nueve

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Sentía la suave respiración de Alana chocar con mi pecho. Había logrado dormitear unos cuantos minutos, pero la emoción y los pensamientos que rondaban por mi mente.

¿Que podría hacer?

Pensé en cada opción posible.

Podría encarar a mi hermano, enfrentarlo en su cara y esperar que acatara lo que le dijera, que no volviera a acercarse a mi niña. Pero, ¿como le podría pedir que se alejara de SU novia?

Otra opción era denunciarlo, pero eso rompería el corazón de mi mamá, y el mío también. Al final de cuentas no dejaba de ser mi familia. Era mi hermano.

Y la última parecía la más adecuada. Mantener esto en secreto hasta que se me ocurriera una mejor opción. Tendría que tolerar el hecho de saber que ellos dos siguen juntos, que el seguirá con ella y yo no. Que el podria besarla, abrazarla, tomar su mano.

El podría hacer todo lo que yo deseaba, pero, tendría que soportarlo con tal de que ella estuviera segura. Que estuviera a salvo.

Tendría que buscar una manera de lograr que pasaran el menor tiempo a solas posible sin que sospechara de mis intenciones, o algo se me tendría que ocurrir.

Pero por mientras, disfrutaría la noche que me quedaba con mi chiquita.

Sonreí al verla dormida tan pacíficamente. Mi corazón se infló de alegría y la atraje más en mis brazos para estar totalmente pegados. No quería sepárame de el.

Con mi otra mano comencé a hacerle piojito en su largo cabello negro sintiendo como sonreía entre sueños sobre mi pecho.

—Mi niña hermosa.—susurre y luego cerré los ojos para dormir un rato más, a su lado.

El sueño comenzó a invadirme, sentí mi cuerpo aligerarse poco a poco y así caí en un profundo sueño al lado de la mujer de mis sueños.

Pero, la felicidad no duró mucho pues a lo que yo le calculé unos 20 minutos después, de escuchó el sonido de un monitor muy conocido acercándose a la casa.

Era Óscar.

Lamenté y maldije mil veces cuando me asome a la ventana y vi que efectivamente el Cupra venía acercándose.

—Mierda, mierda, mierda.—pensé.

Rápidamente tome mi ropa, mire a Alana una vez más y me acerque a despertarla para avisarle lo que estaba pasando.

—Alana, preciosa.—susurré acercándome y moviéndola suavemente.

—mmm.—ella solo se removió en la cama y siguió con sus ojos cerrados.

—Alana...despierta.—dije una vez más ahora un poco más alto.

Entonces así abrió los ojos y me miro adormilada.

—Óscar ya llegó.—pronuncie con todo el pesar de mi ser.

Mire como sus ojos de abrían como platos y de sentaba de golpe en la cama asustada.

—Tranquilla, tranquila.— tome sus mejillas para calmarla.—Iré abajo y lo mantendré ocupado, tu tranquila, descansa.—bese su frente una última vez y luego salí del cuarto para bajar y recibir a mi hermano para asegurarme que no subiera.

No sabía que haría, pero lo tendría que lograr.

Con cuidado baje a la sala y me senté en el sillón para simular que estaba esperándolo.

Unos segundos después la puerta principal se abrió y un Óscar pedo y tambaleando entró.

—Óscar!.—me pare del sillón y camine hasta el.

Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora