Capítulo 35

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Anastasia.

Gimo profundamente en el momento en que el cuerpo de mi novio, me aprisiona contra una de las paredes de nuestra habitación, sus manos no dejan de moverse por todas mis curvas hasta que llega a mi entrepierna que se encuentra totalmente empapada de mi humedad para que sus dedos, se deslicen fácilmente entre mis pliegues mientras que su dedo pulgar hace círculos en mi clítoris.

—Ethan...— me aferro sus hombros— lobito...—

—¿Qué necesitas, dulzura?—

—A ti— muevo mis manos hacia su nuca, para atraerlo de nuevo hacia mis labios. Los cuales beso con deseo, mordiendo su labio inferior— te quiero a ti, Ethan—

—Joder, que bien suena eso de tus labios, Anastasia—

Comenzamos a movernos por toda nuestra habitación en dirección a la cama, quito su saco junto a la pajarita y abro su camisa, algunos botones caen al suelo de madera, pero eso no nos importa mientras que sus manos, se deshacen del nudo de mi vestido que se ata por el frente y desliza la tela por mis hombros hasta que estoy completamente desnuda a su frente.

Mis mejillas se ponen rojas ante su mirada gris llena de deseo por un par de segundos, analizando cada una de las nuevas marcas que tengo en la piel gracias a sus labios y dientes, su dedo acaricia la que tengo en los senos antes de que se pase hacia mi pezón, el cual pellizca por un par de segundos hasta que está completamente duro y sus dedos, vuelven a jugar con mi entrepierna.

Jadeo de placer cuando su brazo se envuelve alrededor de mi cintura para acercarme más a él, mi pecho desnudo se pega al suyo, sus ojos no dejan de analizar cada parte de mi rostro hasta que baja hacia mi cuello para besarlo suavemente, comenzando a murmurar en griego cosa que me prende más que hace un momento.

Tan hermosa...— mi respiración se entrecorta, su mano libre no deja de hacer estragos en mi coño y las mías, tantean hacia su cinturón para comenzar a desabrocharlo junto a sus pantalones. Sus labios no se detienen— tan mía...— jadeo en el momento en que muerde mi pulso, sonríe— solamente mía, Anastasia. Una auténtica obra de arte, dulzura

—Lobito precioso...—

Sí, preciosa. Sigue diciéndome así— sigue con sus palabras en griego, nos mueve cada vez a la cama hasta que mis rodillas golpean con el borde— me encanta, cuando me dices así...

Mis dedos se pierden en las hebras de su cabello cuando se agacha para colocarse de rodillas frente a mí, su aliento cálido hace que me estremezca al sentirlo en mi monte de venus y su barba, raspa suavemente mi piel de forma en que me genera varios escalofríos de placer.

Eleva su mirada gris para encontrarse con la mía, el deseo y la lujuria se siente en toda la habitación, nuestra tensión sexual se hace cada vez más pesada que mi respiración se entrecorta un poco más, una sonrisa lasciva se forma en sus labios antes de que murmure en mi monte de venus, que se contrae ante la ronquera de su voz.

—¿Me vas dejar que te rece, demonio?—

Tomando su cabello en mis manos, tiro de él suavemente para que acerque más su rostro a mi coño y gimo roncamente, cuando su lengua acaricia mi clítoris en un toque suave lleno de sensualidad y deseo, se ríe por lo bajo.

—¿Vas a dejar que te rece, dulzura?—

Asiento, observando sus grises verdosos, esos que me marcan que serán mi perdición si no sigo con cuidado pero a este paso, he dejado de hacerle caso a mi cerebro para solamente concentrarme en los sentimientos que se desarrollan con el sarnoso.

—Las veces que quieras, lobito—

—Esas son palabras peligrosas, dulzura—

—Unas que estoy dispuesta a aceptar las consecuencias...— tiro más de él, sonríe— así que...cierra la boca y rézame, Stirling—

Atractiva Seducción (HDLF #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora