Capítulo 13

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Fuimos hasta una de las máquinas expendedoras, la que está cerca del gimnasio, pues es temprano y no hay nadie ahí.

—A ver —Clara me tomó de los hombros y me hizo tomar asiento en la banca de madera. Ella se sentó a mi derecha, Mike a mi izquierda, se inclinaron hacia enfrente y entrelazaron una mano, haciéndome una barrera. En serio no pienso irme—. ¿Qué carajos fue eso? —expresó su duda.

—¿Qué cosa?

—El arrumaco de la Presidenta contigo —le siguió Mike.

—Suena a lo que hacen los perros...

—¡Concéntrate! —Clara alzó la voz—. Ayer la saludaste, hace un rato escuché que se fueron juntas y la vimos abrazándote.

—Cuando te acercaste, yo pensé que la ibas a besar —añadió el chico. Así que sí parecía un beso. Vaya.

—Si siguen así, van a empezar a rumorear que ustedes salen.

—No porque sea un rumor sería falso —le reparé a la chica.

Ambos se soltaron las manos mientras se miraban entre sí. No estoy segura de si entendieron lo que acabo de dejar implícito...

—¡¿Estás saliendo con ella?! —gritó Clara.

—... —Sí entendieron—. Sí.

—¡Santo Dios! —Mike se puso de pie—. ¿Desde cuándo?

—El fin de semana.

Eso sería desde hace tres o cuatro días.

—No, a ver —Clara solicitó una pausa—, el domingo hablamos y me dijiste que no te interesaba.

—Cambié de opinión.

—No se cambia de opinión así nada más. Y, aunque así sea...

—¿Solo decidiste que te gustaba y empezaron a salir? —completó Mike.

—Sí.

No sé qué quieren que les diga. Sin importar que todo esto es una completa mentira, si en serio me hubiera gustado esa chica, la habría hecho mi novia, después dedicaría tiempo para conocerla y esas cosas y, si no resultaba, simplemente hubiera terminado con ella.

En cuanto a ellos no sé, pero yo no tengo tiempo ni interés en cortejar a nadie ni en que lo hagan conmigo.

Con Vicente, lo rechacé con toda seguridad porque no me atrae y no iba a perder tiempo, que no tengo, con él, ni tampoco hacerle perder el suyo.

—¿Te gusta? —cuestionó el chico.

—Si no, ¿por qué saldría con ella? —respondí.

Clara se puso de pie, mirando a la nada, luego se volvió a mí y colocó las manos en su cadera.

—Dime tres cosas que te gusten de ella —ordenó.

Subí ambas cejas. ¿Tres? No tengo ni una.

—... Es... Es linda.

La chica entrecerró los ojos.

—¿Te refieres a su personalidad? —preguntó Mike.

—Y físicamente, esas ya son dos —tomé la oportunidad aun si no tengo el rostro de esa niña en la mente—. Y me gusta... que sea obstinada, en conseguir lo que quiere —Eso lo pensé recordando las veces que me insistió con esto y en que estaba segura de conseguirlo, pues unas horas después de decirle que sí, ya tenía armado todo un método.

—... —Clara bajó las manos, después sonrió—. Hacen una bonita pareja.

Dios.

—Tenemos que volver a clase —les recordé.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora