cuarenta

1.3K 104 25
                                    

Termine de meter mis últimas cosas en la gran maleta que me había comprado días atrás, me aseguré de que no hubiera dejado nada en los rincones de la habitación para después sentarme en una orilla de la cama mirando todo a mi al rededor con nostalgia y melancolía.

Si, tal vez no había pasado mis mejores momentos aquí, pero sin duda desde que pise esta casa mi vida había cambiado por completo, pase de sentirme sola y vacía todo el tiempo a conocer lo que era el amor, no fue bajo los mejores circunstancias, lo tenía bastante claro, pero aún así lo quería.

Y por eso me dolía tanto no saber nada de él.

Desde aquel día de la llamada no había vuelto a saber nada de él más lo que su mamá o sus hermanos conversaban y lo que veía en sus redes sociales, como las historias de Alex, o las fotos que el mismo subía de su campaña de Levi's o Rexona.
Esa era la única manera en la que sabía que estaba bien.

Intente comunicarme con el en varias ocasiones, dejé algunos mensajes en su celular sin atreverme a llamar de nuevo, y como ya lo imaginaba, esos mensajes quedaron perdidos en el espacio, ni si quiera los abrio.

Entonces me resigne qué tal vez el no quería hablar conmigo, o tal vez estaba demasiado ocupado y yo solo estaba exagerando, no lo sabía. Pero tampoco tenía la fuerza ni las ganas de estarme preguntando que había hecho mal.

Ya no.

—Toc Toc.—se escucho por detrás de la puerta. Si, en lugar de tocar lo habían dicho.

—Pasa.—dije riéndome.

La puerta fue abierta segundos después dejándome ver a Felipe.

—¿Ya tienes todo?.—me pregunto sentándose a mi lado.

—Creo que si.—respondí suspirando y viendo mi maleta y bolsas frente a nuestros pies.

Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos.

—Te vamos a extrañar.—murmuro estirando sus brazos por detrás de su espalda.

—Yo a ustedes también.—la nostalgia comenzaba a golpearme.

No sabía si estaba lista para volver a mi soledad, a un lugar donde solo fuera yo.

—¿Y si no te vas?.—pregunto.

—Tengo que irme.—reí.—Óscar y yo ya no somos pareja.

—Peee...

—Pero nada Pipe, es algo que tengo que hacer, por mi.—respondí volteando a verlo con una media sonrisa.

El negó con la cabeza y me devolvió la sonrisa.

—Anda pues, tenemos que ir subiendo las cosas al carro.—el fue el primero en pararse para tomar mi maleta más grande.

Yo imite su acción y agarre las bolsas livianas que quedaban.

Le di una última mirada al lugar, y fue así como ambos salimos de la habitación para terminar de llevarnos mis cosas.

Acomodamos todo en el maletero del cupra y luego cerramos.

—¿Y doña Norma y Óscar?.—pregunté extrañada.

—Ah, salieron a hacer un mandado y dijeron que nos alcanzarían allá.—me explico.

—Ah, okay.—conteste y camine una vez más adentro de la casa.—Ya sólo voy a despedirme de los perritos.

Felipe asintió y se subió al auto para irlo calentando dejándome sola.

Yo entre y cerré suavemente la puerta tras de mi.

Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora