Capítulo 78

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Sabía dónde encontrarla, de cualquier manera, le envié un texto a Grace pidiéndole que le dijera a la chica que la esperaba donde todo esto comenzó.

Llegué en poco menos de diez minutos, caminé hacia el interior y tomé asiento en un columpio.

Fue en este parque donde su personalidad se distorsionó.

Está acordonado desde que la casa del árbol se cayó y todos en la calle lo supieron, así que en realidad está prohibido el paso, solo que no hay nadie vigilando y por eso entré sin problema.

Parece más abandonado que antes. Creo que el columpio en el que estoy sentada igual podría caerse sin avisar, por el óxido del metal.

Escuché sus pisadas quebrando las hojas caídas y entonces la vi de pie.

Así parece una persona normal.

—Espero que sea algo bueno —dijo con desdén.

—Lo es —aseguré—. Supongo que ya sabes que mi declaración fue la misma que hace cinco años. No tienes de qué preocuparte.

Se cruzó de brazos.

—¿Y cómo sé que la vas a mantener?

—Tú más que nadie sabes que quiero acabar con todo esto. Ya me cansé, Raina. Haz lo que quieras con tu vida, pero no te vuelvas a meter en la mía.

Me miró.

—Quiero recuperarte...

—¿Recuperar qué? —repuse—. ¿El control que tenías sobre mí?

—Lo que teníamos era verdadero, mucho más que el capricho que tienes con esa niña.

—No tienes la menor idea de lo que hay entre nosotras y lamento que jamás lo vayas a conocer. Tú no puedes amar a nadie, no te quieres ni a ti. Lo que sea que te haga feliz, siempre que no dañe a nadie más, mantenlo. Es lo último que te digo como tu hermana —me puse de pie y me acerqué—. Y como la persona a la que le quitaste a su madre —enserié a una corta distancia de ella—, a su hermano y todo lo que tenía, te digo que, si vuelves a meterte conmigo, con cualquiera que sea importante para mí, si siquiera piensas en Julieta, te refundo en una celda.

—... —intentó mantener la calma, tratando de sonreír, algo que fue inútil.

En un halo de desesperación, mirándome a los ojos, se acercó y pretendió besarme. Puse una mano en su boca antes de que tocara la mía y la alejé.

—Deja de humillarte.

Su mirada enrojeció. Está llena de odio, ira y frustración. La conozco, ella no siente más que esa clase de cosas, todas nacidas del rencor, ¿a qué? No tengo idea, pero cargué mucho tiempo con eso como si fuera mi responsabilidad cuidarla y no.

La solté.

—Lisa...

—No me puedes devolver nada —la interrumpí porque no me interesa nada que tenga que decir—, pero no voy a permitir que me vuelvas a quitar algo.

Me fui y no me detuvo. Supongo que entendió que, por lo menos conmigo, perdió.

Admito que pude no haberla buscado, pero tenía que asegurarme de que Julieta iba a estar a salvo, al igual que el resto.

En ese lugar fue que todo empezó a ir mal y siento que acabo de regresar lo que sea que me hubiera llevado que me estuvo persiguiendo tanto tiempo.

No voy a hacer nada al respecto con Raina, me basta con no volver a verla nunca.

Ya encontraré la manera de lidiar con el dolor, los recuerdos y la marca permanente en mi alma.

Regresé poco antes de que oscureciera. Al entrar al departamento y ver a Julieta en la sala, mi corazón se sintió cálido.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora