cuarenta y siete

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Abrí y cerré los ojos varías veces intentando calmar las punzadas que comenzaban a sentirse en mi cuerpo.

La foto que Alana me había mandado había encendido todo en mi, no sabía si era por el tiempo que llevaba sin tener ningún de contacto sexual, o simplemente era que esa mujer era mi perdición, mi más grande debilidad.

Observe cada parte de la imagen detalladamente, primero, sus pequeños pies descalzos, sus cortas piernas blancas en las que tantas veces estuve en medio, sus suaves muslos que besaba con locura y luego estaba aquello, mi blanca playera con la que se había quedado una de las primeras noches que dormimos juntos, aquella playera apenas y alcanzaba a cubrir su entre pierna dejándome ver el inicio de su ropa interior blanca, luego, la delgada tela que tenía puesta se marcó en la zona de sus pechos dejándolos bastante a la imaginación, y por último estaba su cara, tan hermosa como siempre, sonriendo y sosteniendo al pequeño cachorro que había comprado horas antes al lado de su rostro con una sonrisa gigante, su nariz fruncida y sus ojitos chinos con su largo cabello negro cayendo por detrás de ella.

En otro momento habría creído que fue una foto intencionalmente para provocarme, para calentarme, pero la ternura en su rostro me hizo darme cuenta que fue una foto totalmente genuina de forma de agradecimiento por su regalo.

Y es que literalmente era la perfección en una sola imagen. Era hermosa, y tan mía. Totalmente mía.

Inconscientemente mordí mi labio con fuerza sin poder despegar mi vista de mi celular, mi mente se hecho a volar y ni si quiera me di cuenta cuando mi mano hizo camino hasta mi zona apretándolo para intentar calmar el dolor.

Pero eso no sucedió, al contrario, los recuerdos comenzaron a llegarme. Su olor, su sabor, la suavidad de su piel, su tierna voz jadeando en mi oído y pidiéndome más, sus uñas clavándose en mi piel con fuerza y su cuerpo retorciéndose bajo mi cuerpo.

Todo, todo ella me estaba volviendo loco, me estaba llevando al borde de la locura y sabía que no soportaría mucho tiempo mas sin ella.

Sabía que había prometido darle su espacio para sanar, para lograr arreglar este desastre que ambos habíamos causado por nuestra imprudencia, a mi me gustaría llamarlo por nuestro amor.

Lo que ella me provocada no era de este mundo, no era normal.

Mis vellos se pusieron de punta al darme cuenta de lo que estaba haciendo, pero ya no había vuelta atrás.

Los movimientos de mi mano se aceleraron hasta sentir que estaba por llegar a mi límite, entonces no lo pensé mas y quite la fotografía para hacer lo que había pasado por mi mente por mucho tiempo.

Presione el botón en forma de teléfono, cerré los ojos y mordí mi labio esperando que respondiera.

Pito una vez, dos veces, tres veces y cuando estaba apunto de sonar una cuarta vez.

—¿Bueno?.—mierda. Mi respiración se aceleró al igual que mi mano.

—¿Kevin?.— mierda.—¿Kev?.—susurró y entonces pasó.

Solté un gran jadeo al sentir mi liberación, mi corazón comenzó a latir con fuerza y mi respiración se volvió irregular mientras intentaba recuperar el aliento. 

Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora