Capítulo 67

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Vicente se enteró de que perdí el trabajo, desde luego, y vino al departamento a hablar conmigo sobre eso, así como a ofrecerme otras opciones.

—¿Asistente de ventas? —preguntó. Hice una mueca—. ¿Callcenter? —Ahora sí que negué directamente—. ¿Enfermera...? —me miró—. No, olvídalo. ¿Qué tal bartender?

—Yo no sé nada sobre eso.

—Tampoco conocías a un escritor decente cuando entraste a la librería —repuso—. Serías más mesera que otra cosa y servirías tragos sencillos. Es un bar a diez minutos de aquí, está bien posicionado, así que necesitan mucha gente y hay todo tipo de labores. La paga es buena, como para que alcances a recuperar lo que supongo no has juntado.

Lo miré. La verdad es que mi cuenta bancaria está en ceros.

—¿Cuándo me presento?

—Estaría bien mañana mismo.

—... Bien.

Al día siguiente, enseguida del almuerzo, un chico vino a buscarme. No sabía de qué se trataba hasta que me di cuenta de que nos dirigíamos a la sala del Consejo.

Me hizo entrar y tomar asiento con muchos delante, como si esto fuera un interrogatorio.

Danielle y América están aquí y no han dejado de mirarme con cierto recelo curioso. Sé que tienen ganas de preguntar, en cambio, aunque lo hagan, no pienso responder más de lo necesario.

Julieta entró junto con un chico más, directo a su silla.

—... —me miró con mucho trabajo—. Lo que tenemos que tratar contigo es muy...

—¡Perdón! —Clara entró de manera escandalosa, siendo seguida por Mike, quien venía en completa tranquilidad, con las manos en los bolsillos.

—Disculpen, no les pedimos venir —América se dirigió a ambos.

—Somos sus abogados —explicó la chica.

—Esto no es un juicio —se exasperó Julieta.

—Como sea —Mike se tronó los dedos—. Atrévanse a sacarnos.

No pude evitar reírme.

—¿Te parece gracioso? —me preguntó el chico que venía con Julieta.

—Sí —respondí riéndome.

—¡Por favor! —Julieta tomó la palabra. Dejé de reírme—. Entonces quédense, pero en silencio —les indicó a ambos.

Los dos tomaron asiento a mis lados. No puedo creer que hayan hecho esto, aunque debo decir que me tranquiliza que estén aquí.

—Lisa —habló Danielle—, el asunto de tu estadía en un centro penitenciario, me parece que, con ellos dos aquí —hizo referencia a Mike y Clara—, somos los únicos en toda la escuela que lo saben, contemplando al director también.

—¿Tu prima lo sabe? —me preguntó una chica que no conozco.

—No sé —respondí.

—¿Cómo que no sabes? —insistió alguien más.

—No sé —repetí.

—... —América suspiró—. Si no quieres que se corra la voz, deberías hablar con ella.

—Por lo que estás aquí, de hecho, es otra cosa —intervino Julieta—. La beca que tienes es de oportunidades y, dada la situación, también será de reinserción social. Te va a dar otras facilidades y obligaciones. Tu promedio tiene que superar por lo menos el 8.5, habrá indulgencia con las faltas y con los contratiempos que tengas dentro del instituto.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora