Capítulo 73

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Lo que le dije fue casi todo. Dejé por fuera el asunto de Raina, eso se lo conté a Julieta porque tenía derecho a saberlo, mas no porque quisiera.

La señora me prestó atención y, una vez que terminé, pensó en lo que escuchó, durante un largo tiempo.

Creo que lleva casi diez minutos en silencio.

—... —suspiró, dando por fin una muestra de vida—. Podría pedirte salir de mi casa y no volver a ver a mi hija —expresó y me volteó a ver—. Tienes muchos problemas —Desvié la vista—. ¿Julieta sabe todo esto?

—Sí.

Asintió, pensando.

—Bueno, aunque seas inocente, hay muchas cosas que tienes que arreglar y todo eso va a perjudicar a Julieta. Como su madre, no quiero que nadie le haga daño —me miró una vez más—, así que te pido que la cuides mucho.

—... ¿Está de acuerdo?

—Tengo mis reservas, pero, no se me olvida que, antes de conocerte, ella no salía de su habitación más que para ir al instituto, casi no hablaba con nosotros y que estuviste con ella cuando perdió a su papá. No estoy segura de su relación, pero sí sé que nadie la puede proteger mejor que tú.

Sonreí para mí.

Esa misma semana, Julieta vino al bar y esperó a que terminara mi turno. No estoy cómoda ni con que venga ni con la hora.

Volvimos al departamento y se dispuso a calentar la comida que compramos. Creo que ella se está adaptando a mis horarios, cosa que no estoy segura sea buena idea.

—¿Tu madre está de acuerdo con que estés aquí? —pregunté.

—Algo así. No está segura de qué podríamos hacer si ambas somos chicas.

Me reí. No es por eso por lo que preguntaba.

Pusimos todo en la mesa de la sala y ella se sentó a una muy corta distancia de mí.

—Creo que no sabe que vives sola —mencionó en voz baja—, yo no le dije.

—Yo tampoco le dije.

—... —rodeó los ojos—. Luego le digo —se levantó un poco para quedar por encima de mí—. No creo que le importe... —murmuró.

Conforme se inclinaba, sujeté su cuello para acercarla y nos besamos de una vez por todas.

Quería sentir todo el calor de su boca, por lo que ingresé la lengua y la suya se me escondió, además, me mordió yéndose hacia atrás, por lo que me fui encima de ella para que no me jalara y doliera todavía más.

Se desenganchó una vez que se encontró debajo de mí.

—¡¿Por qué hiciste eso?! —pregunté.

—Estoy muy celosa de la chica que siempre va al bar a verte —dijo enojada.

Me senté. Toqué mi lengua para ver si no me había sacado sangre y parece ser que no, pero todavía me duele.

—¿Qué chica?

—Nicole —dijo con sarcasmo al levantar medio cuerpo.

—No sé quién es...

—¡La que siempre está hablando contigo y no me digas que no te acuerdas!

—Si no me acuerdo, ¿no crees que es porque no podría importarme menos? —indiqué algo que yo creo es evidente.

—... —hizo un puchero—. Igual. Y no es que no confíe en ti, es ella... Es muy guapa —masculló mirando a otro lado.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora