9, ganando apenas por la ventaja mínima.
— Ven, probemos otra cosa. — sonrió Carlos, llevándolo hasta uno de los pequeños restaurantes improvisados. — ¿Que se te antoja?
— ¿Que son nachos? — preguntó curioso, mientras Carlos explicaba y pedían unos, junto a una bebida de nombre extraño.
— Tenga güerito, sus nachos y su miche. — el vendedor sonrió. — ¿Usted no es de por aquí verdad?
Charles negó, mientras Carlos reía por la cara de confusión del menor y entablaba una conversación con el vendedor, para después pagar y agradecer, alejándose de ahí.
— ¿Quieres probar? — preguntó el menor, ofreciéndole de sus botanas. — La bebida sabe algo extraño, tiene alcohol creo...
— Cerveza. — asintió riendo. — Ven, aun tenemos mucho por ver ángel.
•~•~
La media noche había llegado con Charles y Carlos riendo escandalosamente mientras chocaban con sus carritos.
Ya habían subido a la mayoría de los juegos, Carlos incluso había disparado con el rifle de balines para conseguir un peluche para Charles, aunque había intentado 4 veces antes de lograrlo.
— Creo que ya es momento para intentar algo mas extremo. — Carlos rio, ayudándolo a bajar del juego, señalándole el que estaba frente a ellos.
— ¿Que es eso? — rio el ojiverde.
— Un toro mecánico. — respondió. — Vas primero o lo hago yo.
— Tu primero. — tomó su mano, llegando hasta el juego, esta vez logrando adelantarse a Carlos y pagando el.
Al principio fue fácil para el español sostenerse, incluso alardeó un poco, hasta que gradualmente fue subiendo de intensidad, 1, 2, 3 y 4, esos fueron los segundos que Carlos aguantó sobre el toro, 4 reparos, antes de caer sobre el inflable, escuchando la escandalosa risa del menor de nuevo.
— Lo hiciste bien. — animó, aun riéndose.
— Ya quiero verte intentandolo. — entrecerró los ojos el mayor, riendo también.
Charles subió al juego y ocurrió lo mismo que con el español, aguantó toda la primer parte del juego, hasta que llegaron los reparos fuertes y justo en el quinto, cayó del toro.
— Te he ganado. — rio el monegasco. — Soy excelente montando.
Carlos sobrepensó demasiado esa última frase, sintiéndose incomodamente avergonzado, ¿que? ¿Acaso era un chiquillo hormonal? Charles solo había hecho un comentario inocente, no había nada que sobrepensar ahí.
— ¿Que pasa? — el menor lo sacó de sus pensamientos, logrando por primera vez causarle un fuerte sonrojo por sentirse descubierto en el rumbo de sus pensamientos.
— Nada. — negó sonriendo. — ¿Que quieres hacer ahora?
— La rueda de la fortuna. — señaló, jalandolo hacia el lugar.
— Entonces eso será. — sonrió, siguiéndolo hasta la corta fila.
La sonrisa en el rostro de Charles era imborrable, unica, arrasadora y encantadoramente hermosa a los ojos de Carlos, era tan especial como radiante, fácilmente podía iluminar cualquier sitio lleno de oscuridad.
Y sus ojos, esos boscosos ojos verdes estaban tan brillantes, tan vivaces, tan llenos de luz, que cuando se vió reflejado en ellos, su interior se removió, haciéndolo sonreír también.
— Siento que estoy tan cerca del cielo. — sonrió el menor, mirandolo a los ojos. — Siento que puedo tocar las estrellas con mis manos.
Carlos estaba embelesado con su belleza, solo mirándolo fijamente, mientras el monegasco sonreía.
— Gracias por traerme aquí Carlos. — sonrió, sintiendo la mano del mayor subir lentamente hasta posarse en su rostro.
— Soy yo quien debe agradecerte, tu has venido a iluminar mi vida Charles. — le sonrió. — Tu llegaste como una brisa fresca, pero tan arrebatadoramente destructivo, destrozaste todo lo que creía, para hacerme fiel a una sola creencia, tu.
— Carlos...
— Voy a besarte de nuevo Charles y si tu lo permites, quiero seguir besándote por lo que me resta de vida. — sonrió, acercándose lentamente a sus labios, besándolo con absoluta paciencia, con delicadeza, con adoración.
Porque era así su amor por Charles, era fuerte, pero delicado, estaba lleno de paciencia, pero sobretodo, de adoración, adoraba al monegasco como si de una religión se tratase, lo amaba como amaba la vida y algo dentro de si mismo le decía que podía ser correspondido, que ya lo era en ese instante.
Pues ahí, besando a Charles en la cima de la rueda de la fortuna, con el cielo como techo y la luna de testigo, con las estrellas arropandolos y la brisa acompañándolos, ahí comprendió cuan grande y puro era su amor.
¡Gracias por leer!❤
Los amo, besos ✨
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Ágape ||• Charlos •||
FanfictionEn la cultura griega antigua, la palabra ágape expresa el amor incondicional. Es un amor que tiene como prioridad el bienestar de los demás, es decir, supone aceptar al otro indistintamente de sus imperfecciones. Ágape es un amor profundo y generoso...