cuarenta y tres

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El mundo de congelo en el momento en el que sus ojos se conectaron.

Miles de emociones salieron al flote de parte de ambos, ella; sintió su presión bajar hasta los suelos, que digo los suelos, su presión llegó hasta el subterráneo y parpadeó varias veces creyendo que el no estaba ahí, que en realidad se trataba de su imaginación haciéndole una mala jugada, pero no era así. El realmente estaba aquí, tal y como lo había deseado muchas noches atrás.

Y el, el se sentía morir. La desesperación por no saber dónde se encontraba, por no saber por qué se había ido, a donde se había ido, por qué no se lo dijo, por que no insistió. ¿Por qué por qué por qué?

Todo eso fue reemplazado por un agudo dolor el su pecho que atravesó desde su garganta hasta su corazón, un dolor horrible que no sabía que podía sentir, la traición, el dolor, el enojo...todo eso explotó en el momento en el que miro atrás de ella para encontrarse con su hermano sentado en el sillón, agitado, con los labios rojos y el cabello desordenado.

Y ella, no era nada difícil de descifrar, su misma cara de pánico, la ausencia de color en su rostro y la manera en la que sus manos habían comenzado a temblar fueron los indicios que le confirmaron lo que el creía.

Ni si quiera sabía que hacer, quería gritar, quería llorar, quería patalear, quería irse, quería morir.

Pero lo único que hizo fue quedarse ahí, parado frente a ella intentando recoger los pedazos rotos de su corazón.

El tiempo pasó lento, nada se movía ni escuchaba a su alrededor, hasta que uno más se unió a aquella incomoda escena.

Felipe había llegado al lado de Kevin, jadeando por aire como indicador de que había corrido para alcanzar a su hermano hermano menor el cual corrió con prisa hasta el piso que le indicó minutos atrás, pero, su cara de sorpresa fue exactamente la misma de todos los que se encontraban ahí, al ver que no estaban solos.

Y lo sabia, alguien terminaría perdiendo aquí.

¿Lo peor? Que el estaba casi seguro de saber quién sería.

Kevin por otro lado, sintiendo como el dolor aumentaba cada vez más dentro de su corazón, se lamentó de no haber correspondido a todas esas mujeres que se le lanzaron encima en su viaje. Estúpidamente rechazo todo por el amor que sentía por aquella pelinegra.

Irónico, ¿no? así que el simplemente negó con la cabeza, miro al piso, soltó una pequeña risa seca para después darse la media vuelta.

Alana por instinto sin darse cuenta de lo que estaba haciendo estiró su brazo para tomar la mano del peli negro y evitar que se fuera.

La mirada de los dos hermanos se arribó a sus manos entrelazadas, ambos con distintos pensamientos dentro de su cabeza.

Felipe, quien en ese momento temía que la bomba fuera a explotar se lamentaba de no haber detenido al menor antes.

Óscar, lleno de confusión miraba los gestos de las personas frente a él. Y una idea loca se cruzó por su mente la cual intentó desechar de inmediato, por qué eso no podría estar sucediendo, eso no podría estar pasando, ¿cierto?

Alana, sintió la corriente eléctrica recorrer todos su cuerpo como lo hacía cada vez que su piel colisionaba con la cálida piel de Kevin, las mariposas volaron por su vientre, pero el miedo le ganó a todos esos sentimientos enamoradizos.

Kevin, el volvió a la vida cuando volvió a tocarla, su dolor pareció disminuir, pero su burbuja de fantasía se rompió al darse cuenta de que ya no habría vuelta atrás.

Cuatro de ellos lo sabían.

Ya no habría manera de justificar lo que Óscar acababa de ver, simplemente no.

Y la bomba de tiempo explotó cuando la cordura se fue de la mente del mayor, y tuvo fuerzas para levantarse del sillón.

—¿Que esta pasado aquí?.—su ronca voz resonó por el lugar como si no hubiera nadie más en ese edificio.

La mirada nerviosa de Felipe fue lo primero que el mayor recibió como contestación.

La delgada mano de Alana soltó la de Kevin de inmediato.

Entonces, el futbolista la miró una última vez antes de atravesar a levantar la mirada hacia su hermano mayor.

Todo el miedo que llegó a sentir al darse cuenta que había sido descubierto fue remplazado por una enorme ira que casi lo hace reventar al ver como sus labios se encontraban hinchados aún.

Respiro profundamente, inhalo y exhalo para tranquilizarse, pero eso no sucedió.

—¿¡QUE VERGAS ESTA PASANDO AQUÍ, KEVIN?!

Fue ahí cuando Alana se atrevió a girarse y verlo también.

Sus ojos se cristalizaron al recordar todas las veces que esos gritos iban dirigidos a ella, su cuerpo comenzó a temblar del miedo e instintivamente se echó para atrás hasta chocar con el cuerpo de Kevin quien rápidamente sin pensar la tomó por el vientre y la pegó más a él.

Y Óscar no pasó por desapercibido esa acción que no hizo más que encender la llama.

—Tienes tres segundos para soltarla.—su voz se hizo más profunda.

—No lo hare.—lo desafió.

—SUELTA A MI MALDITA MUJER!.—su paciencia se agotó.

Y la de el también.

—¡ELLA NO ES TU MUJER!.

—CLARO QUE LO ES!!!! ES MI MALDITA NOVIA KEVIN. Y SI NO LA SUELTAS EN ESTE MOMENTO...

—QUE ELLA NO ES TUYA. YA NO LO ES.

—Lo es, y la quiero de vuelta.

Alana no podía dejar de temblar del miedo y la vergüenza que sentía en estos momentos, no se soltaba llorando como loca solo por que aun se encontraba en estado de shock, al lado del más alto de todos que miraba a cada uno sin saber cómo podría intervenir.

—Pues eso no va a suceder, Óscar.

El antes mencionado encaró sus cejas y se acercó más en un intento de intimidación.

—¿Como estas tan seguro de eso, Nahin?

—Por que yo la amo, y ella me ama a mi.

FIN




























ahhh nsc

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Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora