Capítulo 45

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Ese mismo lunes, tuvimos mucho trabajo por las compras de libros de texto que piden en las escuelas, en la mía inclusive, por lo que estaba muy cansada y nada más llegué a dormir.

Es más, en la clase de en la mañana estaba quedándome dormida otra vez.

—Altea, Aguirre y Vélez —el profesor me espantó el sueño—, a la oficina del director.

Me volví a ambos chicos.

—¿Qué hicieron? —nos preguntamos al mismo tiempo. Entrecerré los ojos al igual que ellos y nos pusimos de pie para salir del aula.

No recuerdo haber hecho nada, por otro lado, apenas es el segundo día de clases. En fin, que llamaran a Mike y Clara también significa que por lo menos no se trata solo de mí.

La secretaria nos permitió entrar en cuanto llegamos. En la oficina estaban, además del director, la profesora de gimnasia, David, tres de sus amigos, dos del Consejo y Julieta.

Empiezo a pensar que sí hicimos algo, solo que sigo sin acordarme de qué.

—Lo que les queremos decir es breve —habló el mandamás—. Profesora —le dio la palabra a la mujer, quien asintió con amabilidad.

—Este mes va a llevarse a cabo el Encuentro Nacional de Basquetbol, financiado por el Centro de Cultura de la ciudad. Participan todas las escuelas interesadas y les queremos hacer la oferta de que vayan en representación de este instituto —explicó ella.

Dios, creí que estaba en problemas.

—A cambio, les ofrecemos un apoyo económico o si necesitan consideración en alguna asignatura que tengan pendiente, lo podemos tratar —añadió el director, con su habitual inexpresividad simpática.

—Antes de que tomen una decisión —volvió a hablar la profesora—, cada escuela puede enviar un equipo solamente, así que... tendrían que conformar uno solo.

Creo que su desasosiego se debe a que ella ha sido espectadora de las diversas querellas que hemos tenido.

—Piénsenlo y nos dan una respuesta en estos días —indicó el hombre.

—Los entrenamientos estarían empezando desde la siguiente semana —una vez que la mujer concluyó, nos dejaron ir.

Salimos al patio y nos quedamos ahí, al igual que David y el resto. Por su cara, supongo que tampoco está de acuerdo.

Yo no quiero, no tengo ni tiempo ni interés.

—No voy a jugar contigo —aseguró David con molestia, dicho eso, se alejó con los otros tres.

—¡Rompiste su corazón! —le gritó Clara, burlándose.

—No lo haremos, ¿o sí? —preguntó Mike.

Negué con la cabeza.

Un día después, estaba haciéndome tonta con la limpieza en la librería. Solo hice un poco y me recargué en el mostrador, revisando mi cuenta bancaria: está en ceros.

Escuché la campana de la puerta y, antes de que levantara la cabeza para ver quién era, Julieta llegó a abrazarme.

Ayer en la salida no la vi, ni hoy en todo el día. El trabajo en el Consejo la tiene muy ocupada.

Respiró en mi hombro, con pesadez, por lo que creí que se quedaría dormida. Volteé a ver al grupo de estudio y me encontré con Noel, quien retiró la atención de nosotras en cuanto la miré.

—¿Qué hace aquí? —le pregunté a Julieta en voz baja, desviando la vista.

—Tiene que conseguir algunos libros y a alguien se le ocurrió decirle que vendríamos aquí.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora