El coraje me había cegado y había provocado que no pensara en los que acababa de decir.
—¿Que...que dices?
Mierda, mierda, mierda.
Felipe me miraba con los ojos abiertos gigantes, el color había bajado de su rostro haciendo que ahora pareciera un fantasma. Su piel era ahora del color blanco pálido de la pared, y seguramente, yo estaba igual.
No había pensado y había abierto mi bocota sin saber como mierda le explicaría a mi hermano que nuestro otro hermano, su sangre, nuestra sangre, se convirtió en aquello que juramos nunca seríamos. Por aquello que nuestra mamá con tanto esfuerzo, amor y dedicación nos había inculcado.
—Felipe....—dije pero fui interrumpido por el antes de que pudiera hablar más.
—No, nada de Felipe. Explícame lo que me acabas de decir.—dijo seriamente.
—No me corresponde a mi decirlo Felipe, entiéndelo.—intente hacerlo entrar en razón.
—No me vengas con esas mamadas Kevin, dime ahorita mismo que está sucediendo si no quieres que salga de esta habitación y vaya directo al cuarto de Alana a preguntarle yo personalmente. O peor así, si así lo quieres tú, que salga y vaya a contarle todo a mamá, a ver si así se dignan ambos a decirme que carajos pasa.—grito.
Los nervios reemplazaron la ira que sentía, ¿que debía de hacer?
—Es difícil hermano....—comencé.
—No, no, no.—negó con la cabeza.—DIME YA QUE VERGAS ESTA PASANDO.
Había perdido el control.
—Yo...—
—¿Kevin?
Una tercera voz nos interrumpió haciendo que los dos volteáramos asustados hacia la puerta la cual se encontraba un poco entreabierta, tan poco que apenas y alcancé a ver a Alana aún en pijama detrás de ella asomándose como una niña asustada.
Ella también estaba pálida y me veía con ojos brillantes pero asustados, lo podía notar desde lejos.
Felipe soltó una carcajada sarcástica y se hizo para atrás. Yo por mi parte suspiré pesadamente y me giré hacia ella.
—Ve a tu cuarto Alana.—pedí con voz suave.
—Pero...
—Haz lo que te digo, por favor.—pedí de nuevo.
—No, déjala, déjala a ver si ella puede explicarme que chingados está pasando aquí.
Alana jadeo asustada al escuchar el tono tan brusco de su otro cuñado, sin embargo le hizo caso. Rápidamente entro y cerró la puerta tras de ella quedando pegada a esta sin moverse y sin saber hacia donde voltear, todo era silencio. Nadie se atrevía a hablar.
—Ahora si, explíquense.—dijo Felipe.
Alana instintivamente volteó a verme sin saber muy bien a qué se refería mi hermano.
—Ya lo sabe, lo sabe todo.—susurre hacia ella mirándola con pena y pesar.
Sus ojitos de llenaron de lágrimas y sus facciones cambiaron a unas todavía más asustadas.
—Felipe, nosotros...—aún y sabiendo que estaba aterrada, se giró hacia el e intento explicarle, justificar lo que sabía yo que definitivamente no se veía para nada bien.
—Hablen ya!
—¿Que quieres que te contemos Felipe? ¿Que quieres escuchar?.—brame.
—¡Quiero saber por qué chingados te cojes a tu cuñada. Y peor aún, porque dices eso de Óscar! El nunca haría algo así. Estas mintiendo. ¡ELLA ES UNA MENTIROSA OPORTUNISTA!
—¡POR QUE LA QUIERO!
Hubo un silencio de un milisegundo antes de que el sonido de un sollozo escandaloso inundara el lugar.
De inmediato, y sin importarme nada extendí mi brazo hacia ella y lo rodeé por su cintura hasta pegarla a mi pecho para reconfortarla y protegerla.
En estos momentos desconocía a mi hermano, los desconocía a ambos.
Tenía tanto coraje, quería lanzarme hacia el y golpearlo hasta que se arrepintiera de todo lo que dijo. Quería gritarle muchas cosas, quería...quería...
Estaba tan cegado en el enojo que no me percaté cuando Alana remango su blusa de manga larga de pijama y levantó la orilla dejando a la vista sus moretones y marcas de golpes y dedos.
—Alana...—Felipe dio un paso hacia ella.—¿el...el?
—¿estas contento ahora?.—masculle enojado sin atreverme a mirar sus heridas una vez más.
—¿Como es posible que...
Alana bajo también los costados de su pijama mostrando los moretones de sus muslos.
—Te juro que yo no....—tartamudeo.—Yo no..yo no lo provocó, yo intento hacer de todo para que no se enoje pero el simplemente está...furioso. Y yo no puedo hacer nada.—sollozo.
Cerré los ojos con fuerza al escucharla y sentirla temblar en mis brazos.
—Yo quería dejarlo pero el dijo que no podía irme, que no podría huir por que el siempre me encontraría...así que...—comenzó a temblar todavía más.
—Ya amor, no tienes que decir más.—le dije suavemente acariciando su espalda.
—Yo nunca quise hacerle eso a Óscar...y tampoco a Kevin, yo...—pauso.—yo no quiero su dinero, yo...yo.
Sus palabras eran cada vez más torpes, su cuero temblaba más.
—Alana, yo...—dijo Felipe.
—Lo entiendo Felipe. Y lo siento mucho...yo...
Y la frase nunca terminó pues en ese momento su cuerpo se aflojó en mis brazos y sus ojos se cerraron dando indicios de que había perdido la conciencia.
Rápidamente la coloqué en el suelo cuidado su cabeza y comencé a entrar en desesperación. ¿Por que volvió a desmayarse? ¿Por que? ¿Por que?
—Alana....Alana...flaca... mi amor.—la agitaba suavemente.—Alana despierta por favor.
Comencé a dar pequeñas palmaditas en sus cachetes para que despertara, pero no funcionaba, nada lo hacía.
Nuestro acompañante actuó con rapidez y comenzó a buscar lo que yo creía que sería algo para despertarla.
Busco por toda la habitación mientras que yo seguía intentándolo a mi manera.
Estábamos tan inmiscuidos en lo que estaba sucediendo en ese momento que, otra vez, ninguno de los dos se dio cuenta de que alguien había llegado.
No escuchamos cuando la puerta se abrió, tampoco los pasos que se acercaban cada vez más, y mucho menos fuimos capaces de oír cuando abrieron la puerta de golpe.
No fue hasta que escuchamos su voz.
—Con que hicieron reunión sin m...—los dos volteamos hacia la puerta asustados.
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Ella y yo
FanfictionElla y yo Dos locos viviendo una aventura Castigada por Dios Un laberinto sin salida En donde el miedo se convierte en amor Alana Guzmán estaba enamorada. Enamorada de un Álvarez. Su mundo entero era su novio y sus ojos. Alana estaba perdidamen...