Treinta y uno

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Los minutos pasaban con lentitud. Mis sentidos seguían agudizados, podía escucharlo todo. Escuchaba los apresurados pasos de las enfermeras y doctores de un lado hacia otro, escuchaba el rechinado de las puertas y llantas de las camillas que se movía en su lugar, escuchaba los suspiros y pesares de todas las personas en esta habitación, lo escuchaba todo.

Y no podía soportarlo, no soportaba la incertidumbre y el dolor punzante que sentía en el fondo de mi pecho, era un dolor horrible que provocara que sintiera que no podía respirar, ni moverme, ni pesar. No podía hacer nada más que esperar alguna maldita noticia sobre su estado de salud.

Dure unos cuantos minutos más sentado en aquella incomoda silla moviendo mis pies desesperado, hasta que escuché mi teléfono sonar a pesar de que tenía el modo no molestar activado.

Extrañado metí mi mano en mi pantalón y saqué el celular de la bolsa viendo quien me había mensajeado.

Brenda
Hola Kevin, me enteré que ya estás en Pachuca, nos podemos ver?

Brenda era una amiga que había hecho en el club, era doctora y estaba muy metida en los tuzos para ser comentarista, así que nuestra relación era algo cercana.

Ahorita no es buen momento Brenda, perdón

Respondí simplemente e iba a bloquear el celular cuando vi que tenía mas mensajes pendientes, muchos eran de mi mamá y otros tantos de Felipe.

Decidí primero avisarle a mi mamá. Le dejé un simple mensaje diciéndole que había caído de las escaleras pero que no permitían que nadie más estuviera aquí, que yo le avisaría todo lo que sucediera.

Y luego decidí contestarle a mi hermano.

Encuentra a Óscar, y mantenlo lejos de ella por que si no, lo voy a matar.

Y entonces lo apague definitivamente y me quede esperando una noticia que tan solo unos minutos después llego.

Una joven doctora de acercó a mi y bajo su cubrebocas.

—Tu llegaste con la muchacha, ¿cierto?.—me preguntó una vez que estuvo lo suficientemente cerca.

—Si, fui yo. ¿Cómo está?.—respondí parándome rápidamente.

—Ella está fuera de peligro, no necesito ningún punto para cerrar la herida de su cabeza ya que no fue muy grande ni profunda, el sangrado sucedió ya que el area en la que se golpeó es una parte muy delgadita del craneo, por ende muy escandalosa y por eso salió tanta cantidad de sangre. Le hicimos una transferencia de sangre para que recuperara la que perdió, y sanamos sus raspones y golpes, ahorita se quedó sedada por el medicamento para el dolor pero ya recobró la conciencia.

Solté un suspiro de alivio gigante desde mi pecho sintiendo un poco más de tranquilidad en mi ser.

—¿Puedo pasar a verla?.—le dije esperanzado.

La doctora asintió ante mi pregunta.

—Si, caminé junto conmigo.—se puso a mi lado y comenzó a caminar conmigo a su lado.

—Sin embargo...—claro, la tranquilidad no podía durar tanto.—Hay algo más que tiene que saber.

Cerré los ojos y respiré profundamente preparándome para el siguiente golpe.

—El paramédico logró encontrar el pulso del feto en el vientre de la muchacha, esto es algo muy poco común, pero suele suceder.—comenzó a explicarme.—A pesar del impacto que presentó, logró mantenerse "aferrado" a su matriz, si es que quiere verlo de esta manera.—pero antes de que pudiera continuar llegamos a donde Alana estaba acostada.

Ambos entramos y caminamos hasta quedar a unos cuantos pasos de la cama en donde estaba acostada. Mis ojos se llenaron de lágrimas al verla ahí, con una mezcla de felicidad al saber que estaba bien, pero a su vez una enorme tristeza de que no pude llegar a tiempo para evitar esto.

—Mi punto es...—siguió hablando.—En estos momentos estamos monitoreando la salud del bebé, pero...

Una vez más fue interrumpida, ahora por el sonido de una queja que salió de la boca de Alana.

Rápidamente la doctora y yo nos acercamos hasta ella viendo como comenzaba a removerse y a querer abrir los ojos sin dejar de jadear del dolor.

—Señorita, tranquila. Tranquila.—la doctora comenzó a revisar el aparato a su lado.

Alana siguió moviéndose hasta que sus ojos comenzaron a abrirse poco a poco, pero terminaban volviendo a cerrarse por la blanca y penetrante luz de la habitación.

—Ke...kevin.—comenzó a murmurar.

—Aquí estoy, Alana, aquí estoy.—me apresuré a su lado y tome su mano.—Aquí estoy, contigo.

Alana hizo un esfuerzo de nuevo y logró abrir sus ojos haciendo que la doctora y un par de enfermeros entraran al cuarto a revisarla para asegurarse que todo siguiera bajo control.

Hicieron todo y yo en ningún momento solté su mano, me quedé ahí parado agradeciéndole a Dios por haber evitado una desgracia y ella apretaba de vez en cuando mi mano sin dirigirme la mirada al rostro aún.

Por fin terminaron de revisarla y los enfermeros salieron dejándonos de nuevo a nosotros tres solos en la habitación.

—Como te estaba explicando.—la dra quito el estetoscopio del corazón de Alana y se lo colgó en el cuello.—El feto sigue ahí, como te dije es muy raro que se haya podido captar un latido de su corazón a causa de la temprana etapa del embarazo en la que se encuentra, sin embargo sucedió y eso fue lo que nos permitió actuar de manera rápida para poder atenderla a ella y al bebé,  hicimos todo lo que pudimos pero...

Aquí venia de nuevo, esos malditos peros que me aterraban.

—¿Pero que, doctora?.—susurró Alana con voz rasposa.

—No puedo asegurarles que vaya a sobrevivir más de esta noche, sus niveles de presión son muy bajos y el nivel de estrés muy alto, además de que la anemia y la pérdida de sangre que sufrió causaron un desequilibrio muy fuerte en el embrión y estos aumentaron las probabilidades de aborto a casi un 96%.—miró a Alana con lástima.—Lo más seguro es que perderá a su bebé de cuatro semanas.

Y entonces el poco color que había en el rostro de Alana desapareció, su fría mano soltó la mía y los latidos de su corazón aumentaron tan rápido que la máquina que lo monitoreaba comenzó a pillar de una forma espantosa.

Yo quede en blanco unos segundos sin saber el porqué de su reacción, hasta que el momento de realización llegó a mi mente como un balde de agua helada que me recorrió cuando hice las cuentas.

No era hijo de Óscar.

Era mi hijo.

Le había deseado la muerta a mi propio hijo, y estaba apunto de perderlo.

COMO ADIVINAROOOONNNN😠

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COMO ADIVINAROOOONNNN😠

Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora