uno

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—Oscar, ¿estás seguro que esta es una buena idea?.—los nervios me invadían, aunque sabía que era un poco tarde para esto pues ya estábamos frente a la gran puerta de madera con todas mis maletas en mano.

—Ya te dije que si bebé, ya hablé con ellos y no tienen ningún problema.—me animo una vez más mi querido novio.

—Pero, ¿y si?...

—Y si nada, Alana, todo esta bien. Todos estuvieron de acuerdo en que vivieras aquí.—dijo.—Mi mamá es la más feliz de que haya otra mujer, Felipe pasa la mayor parte del tiempo trabajando y Kevin ni si quiera está aquí, y cuando llega se encierra en el cuarto y no sale. No tienes porque preocuparte.

Mis nervios disminuyeron un poco, solo un poco. Y es que imagínense, estar apunto de entrar a la casa en donde vivirás con tu novio y su familia.

Definitivamente estaba reconsiderando mi decisión, pero ya tarde para arrepentirme.

—Ya, no te quemes más esa cabecita, todo saldrá bien.—se acercó y besó mis labios cortamente y luego abrió la puerta.

—Ya llegamos Ma.—mi novio grito mientras dejaba las maletas en un costado de la puerta.

Doña Norma salió de la cocina limpiándose las manos en el delantal y nos recibió con los brazos abiertos.

—Ay mis niños! Que bueno que ya llegaron.—primero me abrazo a mi con fuerza y dejo un beso en mi mejilla, luego repitió la misma acción con su hijo.

Amaba la relación que tenía esta familia, eran tan amorosos entre ellos que me causaba envidia.

—Llegaron justo a tiempo, la cena acaba de salir del horno.-nos aviso con una sonrisa.

—Que Rico huele ma, ¿lasaña?.

—Mjm.—asintió con la cabeza.

—Bah! ¿que festejamos o que?.—bromeó mientras caminábamos rumbo al comedor.

—Ay mijo, como que qué. Festejamos que Alana se quedará aquí.—dirigió su mirada a mi con ternura.—Y también que mi Niño llegó hoy de España.

—¿Kevin ya llegó?.

—Sii, llego hace horas. Ahorita debe de estar dormido.

No quería ser maleducada y retirarme a media conversación, pero de verdad estaba haciéndome pipí que no pude evitarlo.

—Disculpen, voy al baño rápido.

—Está bien cariño, solo que el baño de abajo no está sirviendo, si quieres ve al de arriba.

—Ahorita regreso.—deje mi bolsa en la silla y me dirigí a las escaleras hasta subir al segundo piso.

Iba tarareando una canción de peso pluma, llegue hasta la puerta del baño y la abrí.

—¿Que pee...?

—Ahhhhhh.

Cerré los ojos de inmediato en cuanto vi lo que había frente a mi.

El menor de los Álvarez estaba dentro del baño, y parecía que acababa de salir de bañar pues tenía solo una toalla blanca enredada en su cadera.

—Perdón, perdón perdón.—murmuré el repetidas ovaciones con mis ojos todavía cerrados.

Solamente escuché una suave risa que me hizo sonrojar.

—Tranquila Alana.—Kevin respondió divertido.

—Perdón, es qué de verdad pensé que no había nadie, no era mi intención.—seguí disculpándome.

—De verdad está todo bien, fue mi error por no poner el seguro.—fue ahora Kevin el que se disculpó.

—No no, yo...

—Que todo está bien Alana, ya puedes abrir los ojos.

Lentamente abrí los ojos encontrándome ahora con Kevin con una playera blanca cubriendo su trozo.

—Perdón otra vez.—me disculpe una vez más.

—No pasa nada, de verdad. Yo ya me voy, pásale.—Kevin se hizo para un lado haciéndome espacio para que pasara.

Yo le tome la palabra y camine hacia el baño deleitándome de su masculino olor a perfume y jabón de baño que inundo mi nariz.

El hermano menor de mi novio volteó a verme una última vez y me sonrió, luego, se fue rumbo q su habitación cerrando la puerta a su paso.

Asegurándome de cerrar bien la puerta, me baje los pantalones y me senté en el escusado para hacer lo que tenía que hacer.

Y no pude evitar recordar la imagen que acaba de presenciar.

El bronceado y marcado abdomen de Kevin, con gotas de agua chorreando desde su pecho tatuado hasta su V no podían salir de mi cabeza.

Por un solo instante pensé en cómo de sentirán esos cuadritos en las yemas de mis dedos. Como se sentiría trazar cada una de las líneas de la tinta de su pecho.

¿Su piel sería caliente? ¿Tibia? ¿Fría? ¿Tendrá puntos débiles? ¿Se erizaría su piel si lo tocara? ¿Como sería si......?

No, no, no.

No debería pensar así de mi cuñado. Sacudí mi cabeza varías veces para sacar esos estupidos pensamientos de mi mente, pero, definitivamente la mujer que tuviera la oportunidad de estar con el sería muy suertuda.

Y una vez que termine, me lave las manos y baje de nuevo al comedor donde todos me esperaban ya.

El primero en notar mi presencia fue Kevin.

De inmediato me sonroje al recordar la incómoda escena que habíamos pasado minutos antes lo que provocó que riera cortamente mientras me seguía mirando.

Y fue eso lo que llamó la atención de los demás de la familia quienes voltearon a verme y me invitaron a sentarme a comer.

—Gracias.—murmure a Kevin quien había jalado la silla para que me sentara.

El solo asintió y volvió a su lugar.

—Bueno, hora de bendecir los alimentos y agradecer por mis niños que están en casa.—hablo mi suegra extendiendo su mano para que nos las tomáramos.

Con mi mano izquierda le di la mano a mi novio, quien tomó la mano de su mamá, ella agarro las manos de sus dos hijos lo que me dejó a mi teniendo que tomar la mano restante de Kevin.

Mi piel se erizó en el momento que mi helada mano hizo contacto con la su tibia piel.

Baje mi mirada al la mesa para ocultar mi sonrojo, mientras que el menor de la familia solo pensaba una cosa.

Su plan de quitarle el seguro a la puerta cuando la escuchó subir había funcionado a la perfección.

primer capitulóooo, cuéntenme que opinan

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Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora