Atractiva Seducción (HDLF #1)

Capítulo 40

Ethan.

Nueva York.

Posteriormente de un buen trabajo hecho en el museo, a pesar de los inconvenientes que se presentaron en el camino, teníamos planeado festejar por ello. Sin embargo, primero debíamos atender una última diligencia que involucra a cierto hacker de nombre Zero, para darle su paga por sus servicios antes de desaparecer de su radar y él, del nuestro.

Por el momento.

Hasta el siguiente trabajo.

Quito mi brazo de la cintura de Anastasia, para deslizarla hacia su mano y entrelazo nuestros dedos, mi novia sonríe en mi dirección mientras se pega a mí, cosa que me arranca una sonrisa sincera y miro los lentes que lleva puestos junto a la chaqueta.

—¿De dónde los sacaste?—

—Los tomé de un puesto— se encoge de hombros, sonríe de lado— resulta que también, soy buena carterista, tengo manos suaves y ligeras—

—Eso sí, lo sé— me inclino para murmurar en su oído— mi verga, lo puede confirmar cuando la acaricias—

—¡Ethan!— chilla por lo bajo antes de que me golpee con su codo en el estómago, me río— ¡Sarnoso puerco!—

—¿Por qué, dulzura? Sí solamente, confirmo lo que me dijiste—

—Maldito pervertido—

—Y sigo esperando mi piropo sucio, eh— pellizco suavemente su cintura, se ríe de buena gana— me tienes abandonado con ellos, dulzura—

—Como enfadas— rueda los ojos, sonrío besando su mejilla. Frunce su ceño— sarnoso, si me vas a besar, hazlo bien, ¿entendido?—

—Primero, mi piropo. Después, veré si te beso, demonio—

—Entonces, jódete—

—Mejor prefiero joderte con mi verga, dulzura—

—Te odio—

Río.

—Te garantizo que el sentimiento es mutuo, demonio—

—Maldito perro—

—Demonio soberbio—

—Comienzo a creer que su relación, no sería tan de ustedes, si no discutieran hasta por lo más estúpido— miramos a Demian, rodamos los ojos— en serio, hasta por quién tiene más plata, discuten—

—Claramente, soy más rica que el imbécil de mi novio...¡Ay!— chilla cuando pellizco levemente su trasero— ¡Con mi culo no, Ethan! ¡Lo tienes prohibido!—

La miro con verdadera ofensa e indignación que hace reír a los demás.

—Ah, no, demonio. Eso ni soñando, ¿cómo me vas a prohibir algo que es mío?—

—Por que sí, y ya lo hice—

—No puedes hacer eso, ¿entiendes?—

Arquea una ceja en mi dirección con cierto desafío.

—¿Y quién lo dice?—

—Yo— me encojo de hombros, sonrío con cierta petulancia— ¿Quién más?—

Todos se ríen ante nuestra riña, Renzo niega divertido antes de mirar hacia abajo como si estuviera buscando algo antes de que alce sus brazos con una gran ovación.

—¡Gracias, señor Lucifer! ¡Me has mandado a alguien que soporte más a mi hermana que yo! ¡Mis plegarías fueron escuchadas!—

—Afortunadamente, las mías también fueron escuchadas— responde Jake, lo fulmino con la mirada para que no se le ocurra decir nada— ya no tengo que pasar más vergüenzas con este idiota, solamente me queda soportarlo otros cincuenta años hasta que se muera—