trece

1.9K 107 32
                                    

—Felipe.—dijimos los dos al mismo tiempo al ver al hermano mayor frente a nosotros.

Definitivamente esto no se veía bien, nada bien.
¿Como carajos le explicarías a tu cuñado que estabas en una habitación, con tu otro cuñado, mientras que tu novio estaba noqueado en el sofá de abajo de ustedes?

No sabía cómo saldría de esta, pero, Kevin rápidamente reaccionó y habló.

—¿que haces tan temprano?.—pregunto con voz nerviosa.

Mierda, esto no nos ayudaba en lo absolutos.

—Me quede preocupado anoche, por eso me regrese.—respondió viéndonos todavía con cara extrañada.—¿Ustedes....—su frase se quedó en el aire.

Jesús señor resucitado ayúdame.

—¿Qué estás haciendo aquí, Alana?.—no sabía ni que hacer, ni que pensar, ni que contestar.

Quería que la tierra me tragara y me escupiera muy lejos de aquí.

—Quería ir a despertar a Óscar, y le dije que pasaba si lo despertábamos y por eso vinimos a hablar acá al cuarto.—kevin hablo tan rápido que apenas y pude entenderle.

—Ah, okay.—respondió Felipe no muy convencido todavía, pero, algo era algo y más valía aquí corrió que aquí quedó así que me apresuré a hacer salida.

—Bueno, voy a bañarme, adiós.—y sin esperar más salí casi corriendo del cuarto directamente hacia el baño sintiendo todavía el corazón latiendo con fuerza en mi garganta.

Los nervios y las náuseas no se me quitaban, me metí a bañar con agua lo más caliente que pude para tranquilizarme y unos minutos después salí enredada en una toalla.

Me tome mi tiempo para secarme y cambiarme mientras intentaba no pensar más en toda esta situación.

Luego, salí del baño ya cambiada y baje hasta la planta baja asegurándome de no hacer nada de ruido para prepararme algo de desayunar. Moría de hambre y sentía mi estómago demasiado raro.

—Buenos días mi niña.—la voz de la señora Norma me asusto tanto que casi caigo.

—Señora! Me asusto.—respondí riendo un poco con una mano en el pecho.

Mi suegra se río y se acercó a mi para darme un beso en la frente.

—¿Como estas hija?.—me pregunto mientras se volteaba a la estufa en donde cocinaba como unos huevos.

—Bien bien ¿y usted?.

—Yo bien también gracias a Dios, me divertí mucho con la comadre Tere, hicimos pijamada de señoras—me dijo haciéndome reír un poco.

—¿Y tu que tal te la pasaste ayer?.—me pregunto y casi me ahogo con mi propia saliva.

No sabía que se supone que tenía que responder, obviamente no podía contarle lo que había sucedió ayer y menos como me la había pasado.

—Y-yo...y-yo bien, me regrese temprano a dormir por que no me sentía muy bien, pero estuvo divertida la fiesta.—mentí piadosamente volteando hacia el suelo para evitar que mi cara sonrojada se viera.

—Ah, si me comentó Felipe que Kevin y tú se regresaron temprano.—una vez más la respiración se me atoro en la garganta con lo que dijo, pero intente disimular lo más que pude.

—Si, me hizo el favor de traerme.

—Ay mi niño tan hermoso, si vieras que orgullosa estoy de él.—dijo con una sonrisa enorme que me contagio.

—Y que feliz me hace que tengan una buena relación de cuñados ustedes dos, se nota que se quieren mucho.—y la sonrisa desapareció.

—Si.—me limite a responder queriendo cambiar ya está incomoda conversación.

—El desayuno está listo, ¿puedes ir a hablarle a los muchachos? Mientras yo despierto a Óscar.—y no me tuvo que decir dos veces antes de salir corriendo hacia arriba.

Unos segundos después ya estando en la parte de arriba me encontré con Felipe en el pasillo, le pasé el mensaje y secamente me agradeció y bajo sin mencionar ninguna otra palabra.

Luego, venía lo difícil. Tener que decirle a Kevin que bajara.

Pero, no tenía porque ser complicado, ¿cierto? Solo tendría que caminar, tocar la puerta y decirle que bajara a desayunar. Eso era todo.

Respire profundo unas cuentas veces más y luego camine hasta que estuve afuera de su puerta.

Toque un par de veces y luego hable.

—Kevin, el desayuno está servido.—dije lo más fuerte que pude para asegúrame que escuchara.

Me quede unos segundos más para escuchar su respuesta, pero, esta nunca llegó.

En su lugar, la puerta se abrió dejándome ver a Kevin recién bañado con únicamente una toalla blanca alrededor de su cadera baja, pero, demasiado baja.

Sin poder evitarlo pase mi mirada por su cuerpo, las gotas de agua aun corriendo por su torso, su cuerpo marcado, sus venas saltadas y aquella V tan pronunciada daba paso a algo aún mejor hizo que todo mi cuerpo de erizara y temblara.

Maldita sea kevin, no podía con todas las cosas que me provocaba con tan solo verlo.

—E-el, desayuno está abajo.— me apresuré a decir una vez que logré salir de mi trance.

Sentía la cara roja y caliente, horrible.

Levante la mirada por primera vez encontrándome con el rostro del futbolista mirándome con una sonrisa de satisfacción en su cara.

—¿Estas bien, amor?.—preguntó burlón con una ceja alzada.

—Baja a desayunar.—repetí nerviosa una vez más.

—Bajo después de cambiarme.—respondió.—¿o quieres ayudarme y hacerlo tú?

Y el calor se intensificó una vez más, sentía que me saldría fuego de los cachetes en cualquier momento, así que, solamente me voltee súper rápido y caminé hacia las escaleras mientras escucha la tan conocida carcajada del menor.

Le encantaba ponerme nerviosa.

Llegue hasta el comedor donde ya estaban Felipe y su mama sentados. Tome asiento en donde siempre esperando que Óscar no se hubiera despertado y me diera tiempo de comer tranquila.

Comencé a darle pequeños bocados a la comida escuchando la charla mamá e hijo, Kevin bajo luego ya vestido y se sentó frente a mi lanzándome miradas y sonrisitas de vez en cuando.

Hasta que sentí un fuerte apretón en mi cuerpo que casi me hizo chillar de dolor.

—Hola mi corazón.

—Hola mi corazón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora