Capítulo 56

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Anastasia.

Moscú, Rusia.

Momentos atrás...

—¡Ah! ¡Hogar dulce hogar!—

Sonrío con cierta diversión, al ver cómo Grigori prácticamente baja del jet privado para caer de rodillas al piso y hago una mueca de falso asco, al ver como besa el suelo que tiene más gérmenes que limpieza, mientras que termino de bajar los escalones que me hacen falta hasta que mis tacones, tocan suelo ruso de nuevo.

Respiro profundamente, refrescando mis pulmones con la brisa que golpea en mi rostro a la par que acomodo un poco las mangas de mi abrigo y suelto una carcajada baja, cuando veo como mi fisioterapeuta se encuentra ahora en el piso, boca abajo, como si estuviera abrazando el suelo.

Me acerco hasta donde se encuentra, antes de darle una pequeña patada juguetona que lo hace reír, y se coloca boca arriba mientras que arqueo una de mis cejas detrás de los lentes de sol que cubren mis ojos.

—Oh, vamos, Grigori. No pudo ser tan malo, vivir conmigo por cuatro meses— exclamo con falso dramatismo, se ríe— ¿Que no fortalecimos los lazos durante nuestro tiempo en Holanda?—

—Por mucho que haya gustado ese bonito campo de tulipanes, pintora— extiendo una mano en su dirección, para ayudarlo a que se ponga de pie— no hay nada como volver a tu hogar, sin duda—

Sonrío con sinceridad, antes de asentir.

—En eso tienes razón, pero, en serio, ¿tan malo no fue, verdad?— inquiero.

—Incluso cuando los días eran malos, nunca fue tan malo, pintora— me guiña el ojo— y los primeros días, fueron un completo desastre, lo sabes—

Suelto un pequeño suspiro, asintiendo.

—Realmente, lo fueron— meto las manos a los bolsillos de mi abrigo— sin embargo, valió la pena toda la maldita frustración—

Río cuando me golpea en el hombro.

—Te lo dije, pintora. Era cuestión de paciencia, cosa que careces con muchos intereses—

—Es que algunas mañas pulgosas, se pegan, ¿sabes?— suelta una carcajada— no me puedes culpar realmente, hombre. Traía la cabeza echa un licuado, en serio—

—Oh, claro que lo recuerdo a la perfección— responde con cierta ironía que en vez de molestarme, me causa gracia. Por que sé, que no le puse las cosas fáciles— por poco, me muero del susto cuando tus hombres de negro, llegaron a mi casa a sacarme de mi adorada cama mientras me explicaban que su jefa, necesitaba de mi ayuda con desesperación. Sí antes la teníamos complicada, Alemania terminó por joderlo bien y bonito—

Me encojo de hombros, sin darle mucha importancia, pero no pierdo el toque de mi sonrisa.

—Fue para un bien común, ve el lado bueno. Fue menos tiempo, del que habíamos estipulado para volver— aseguro— se supone que deberíamos volver hasta dentro de dos meses, Grigori—

—Lo sé, lo sé, ¿pero quieres que te recuerde la razón por la cuál tuvimos que volver antes de tiempo?— exclama con sarcasmo, sonrío.

Tengo la decencia de hacerme la desatendida, antes de sacar una de mis manos de mi abrigo para mirar mis uñas, notando que tengo que retocar de nuevo el acrílico. Grigori, se ríe ante mi nula respuesta, mientras hago una mueca de falsa inocencia.

—No sé de qué me hablas—

—Ajá, ¿sabes que aparte de pintora eres como la lejía?—

Abro la boca con ofensa.

Atractiva Seducción (HDLF #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora