Capítulo 58

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Al día siguiente, había un festival por el 15 de septiembre, de modo que no tuvimos todas las clases para que pudiéramos disfrutar de ello.

Se suponía...

Estaba con Julieta en el aula, sentadas en el suelo, donde no cualquiera podría vernos si es que entraban sin avisar.

Nada más nos estábamos besando y no quería apartarme. Ella tenía la espalda recargada en la pared. La que gozaba del control para acabar era yo y no iba a hacerlo.

Como era de esperarse, entraron sin consideración alguna.

Me alejé y recargué la cabeza en el muro, suspiré asimilándolo. La eufórica voz de Clara me frustró.

—Toma —la chica de pie delante de mí me ofreció una bebida.

—... Gracias —dije con ironía molesta al aceptarle la botella de vidrio.

—¿Y? —Mike se sentó—. ¿Qué pasó con ustedes? —cantó en voz baja, dirigiéndose a nosotras.

Volteé a ver a Julieta, quien miró a sus amigas.

—Ahorita vengo —anunció para luego ponerse de pie.

Salió con América y Danielle, supongo que para explicarles a ambas. Si bien estuvieron de acuerdo con que me quedara cerca de Julieta cuando estaba pasando por lo de su papá, otra cosa es que me aceptaran después de todo lo que le hice.

No es que me importe el consentimiento de ellas dos, en cambio, a Julieta sí.

—Regresaron, ¿cierto? —Clara dio por sentado.

—Empezaron —corrigió Mike.

—Sí —Suspiré—. Lo intenté, pero no puedo ni quiero vivir sin ella.

—¿Le contaste lo que nunca me dijiste? —cuestionó la chica. Mi falta de respuesta respondió—. ¿Ni lo de aquella relación? —Otra vez, otorgué con el silencio.

—¿Corre el riesgo de que se entere por alguien más? —preguntó el chico.

—Nadie lo sabe, así que no.

—¿Por qué no nos dices?, ¿es tan grave? —Clara se desesperó.

—Lo es... —dije mirando a la nada—. No estoy pensando en decírselo.

La librería no abrirá hasta el lunes, así que podía irme directo a casa de Iñaki. Clara y Mike salieron, algo a lo que me invitaron, al igual que a Julieta, solo que yo no tenía humor para eso y mucho menos ella.

Fuimos a casa de Iñaki porque dijo que el ambiente en su hogar no era muy bueno. Entramos, solo que me quedé en el pasillo de la entrada, pensando.

—¿Qué? —preguntó Julieta.

—... —miré hacia las escaleras—. Ahora vuelvo.

Subí al segundo piso, sin hacer ruido y me dirigí en el mismo sigilo a la habitación de Linette, acerqué el oído, entonces lo escuché.

No iba a entrar así nada más, de modo que llamé a la puerta con toda la cordialidad del mundo.

Un minuto después, me abrió la chica.

—... ¿Qué haces... aquí? —preguntó con nerviosismo.

—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —repuse.

No le quedó más que hacerse a un lado y se asomó el otro, René. No necesito preguntar para saber lo que estaban haciendo, lo tienen escrito en toda la cara.

El chico se dispuso a salir de la habitación.

—... Con permiso —masculló encogido de hombros al pasar frente a mí.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora