cinco

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La gente comenzó a hacer un círculo al rededor ansiosos de descubrir que había pasado y quien se había desmayado.

Felipe y su novia fueron los primeros en acercarse a Kevin quien sostenía en brazos a Alana en el piso.

—¿Que pasó?.—pregunto Sol, su otra cuñada mientras se agachaba junto con su novio.

—No lo se, solo vi como se puso pálida y empezó a tambalear, así que imaginé que se desmayaría.—respondió kevin con la cabeza de Alana recargada en sus piernas.

Sol de inmediato le pidió a Felipe que fuera por hielos y una botella de alcohol para intentar despertarla.

La gente seguía en el círculo observando lo que estaba pasando, mientras que Felipe seguía con miles de pensamientos en su cabeza.

¿Donde estaba Óscar? ¿Por qué Kevin actuaba de esa manera con la novia de su hermano?

Sabía que Kevin era un buen muchacho, siempre se preocupaba y veía por el bienestar de los demás, pero con ella era diferente.

Más de una vez había sido testigo de las miradas que le lanzaba su hermano menor a su cuñada. La veía cuando creía que nadie prestaba atención.

La miraba fijamente, cada uno de sus movimientos, si caminaba la seguía, si hablaba no le prestaba atención a nada más que a ella.

Y creía saber por qué era que sucedía eso, más se obligaba a él mismo a quitarse todos esos pensamientos de la cabeza pues no era posible. Era sólo el delirando, creando teorías sin sentido en su cabeza. Su hermano menor no podía estar enamorado de la novia de su otro hermano.

Felipe regresó luego al círculo quitando a unas cuantas personas de su camino hasta llegar a donde su familia estaba.

De inmediato le pasó el vaso con hielos y la botella de tequila reposado.

—Ahora necesito algo, una tela o un algodón.—una vez más Sol les dijo.

Kevin sacó de su bolsa del pantalón un pañuelo de tela que le pasó, ella abrió la botella y la vació en el pañuelo, luego le dio el vaso de hielos a Kevin y le ordenó algo más.

—agarra un hielo y pásalo por su nuca.—Kevin asintió y rápidamente hizo lo que le dijeron.

Pasó el pedazo de hielo por su suave piel mientras que ella acercaba el pañuelo a su nariz para que Alana lo oliera.

Y funcionó, pues unos pocos minutos después Alana comenzó a abrir sus ojos, topándose así directamente con los ojos cafés de Kevin que la observaban con preocupación.

—¿Que sucedió?.—le preguntó Alana a Kevin con voz entrecortada.

—Te desmayaste.—respondió el menor usando todo su autocontrol para no acariciar su mejilla. 

Alana solo cerró los ojos de nuevo e intentó pararse.

Felipe, Sol y Kevin la ayudaron y la sostuvieron hasta que estuvo de pie.

Toda la gente se había comenzado a dispersar para seguir con la fiesta dejando solamente a ellos cuatro.

—¿Y Óscar?.—preguntó Sol en un susurro intentando que Alana no escuchara, sin embargo todos lograron escucharlo provocando que la incomodidad llegara.

Sin embargo a Alana no le preocupaba donde estuviera, lo único que quería era regresar a casa. Pero no a la casa de los Álvarez, quería volver a su casa.

—Yo creo que lo mejor sería que fueras a casa.—aconsejó Sol.

—Si pero, ¿como lo hacemos? Todos estamos muy borrachos como para manejar.—respondió Felipe.

Ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora