Capítulo 46

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El viernes, Ariel vino a la librería a demandar la cita que teníamos pendiente, por lo que esperó a que cerrara, me acompañó a casa de Iñaki y le pedí un momento en lo que me cambiaba.

Por suerte, no había nadie en esa casa. Quien me podía meter en problemas si se daba cuenta de que salí con alguien era Linette. El punto es que nadie nos vio.

Tal como prometió, me llevó a un restaurante bastante elegante. Conocía esta clase de sitios por Vicente, en cambio, tampoco es que este muy cómoda.

—¿Estás escribiendo un nuevo libro? —pregunté a media cena.

Me había estado contando que actualmente trabaja en un proyecto con una editorial, solo que no entendí muy bien a qué se refería.

—Una colaboración —respondió.

—Debe ser... —desvié la vista—, fácil para escribirlo, pero, ¿no es complicado compilar ideas?

—Todavía no empezamos. Por el momento, mi editora me pidió una sinopsis argumental del proyecto.

—Oh, ¿y ya te reuniste con quien vas a trabajar?

—No, hablé con ella para ponernos de acuerdo.

—Ella —enfaticé.

—Es una escritora —sonrió—, argentina.

—¿Y qué hay de los modismos?

—Por eso me estaré reuniendo en persona con ella. Luego de que aprueben el proyecto, tanto su editor como la mía, vamos a empezar y lo escribiremos juntos —explicó.

—... ¿Por qué te gusta escribir?

No pude evitar preguntar eso, es que sus ojos brillan cuando habla de su trabajo y nada más quiero saber de dónde nace esa emoción.

Expresó gentileza.

—Cuando era niño, mis padres tenían una relación compleja, no tengo hermanos, en la escuela era muy solitario y... no tenía lugar a dónde ir, así que empecé inventándome uno. Esta ruta de escape que tuve, quise dársela a otros.

Sonreí mirándolo.

—Empecé tu libro, no lo acabé —dije de antemano, a lo que sonrió—, pero creo que es una muy buena ruta de escape. Hubo un tiempo en el que me habría servido de mucho.

Para los días en la celda, leer algo pudo haberme sacado de ese lugar durante al menos unos minutos. Las noches ahí eran lo peor.

—Después te muestro en lo que estoy trabajando, creo que te va a gustar.

—... ¿Esa fue una invitación a tu hotel?

—Depende; si aceptas, sí, sino, jamás me atrevería.

Me reí.

—Esta noche no —determiné.

Terminamos de cenar y volvimos caminando, mientras seguíamos conversando de su trabajo. No miento cuando digo que Ariel me agrada, creo que nos llevamos muy bien, pero... no sé.

—¿Por cuánto tiempo voy a tener que esperarte? —preguntó cuando ya casi llegábamos a la casa de Iñaki.

—¿Ya te cansaste?

—No —respondió convencido—, lo que digo es que quiero hacer más cosas contigo. Yo soy más tradicional y quiero conocer a tu familia y ser parte de tu vida.

—... No es por mi situación —hice referencia a Julieta—. Yo no hago esa clase de cosas —lo miré.

Se detuvo frente a mí.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora