Capítulo 21

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Iñaki estacionó en la entrada del instituto. Linette comenzó a guardar sus cosas con tranquilidad, sin importarle la fila de autos detrás.

—Salgo a las tres —anunció la chica y, desde el asiento trasero, se acercó a darle un beso en la mejilla a su padre, después bajó.

—Gracias por traerme —abrí la puerta.

—Lisa —me detuvo—, ¿te sientes bien?

—... Sí.

—Sabes que me puedes contar lo que sea, o a Ariana... Nos preocupas mucho y, todo lo que sea importante para ti, lo es para nosotros.

Solo pude asentir.

Al escuchar un claxon detrás, bajé del auto.

No esperaba que Iñaki me dijera eso, de todas maneras, no por sus palabras, tengo que decirle que no iré a ver a mi padre hasta dentro de tres semanas, esperando que no vaya a verlo o lo haga venir aquí.

Por un lado, el tiempo libre será bueno. Necesito dormir.

Ya no me duele la cabeza, en cambio, mi cerebro sigue palpitando. Lo que ayer Julieta me dio me cayó muy bien.

Llegué directo a tomar asiento.

—Te ves mal —apuntó Mike, sin despegar la vista de su teléfono. Todavía no llega Clara.

—Y me siento peor —respondí al dejar caer la cabeza sobre el pupitre y me cubrió el cabello.

—Vimos que la librería donde trabajas hará un evento, ¿podemos ir?

—... Como quieran.

Ese evento es esta semana, el viernes. Para entonces, creo que tendré un mejor humor como para tolerarlo. Es probable que, luego de esto, tome la palabra de Vicente sobre cambiar de trabajo.

Puesto que tenía la cara escondida y los ojos cerrados, al sentir que tocaron mi cabeza, sujeté dicha mano, segura de que era de Clara.

—No es Clara —dijo Mike y apreté la mano que tenía sujeta—. No es Clara —se preocupó—. No es Clara. ¡No es Clara! —gritó antes de que rompiera esa muñeca en mis manos.

Abrí los ojos y la miré. Es Julieta. La solté enseguida.

—Perdón, pensé que eras...

—Clara —completó ella, masajeándose la mano—. Toma esto —en mi pupitre puso una botella—, te vas a sentir mejor —dijo y fue a su sitio.

Tomé la botella, es un suero.

—Es tan lindo ver cómo te cuida —susurró Mike, en tono melodioso.

—Cállate.

Ese suero terminó por deshacerse de todos mis malestares. Quiero pensar que lo hizo por el bien de lo que estamos inventando.

Clara no llegó, le marqué una sola vez, Mike unas veinte y jamás contestó. Ella nunca se separa del teléfono, así que algo importante debió haberle ocurrido.

El chico dijo que, sí o sí, teníamos que ir a buscarla a su casa. No es que no quiera, es el trabajo.

En el almuerzo, salí con Mike a comprar algo. Me caería muy bien una sopa como la de ayer, solo que aquí no venden eso.

—De verdad tenemos que ir —repitió por centésima vez sobre ir a ver a Clara.

—Puedo después de las ocho —dije y bebí lo último del suero—, cuando salga de la librería.

—Te espero.

—... Bien.

Tiré la botella vacía en un cesto de basura, luego seguimos caminando de regreso al aula.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora