Capítulo 37

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Llevé a Julieta a su habitación un rato después, porque vi que no iba a despertarse y no quería que se enfermara.

Solo la dejé en su cama, al cuidado de América, su compañera de cuarto.

Volví a mi habitación. Mike estaba dormido en la cama de Clara, a quien no vi, por lo que supuse que estaba con Danielle.

Me cambié y fui a dormir.

Unas horas más tarde, me despertó un almohadazo en la cara. En cuanto abrí los ojos, vi que había sido Mike.

—¿Dónde estabas, perra? —preguntó con un vaso de agua en las manos.

Me senté.

—¿Por qué no le preguntas a ella que acaba de llegar? —señalé a la puerta, por donde viene entrando Clara.

—Porque ella sí me dijo dónde estaba —repuso, a lo que la otra expresó superioridad.

—... —bajé de la cama. Tomé mi cepillo de dientes de entre mis cosas y encaminé al sanitario—. Estaba con Julieta.

¡¿Ya se arreglaron?! —curiosearon ambos.

Miré al espejo mientras lavaba el cepillo. Le puse dentífrico y salí.

—... —Me recargué en el marco de la puerta, cepillándome—. Algo así —volví adentro a escupir la espuma y enjuagarme.

O sea, ¿volvieron o no? —cuestionó una Clara ansiosa.

Salí del sanitario. Me acerqué a guardar el cepillo en mi maleta.

—Sí —contesté.

Estoy segura de que la emoción instantánea de ambos fue excesiva e innecesaria.

—¿Y ahora sí ya están bien o solo quieren darse otra oportunidad?

—Otra oportunidad —le respondí a Mike, cepillándome el cabello.

—Bueno, el punto es que están haciendo algo —añadió la chica, dándole el mérito necesario.

—Aunque tal vez no funcione, por lo menos será después de intentarlo —dije.

Posterior a acomodar las camas, bajamos al restaurante a desayunar. El buffet no tiene costo alguno, más que los platillos especiales.

De cualquier forma, comimos lo que nos ofrecieron. Le acerqué una taza de café a Clara al ver que estaba soñolienta.

—¿No dormiste anoche? —canté.

—No iba a dormir —repuso tomando la taza con ambas manos para beber un trago. Hizo una mueca y le puso crema.

—¿A poco sí lo hicieron? —cuestionó Mike.

—Toda la noche —susurró la chica.

—No tienes que contarnos todo —apunté.

—Pero nos puedes contar lo que quieras —insistió el otro.

—Cállate —hablé mirando a la mesa. Los dos guardaron silencio, aun sin no sabían bien a bien porque los había callado, hasta que Julieta, América y Danielle ingresaron al comedor y se detuvieron en esta mesa.

Julieta puso las manos en mis hombros, por lo que la miré hacia arriba.

—Voy a estar en el sauna, ¿te veo en la noche? —preguntó.

—Sí.

Me dio un beso rápido y se retiró con ambas chicas.

—Yo que tú, habría ido con ella —divagó Clara—. ¿No quieres verlo todo?

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora