Capítulo 44

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La siguiente clase no la tuvimos por no sé qué cosa de la profesora, en fin, estoy con Clara y Mike en la sala del Consejo, además de con América y Danielle.

Hemos estado más de media hora en perfecto silencio.

Clara, sentada en una silla, con las piernas y brazos cruzados, me volteó a ver, con evidente molestia.

—Ya, haz algo —casi me ordenó.

Me levanté, me dirigí al escritorio y me puse en cuclillas, cerca de la silla detrás de este, donde se encuentra Julieta, con la cabeza recargada en la mesa, cubriéndose con los brazos y el cabello.

—¿Quieres levantarte? Me estás preocupando —le susurré a la chica.

Julieta había estado así desde que llegamos y, de hecho, fue por eso que sus amigas me llamaron.

Levantó la cabeza, sin mostrarla por la cortina de cabello, se recargó de espaldas en el escritorio, sujetó mi brazo para tirar de mí y que me levantara y luego me abrazó.

Le toqué la cabeza con una mano.

—¿Todo esto es por Noel? —pregunté, a lo que asintió.

—¿La chica de intercambio? —cuestionó Mike. Las amigas de Julieta le respondieron que sí con un gesto.

La chica me soltó, se pasó las manos por la cara y al fin me miró.

—¿Por qué traes esto? —intentó tocar la mascarilla, solo que tomé su mano.

—Alergias —mentí. Sujeté su rostro con ambas manos—. Puedes hacerlo, estaré contigo. Solo llámame si me necesitas y vendré enseguida, ¿está bien?

Colocó una mano sobre una de mis muñecas y asintió. Le di un beso en la frente, a través de la tela, luego me retiré con Mike y Clara, porque en el Consejo tenían cosas que hacer, nosotros no.

Antes de volver al aula, pasamos a comprar algo para desayunar y aprovechar la media hora que todavía teníamos libre. Yo opté por una paleta helada para aliviar el dolor en mi labio.

La herida me ardía con el aire.

Noel no está aquí, después de que se presentara, alguien del Consejo se la llevó a recorrer la escuela.

—¿Entonces? —Clara demandó una explicación sobre Julieta en cuanto tomó asiento en mi mesa.

—Noel es una chica con la que ella salía —hice una mueca y toqué la herida. Necesito una vendita.

Ambos se miraron entre sí.

—¿Fue muy en serio? —cuestionó Mike.

—Podría decirse —divagué—. A Julieta en serio le importaba, pero ese no es el problema, sino que, por esto y aquello, no quiere verla ni en pintura y ahora la tiene aquí, en este grupo.

—Y, ¿quién está más molesta, tú o ella? —volteé a ver a Clara al escucharla decir eso.

—Me molesta ver a Julieta así. Lo que ocurra con esa mujer me da lo mismo —respondí.

—Claro —condescendió la chica—. Mira, no quiero meter cizaña entre ustedes, pero, ¿te das cuenta de que si a Julieta le afecta tanto es porque le sigue importando?

—... —desvié la vista.

—No tienes derecho a enojarte cuando tú estás en la misma situación —apuntó Mike, a quien le enterré la mirada al instante y se encogió de hombros. Volteé a ver a Clara.

—Lo que me digas es como si se lo dijeras a él y viceversa —se explicó. Entonces ya le contó lo que le dije sobre aquella relación que tuve.

No me importa, es que ni siquiera le expliqué del todo la situación y ahora, si los dos me preguntan, va a ser más difícil eludirlos.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora