Ella y yo
Dos locos viviendo una aventura
Castigada por Dios
Un laberinto sin salida
En donde el miedo se convierte en amor
Alana Guzmán estaba enamorada.
Enamorada de un Álvarez.
Su mundo entero era su novio y sus ojos.
Alana estaba perdidamen...
Tarde en la madrugada los dos muchachos llegaron a la casa de la familia Alvarez. Kevin fue el primero en bajar para abrir la puerta pues Alana había caído rendida a la mitad del camino, y ahora se encontraba dormida recargada en la ventana del auto.
En cuanto entro iba a gritarle a su madre para avisar que había llegado, pero justo en el mueble de la entrada se encontraba una nota con un mensaje escrito por doña Norma.
"Salí con mi comadre Tere, regreso mañana."
Era lo que estaba escrito, así que, eso significaba que los dos tendrían la casa sola toda la noche.
Un millón de ideas comenzaron a correr por la mente de Kevin, unas más fuertes que otras, sin embrago el solo sacudió la cabeza eliminando esos pensamientos y salió de nuevo hacia el auto.
—Alana, ya llegamos.—susurro en el oído de la muchacha intentando levantarla.
—Mmmm.—un murmuro adormilado fue lo único que consiguió como respuesta, por lo que Kevin decidió quitarle el cinturón cuidadosamente, y luego, con toda la calma del mundo pasó su brazo por la espalda de Alana y la levantó.
La muchacha asustada abrió los ojos de golpe en cuanto sintió el contacto físico.
—Shh, tranquila, voy a llevarte adentro.—dijo kevin una vez que la cargo en sus brazos y salió del carro.
Alana quería bajarse de brazos de su cuñado, pero su sueño y cansancio era tanto que simplemente asintió y volvió a cerrar los ojos recargando levemente su cabeza en su pecho.
Una paz inmensa se apoderó de su cuerpo, el calor que el cuerpo de Kevin emanaba más el olor que le llegaba directamente de su cuello le provocaban escalofríos que recorrían toda su espina dorsal.
Por otro lado, el corazón de Kevin de inflo de alegría cuando miro hacia abajo encontrándose con Alana cómodamente dormida sobre su pecho.
Una sonrisa gigante de pinto en su rostro y la sostuvo con más fuerza contra su cuerpo.
Cuidadosamente subió las escaleras dudando sobre en cual habitación dejarla, deseaba con todo su ser verla recostada en su cama, entre sus sabanas, pero por otro lado no quería que despertara y se asustara al estar en un cuarto desconocido así que optó por la segunda opción y camino hasta el cuarto de su hermano.
Abrió la puerta, luego con una mano movió las cobijas hacia un costado para después, con todo su pesar inclinarse y dejarla suavemente acostada en la cama.
Alana se removió incomoda sobre su lugar al sentir el colchón bajo su espalda, Kevin se espantó creyendo que se despertaría pero no lo hizo, simplemente se acomodó y luego se hizo bolita sobre la cama.
El futbolista decidió quedarse un rato ahí para asegurarse de que Alana estuviera cómoda, además de que aprovechó ese tiempo para recorrerla con la mirada detenidamente.
Primero miro su cara, su ceño relajado, luego la bajo hasta sus labios que formaban un pequeño puchero, después mire su cuerpo cubierto por el arrugado vestido negro que traía, este de había subido bastante por sus piernas dándole la oportunidad de mirar sus muslos descubiertos.
Pero es que, los ojos de Kevin no podía pasar nada más que una cosa, aquellas pequeñas manchas moradas al rededor de sus piernas, sabía perfectamente que eran.
Moretones.
Sin embargo se negaba a creer que aquellos eran producto de su hermano, tenía que haber otra explicación, pero no sabía como sacar a flote ese tema así que siguiendo viendo a Alana dormir, hasta que se dio cuenta cómo volvía a removerse por la cama mientras que con sus manos movía su vestido dándole a entender una cosa, el vestido no le permitía estar cómoda.
Entonces, con mucho cuidado y fuerza de voluntad se acercó de nuevo hasta ella para después bajar su vestido por sus piernas hasta dejarla en ropa interior.
En ese momento volteó hacia otro lado y a tientas logró ponerle una camiseta más grande.
Una vez lograda esa tarea volvió a verla por última vez antes de decidir salirse rumbo a su cuarto.
Pero, antes de que cruzara la puerta escuchó como Alana comenzaba a murmurar cosas.
—Quédate.—decía entre sueños estirando su mano en dirección de Kevin.
Este rápidamente volvió a ella.
—Estaré enseguida amor, todo está bien.—susurro.
—No, quédate.—repitió ahora tomando su brazo para evitar que se fuera.
—Debes dormir.—una vez más Kevin intento hacerla entrar en razón.
—Quédate conmigo, por favor.
Kevin no pudo hacer nada más que obedecer, así que se sentó en la cama a un lado de ella y comenzó a acariciar su cabello suavemente.
Alana sonrío aún con los ojos cerrados y volvió a acomodarse.
Kevin la miro con sus ojos brillosos, y no pudo evitar inclinarse y besar su frente con ternura provocando que su sonrisa se ensanchara más.
Y luego, sin que este se lo esperara pasó su mano por su cuello e hizo fuerza para que terminara también el recostado sobre la cama para después aferrarse a él en un abrazo.
El calor subió por el rostro de Kevin al ver la posición en la que estaban.
Alana lo abrazaba mientras que sus rostros se encontraban frente a frente.
Era como un sueño, tenerla tan cerca de él era un sueño hecho realidad, eran pocos centímetros los que alejaban su cara del de ella, y entonces se preguntó.
¿Que pasaría si le roba un beso?
Un pico, un simple roce de labios era lo que el necesitaba para sentirse completo. Un pequeño contacto.
Uno solo...un.....
Y no se dio cuenta de lo que hizo hasta que sus labios chocaron contra los de Alana en un pequeño pico que duró un segundo.
Las mariposas explotaron dentro de su estómago y juro sentir que voló por las nubes al sentir la suavidad de sus labios, tal y como siempre lo imagino.
Si esto era un sueño, el no quería despertar nunca.
Entonces ocurrió lo que jamás se esperaría.
Alana lo besó de vuelta.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
quien vota pq tengan relaciones físicas interpersonales prohibidas????