Capítulo 66

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No sabía que había pasado toda la noche en la misma posición en la que me quedé ayer hasta que llamaron a la puerta.

De cualquier forma, no me moví, ni tenía intenciones de responder.

Lisa —hablaron al otro lado—, soy Anthony... Necesito saber que estás bien, solo di algo y...

—Vete.

Después de eso, pasé un rato más donde estaba hasta que tuve que ir al baño, luego volví a la sala y vi todo el desastre que tenía que levantar.

No hice nada.

Fui a la nevera a sacar una de las latas de cerveza que trajeron y regresé al piso a tomarla.

Suspiré mirando al techo.

Supongo que se acabó. No voy a pedir una explicación ni a darla, lo único que sé hacer es dar la vuelta e irme, porque, la última vez que me puse en medio y tomé la responsabilidad, me encerraron en una celda.

No pude explicarles nada a Iñaki y Ariana, en su lugar, preferí perder a la única familia que me quedaba antes que contarles lo que pasó. No tuve el valor de pedir una segunda oportunidad, sabía que no me la merecía.

Mike y Clara solo tienen que continuar como si nunca me hubieran conocido.

Y no voy a ir por Julieta, no puedo hacerle eso. Jamás la arrastraría conmigo al infierno en el que yo misma entré.

No regresé a la librería, por lo que definitivamente ya me despidieron. En cuanto al instituto, tampoco. Si me dieron de baja y perdí la beca, no me interesa y no es por la profunda tristeza que puso mi alma tres metros bajo tierra, sino que tengo que aceptar que era una pérdida de tiempo.

No tengo una vida que mantener, no estaba saliendo adelante, estaba aferrándome a sobrevivir cuando sabía que era una batalla perdida.

La verdad es que había días en que no me podía ni levantar... Eso no era vivir.

Llamaron a la puerta e iba a ignorarlo, en cambio, volvieron a tocar, con desesperación, y creí que, al no obtener respuesta, se habían ido, sin embargo, el casero abrió con la llave de repuesto.

—Dios... —expresó el hombre al ver el interior del departamento.

—Nosotros nos encargamos, no se preocupe —le dijo Clara y casi lo obligó a irse.

Mike se acercó enseguida, a ponerse en cuclillas delante de mí.

—Lisa, ¿qué pasó? ¿Por qué te haces esto?

—Creí haber sido muy clara cuando les dije que se fueran...

—¡Ya basta! —me regañó Clara—. No te vamos a dejar así. ¡¿Qué demonios estás haciendo?!

—Por favor..., nada más fueron unas horas.

—Han pasado cinco días —dijo Mike, empezando a enojarse tanto como la otra.

¿Cinco? Tenía la impresión de que hace tan solo unos diez minutos vino Anthony a preguntar si seguía con vida.

Me pasé las manos por el cabello y sentí en las hebras los cinco días sin darme un baño. Me levanté tambaleándome.

—Si quieren hacer algo —hablé camino al sanitario—, limpien todo esto.

La ducha me llevó como media hora. Tuve que lavar mi cabello dos veces y remojarme en la tina hasta quitarme el olor de la cerveza y el licor que tomé.

Ni siquiera sentí la cruda, porque fue como una misma noche.

Volví a la sala secándome el cabello. Mike y Clara estaban recogiendo todo.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora