Ella y yo
Dos locos viviendo una aventura
Castigada por Dios
Un laberinto sin salida
En donde el miedo se convierte en amor
Alana Guzmán estaba enamorada.
Enamorada de un Álvarez.
Su mundo entero era su novio y sus ojos.
Alana estaba perdidamen...
Me levante más temprano que de costumbre y salí con mucho cuidado de mi hacer ningún ruido hacia la cocina para hacerle un desayuno sorpresa a mi novio, pues hoy era su cumpleaños número 28.
Llegue a la cocina y comencé a preparar unos hotcakes y tocino ignorando las náuseas que me daba el olor a la grasa quemada.
Prepare todo y lo decore, antes de subir me encontré a mi suegra quien se enterneció por mi detalle y me dijo que fuéramos todos a felicitar al cuarto a Óscar.
—Pásame la mesita, yo la cuido en lo que tú vas y les tocas la puerta a Kevin y Felipe, ¿si?.—me dijo doña Norma.
Yo asentí y le pase con cuidado todo, luego me dirigí a la puerta del cuarto de Felipe primero pues era el que me quedaba más cerca. Toque una sola vez y de inmediato escuché como dijo "voy" y como se levantaba de la cama.
Luego camine unos pasos más hasta llegar al cuarto de Kevin, su habitación era la más lejana de todas, se encontraba justo en el fondo del pasillo.
Llegue hasta ahí y repetí la misma acción que antes, toque suavemente la puerta una vez, sin tener respuesta, así que volví a tocar de nuevo y nada.
No me rendí y toque una tercera vez, recordando que me habían contado que Kevin tenía el sueño pesadísimo y era difícil despertarlo.
Me quede pensando unos segundos, podría entrar y despertó, sin embargo una parte de mi sentía raro hacerlo pues no sabía que podía encontrarme dentro.
Tal vez, puedo entrar, voltearme y solo hablarle para despertarlo, no tengo porque voltear a verlo.
Y como no quería que el desayuno se enfriara, decidí hacerlo.
Tome el plomo de la puerta y lo giré, abrí primero un poco mientras seguía hablando.
—Kevin, Kevin.—nada, no había respuesta.
Suspire frustrada y entre al cuarto con los ojos cerrados.
—Kevin, despierta.—hable de nuevo.
Di un paso mas aun sin ver y volví a insistir.
—Kevin, vamos a cantarle las mañanitas a tu hermano.— aún nada.
Entonces decidí dar un paso más, lo cual fue una terrible idea pues al caminar con los ojos cerrados no me percaté de que me encontraba muy cerca de la cama, así que cuando intente dar un paso mas tropecé y caí directo a la cama del menor.
Al caer no sentí el colchón, lo primero que sentí fue el caliente abdomen de Kevin al descubierto.
De inmediato abrí los ojos e intente levantarme queriendo que me tragara la tierra.
Obviamente Kevin había despertado al sentir el impacto, por lo que al momento que abrí los ojos lo primero que me encontré fue la intensa mirada de mi cuñado mirándome fijamente.
Sus ojos estaban más oscuros que de costumbre. Mis manos habían caído en su pecho e intente hacer fuerzas para levantarme y salir de ahí rápidamente pues los nervios me estaban carcomiendo por dentro.
Ni si quiera me salía la voz.
Éramos sólo el y yo viéndonos a la cara en una posición demasiado comprometedora, y todo por mi torpeza.
Una vez más hice un esfuerzo y logre levantarme de la cama.
—P-perdon, es que no te despertabas.—hablé con la voz entrecortada.
Kevin simplemente mantuvo el contacto visual y asintió. No podía descifrar que quería dar a entender con la mirada.
Y di una media vuelta y salí casi que corriendo de aquella habitación. No entendía porque todo me sucedía a mi.
Pocos minutos después kevin salió vestido, luego fuimos todos hacia el cuarto y comenzamos a cantar las mañanitas al unísono.
Óscar de inmediato despertó y nos miró sonrientes.
Le di espacio a su familia para que lo felicitaran primero y luego llegó mi turno.
Me acerque a él y lo abrace con cariño mientras le daba mis buenos deseos.
El me correspondió el abrazo con fuerza haciendo que soltara un quejido de dolor al momento que toco una parte adolorida de mi cuerpo.
Rápidamente intente disimular ese dolor y sonreí forzadamente.
(...)
La noche había llegado, y con ello también la fiesta de cumpleaños que mi novio había organizado. Rento una quinta, musica en vivo y mucho mucho alcohol para festejar su cumpleaños.
Yo mire por última vez mi vestido negro en el espejo y salí del baño del lugar.
La gente ya estaba comenzando a embriagarse, la fiesta había comenzado hace horas pero por alguna razón me sentía como fuera de lugar. No entendí porque.
Se supone que es la fiesta de mi novio, con los amigos de mi novio. Pero simplemente había algo que no lograba que estuviera cómoda del todo.
Salí y busqué con la mirada a Óscar pero no lo encontré.
Luego alcancé a divisar a Felipe sólo en una esquina así que decidí acercarme a él.
—¿Haz visto a Óscar?.—pregunté.
—No, lo perdí de vista hace rato.—respondió el.
Yo no sabía que hacer, Felipe me ofreció un vaso con algún tipo de bebida que rechace amablemente.
No tenía ganas de tomar hoy. Realmente no tenía ganas de nada, así que solo me senté al lado de mi otro cuñado y comenzamos a hablar de temas triviales mientras veíamos quien salía y quien entraba del lugar.
Una muchacha que creía haber visto antes entró, llevaba puesto un corto vestido rojo, sus tacones negros de aguja y su cabello rubio claro hacía contraste con su piel.
Por alguna razón me llamo la atención.
Y después entró ahora Óscar ya tambaleándose .
De inmediato me paré y caminé hacia el.
—¿Donde estabas?.—pregunté a su oído.
—Por ahí.—su aliento a cerveza me llevo.
—¿Donde? Mírate, ya estás todo pedo.
Óscar me tomo con fuerza del brazo y me pego a él.
—Que vergas te importa.—su agarre comenzó a doler y mis ojos se llenaron de lagrima.
Odiaba que Óscar se pusiera borracho.
Lo mire suplicante para que me soltara, pero este no cedía.
No fue hasta que otra voz intervino en nuestra conversación.
—¿Todo bien?.
—Si bro, nomas hablábamos.
Aquellos ojos marrones que había visto de cerca horas antes de dirigieron a los míos una vez más.
—Si Kevin, todo bien.
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kevin aquí te voy a amar, no te voy a funar como en las otras