Capítulo 77 [+18]

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Desperté antes, salí a la sala para buscar el cargador de mi teléfono y de la nada el gato salió de entre los cojines del sofá.

No me gustaría recordar lo mucho que grité en ese momento.

Me apoyé en la mesa, con una mano en el corazón. Esta no es la primera vez que me asusta así. Al principio, era porque se me olvidaba que estaba aquí y ahora creo que ese animal disfruta hacerlo.

—¡¿Qué pasó?! —apareció Julieta alterada. La miré con molestia.

Como si fuese él al que asustaron, el felino corrió con ella y se escondió detrás de sus pies.

—Julieta, dijiste que se quedaría hasta que le encontráramos un hogar —fui a servirme agua—. Lleva dos meses aquí.

—Ya sé..., nadie quiere un gato callejero —lo cargó—. Mucho menos uno adulto.

—... —suspiré—. ¿Quieres hacer algo hoy?

Me miró y sonrió.

—Me encantan tus cambios de humor.

Le dejamos el gato encargado a Anthony y salimos en la tarde. Fuimos a comer, después al cine y luego solo caminamos por la plaza.

Nosotras no solemos salir mucho, yo no tengo tiempo y a ella no le agrada tanto, sin embargo, además de que era mi día libre, no había escuela, así que podíamos aprovecharlo.

Íbamos de la mano, por lo que, al detenerme, ella tiró de mí sin darse cuenta, entonces volvió.

—¿Qué pasó? —preguntó.

—Me pondré lo que quieras si tú lo haces también —respondí.

—¿Qué? —frunció el ceño. Giré la cabeza hacia el establecimiento a mi derecha; una tienda de lencería—. Tienes que estar bromeando.

—No —tiré de ella para entrar y tuve que poner un poco de fuerza, ya que se negaba a hacerlo.

Si bien la ropa que tengo no es la única, la conseguía por paquetería, de modo que nunca había entrado a una tienda.

Hay mucho y de todo.

—Buenas tardes —saludó una empleada—, ¿buscan algo en especial? —Al instante, Julieta se escondió detrás de mí.

—Estamos bien, gracias —dije para que se fuera y lo hizo.

—¿Cómo sabes cuál? —preguntó Julieta en mi hombro.

—... —eché un vistazo. Entiendo que ella nunca ha utilizado nada de esto, así que será difícil encontrar algo que le guste o la convenza—. Te propongo esto —la volteé a ver—: tú escoges algo para mí y yo escojo algo para ti.

—... —lo pensó—. ¿Te pondrás lo que yo quiera?

Asentí.

—Lo mismo va para ti —advertí.

Julieta empezó a merodear buscando, al igual que yo, cada quien por su lado. La verdad es que todo le quedaría excelente.

Me estoy excitando de solo imaginarla.

Iba a optar por un modelo básico hasta que vi uno perfecto. No es específicamente mi gusto, en cambio, hecho para ella.

—¿Ya lo encontraste? —Julieta se me acercó.

—Sí —la miré—. ¿Y tú?

—Sí.

Para no poner ningún pero, ambas hicimos la compra por nuestra cuenta. Fue hasta que volvimos que pude ver lo que escogió para mí y debo decir que me quedé sin palabras.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora