29. Enseñame como es el amor.

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La madrugada se hizo presente justo cuando dos hombres entraban en la suite, besandose sin parar, sin poder quitarse las manos de encima.

Tropezaron un par de veces hasta llegar a la habitación, en donde Charles cayó encima de Carlos, logrando arrancarles una carcajada a ambos, antes de seguir en lo suyo.

— Charles, espera angel. — el español detuvo sus besos, respirando pesadamente, tratando de regular sus emociones. — ¿Estas seguro que quieres esto? Porque si no estas listo yo... No voy a presionarte ni a forzarte a nada.

— Estoy seguro Carlos. — sonrió tímidamente, antes de levantar su rostro y mirarlo a los ojos. — Confío en ti.

Carlos no pudo negar que su corazón se detuvo en ese momento, como si un te amo hubiese salido de los labios del otro y no esas tres simples palabras, aquellas que significaban tanto para Charles.

— Por favor, enseñame como es el amor. — sonrió, siendo esta vez el quien valientemente besó sus labios.

No se detuvo a pensar mucho la situación en la que se encontraban, simplemente se dejó llevar por las emociones del momento, por esa semana que hasta ese instante estaba siendo mágica, única.

Carlos sonrió entre besos, no sabiendo ni siquiera donde poner sus manos, estaba descolocado, no se había esperado algo como eso, esa faceta nueva de Charles lo estaba volviendo loco, era impredecible, dulce, encantador y embriagante, esa nueva personalidad le encantaba.

Bajó sus besos delicadamente hasta el cuello del menor, tomando el dobladillo de su camisa y comenzando a levantarla.

La piel de Charles se erizó con el simple toque, pero al sentir como su camisa iba subiendo, su cerebro hizo click, recordándole las horribles cicatrices en su espalda y logrando asustarlo.

— ¡No, no! Espera Carlos. — murmuró en voz baja, inaudible para el español, quien estaba insimismado, besando su mandibula y cuello. — ¡No! ¡No quiero, basta!

Terminó gritando y dándole un fuerte empujon al español, quitándolo de encima.

Ambos se miraron por un momento sin decir nada, Carlos estaba avergonzado completamente, manteniéndose en completo silencio, sin saber que decir, mientras que Charles se abrazaba a si mismo, soltando un par de lágrimas.

— Lo siento. — murmuró el monegasco en voz baja.

— No, no debes disculparte, tu no. — negó el español, aun manteniendose alejado. — Yo soy quien debe hacerlo, no debí... Yo sabía que no estabas listo, lo lamento.

Si, estaba avergonzado y enojado consigo mismo, ¿como se le había ocurrido esa estupidez? Charles evidentemente aun no estaba listo para la intimidad, ¿como era que se había dejado llevar? ¿como había olvidado eso?

— No es tu culpa. — negó el ojiverde. — Confío en ti Carlos, pero...

Bajó la mirada nuevamente, sintiendo sus ojos humedecerse y derramando un par de lágrimas, haciendo que el español prácticamente corriera y lo tomara entre sus brazos, tratando de consolarlo.

— Está bien Charles, vamos a tomarnos todo con calma. — le sonrió. — Lo importante aquí eres tu, el como te sientas es lo único que me importa.

Se mantuvieron así, abrazados por un largo rato, en donde Carlos le proporcionaba suaves caricias, intentando calmar sus nervios, estando en completo silencio.

— Tengo cicatrices en todo el cuerpo, pero las mas pronunciadas son las de la espalda. — admitió el menor. — Y no, no hablo manera figurada, son reales...

Charles levantó el rostro, mirándolo a los ojos, tal vez el podría saber esa parte de su vida, después de todo, ya confiaba en él.

— Tengo el abdomen con marcas también. — levantó un poco su camisa, dejando ver las pequeñas manchas. — Mamá me las hizo, ella prendía un cigarro y solía pegarlo a mi piel como castigo, me recordaba que el dolor era necesario, que aprendiamos de el, que yo lo necesitaba.

Carlos observó con mucha atención las manchas en el cuerpo del menor, algunas eran mas oscuras, otras se veían de un palido color, entre rosa y blanco, había algunas mas pequeñas que otras, pero en general estaban esparcidas por todo su torso.

— Son feas, me recuerdan lo malo que fui, aunque Kimi dice que no fue mi culpa, yo no lo se... — hizo una pequeña pausa, dando la vuelta, mientras se quitaba lentamente la camisa. — Estas fueron porque fui un mal niño.

Charles sentía otra vez ese dolor y ardor en toda su espalda, como si nuevamente estuviese pasando por la misma tortura, y Carlos, él estaba atónito, observando cada parte de la espalda del monegasco, sintiendo su corazón encogerse, no había ni un solo espacio en donde no hubieran marcas.

Habían lineas gruesas cruzandose entre sí, algunas mas delgadas y otras casi invisibles.

El español supuso que era porque habían sido hechas en diferentes momentos, por lo que habían cicatrizado de diferente manera.

— No es que no quiera estar contigo o que no esté listo, es solo que están ahí, me dan vergüenza y se que dan asco, son horribles. — bajó la mirada, sin atreverse a voltear hacia el español de nuevo, no teniendo el valor de verlo a los ojos nuevamente, no después de enseñarle la parte mas horrible de él. — No quería que las vieras y te dieras cuenta que soy una aberración.

Los ojos marrones de Carlos no podían apartarse de las marcas en el cuerpo del menor, ¿como se habían atrevido a lastimar tanto a su chico? ¿por qué le habían hecho algo como eso? No podía imaginar a un pequeño Charles siendo torturado de esa manera, le dolía el corazón de pensarlo y se llenaba de rabia, de ira, de rencor en contra de esa mujer, aquella que le había dado la vida y qur irónicamente le había quitado también las ganas de vivirla.

— No eres una aberración Charles, eres un ser hermoso. — habló después de unos minutos, atreviendose al fin a levantar su mano y delinear delicadamente una de las cicatrices.

El ojiverde sintió un escalofrío recorrerlo al sentir el tacto del mayor sobre sus cicatrices, estaba tocándolo, como si no le dieran asco, como si no fueran la cosa mas horrible que sus ojos hubiesen visto.

— Eres un ángel, mi ángel. — suspiró, besando la parte trasera de su cuello, llevando lentamente los besos por toda su espalda, besando cada cicatriz, quitando el dolor, arrancando por primera vez el ardor en ellas.

Besó cada parte de su cuerpo esa noche, adorandolo, idolatrandolo, amando cada parte de Charles, incluso aquellas que el mismo odiaba.



¡Gracias por leer!❤

Los amo, besos ✨

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