treinta y siete

1.7K 109 15
                                        

Subí lo más lento que pude las escaleras, sentía mi corazón bombear con fuerza dentro de mi pecho, mis manos comenzaban a sudar y por más que las intentaba limpiar en mi camiseta no lograba quitarme la sensación pegajosa de estas.

Pero ya, ya no podía darle más largas a lo que estaba por suceder, ya tenía que enfrentarlo y poner las cartas sobre la mesa de una vez por todas, antes de que todo volviera a explotar.

Tenía que ser fuerte e intentarlo, ya no quería seguir viviendo con el miedo constante y la incertidumbre de no saber que sería de mi, y de mi vida. Ya no.

Luego del accidente comencé a ver mi vida desde otro punto de vista. El recordar la sensación del frío piso sobre mi espalda, el olor a hierro de la sangre salir de mi cabeza y las caras preocupadas de toda la gente que se acercaba a mi me hizo darme cuenta que no quería morir, no quería vivir con el miedo de no despertar un día, así que sería valiente y haría lo que tuve que haber hecho desde un principio, desde hace mucho tiempo atrás.

Respire muy profundamente una vez que llegue enfrente de la puerta, deje salir el aire y luego con mucho miedo levante mi puño para chocarlo en la puerta de madera escuchando de inmediato la voz de Óscar diciendo que pasará.

Cerré los ojos, limpie mis manos una vez más y luego tome perilla de la puerta y la giré dejándome entrar a la habitación.

Óscar desvió la atención de la pantalla para verme a mi.

Hizo un pequeño gesto de sorpresa pero luego se quitó los audífonos del cuello e hizo su silla un poco para atrás.

—Me dijo mi mamá que saliste con Kevin.—dijo con su voz ronca. Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

—Si, fuimos por una nieve.—respondí temorosa. El solo asintió.

Temerosa recordé a lo que venía y hablé.

—¿Tienes tiempo para hablar?.—dije aún en voz baja.

—Si, obvio, ven.—se levanto de la silla y fue hasta el pequeño sillón que había, se sentó en un lado y me señaló el otro para que tomara asiento también.

Camine hasta ahí y me senté, mi rodilla rosó con la pierna de Óscar y de inmediato la retiré y pase mis manos por los pants para disimular mi acción.

El se aclaró la garganta y giró un poco su cuerpo para quedar frente a mi.

—¿De que querías hablar?.—comenzó la conversación que tanto había retrasando.

Vamos Alana, tu eres fuerte, tu puedes hacerlo.

—Yo...—baje mi mirada a mis manos con las cuales había comenzado a jugar entre ellas.—No se como decirlo.

—Solo dilo, yo te escucho.—respondió Óscar.

Había tantas cosas que quería decirle, tanto que quería reclamar, gritar, confesar, había demasiadas cosas en mi mente, y a la vez, no había ninguna. No sabía que decirle, no tenía ni la menor idea, así que hice lo único que se me ocurrió, abrí mi corazón hacia el una vez más.

—¿Que nos paso?.—mi mirada de dirigió a su rostro, el ya me estaba viendo y pude ver en ellos como flaquearon ante mi pregunta.

Inconscientemente mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, tal vez de tristeza, o tal vez era la culpa que me carcomía por dentro al saber lo que yo había hecho.

Óscar se quedó en silencio unos segundos, pasó sus manos por su cabello y suspiro frustrado.

—No se.—contestó quitando la mirada.—No se qué nos paso.

Yo mordí mi labio nerviosa y mire mis pies descalzos.

—No puedo más Óscar, ya no puedo.—mi voz se quebró a media oración.

El volteó a verme y puso su mano sobre la mía.

—Alana....

—No, ya no podemos fingir más, yo se que tu no me quieres, y yo...— ¿como podía decirle que tampoco lo quería más?

—Si te quiero, yo te quiero, mucho.—me dijo.

—Por favor, tú dejaste de sentir algo por mi hace mucho tiempo.—no quería enojarme, nada de esto lo decía como reclamo, era simplemente yo desahogándome.

—Alana, yo...

—Yo me daba cuenta, me di cuenta desde la primera vez que lo hiciste...—carraspeó.—La primera vez que estuviste con alguien más, pensé que era mi imaginación, que estaba siendo paranoica, entonces llego la segunda, la tercera y así sucesivamente hasta este punto.

Sus ojos comenzaron a ponerse rojos provocando que sintiera culpa dentro de mi.

—No somos sanos juntos, tenemos que terminar, por el bien de ambos.—solté la bomba.

El comenzó a negar con la cabeza y se paro.

—No, no, nosotros...el bebé.

Otra oleada de culpa me golpeó, no podía estarlo culpando a él de todo cuando sabía perfectamente lo que yo había hecho.

—Pasó lo que tenía que pasar, y por más que me duela tenemos que hacerlo, tú no eres feliz, me tengo que ir.

El tomo mi mano, y por alguna razón ya no tuve miedo, deje de temer y le permití tocarme sintiendo un enorme peso salir de mis hombros

—Pero...estás recuperándote, tienes que estar aquí, no tienes a donde más ir.—dijo.

Lo sabía, estaba bastante consciente de eso.

—Buscaré un pequeño departamento, tengo dinero para rentarlo unos meses y buscaré un trabajo, estaré bien.—también yo me paré del sillón aún con su mano en la mía.

—Pero estas débil aún, el doctor dijo que tomaría semanas tú recuperación...—comenzó.

—Lo se, pero yo podría...—me interrumpió.

—No, no.—negó.—Tienes que quedarte aquí, tienes que estar aquí con nosotros, tienes que estar bien. Mi mamá, Felipe, Kevin, todos nos preocupamos por ti.

Lo sabía, sabía que lo hacían y eso provocaba que me sintiera más mal conmigo misma.

—Quédate aquí hasta que te recuperes, buscaremos un lugar para ti y nos daremos el tiempo que necesitemos para sanar, lo arreglaremos todo, ¿si?

¿Como le explicaba que nada se podría arreglar?

Tenía que irme, lo haría.

a q no se lo esperaban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

a q no se lo esperaban

Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora