Capítulo 54

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La semana fue horrible, me costó mucho trabajo dar una en los entrenamientos. La profesora dijo que, o ponía de mi parte o me sacaba del equipo. No me importa, señora.

Estaba haciendo todo esto por Clara y Mike, nada más. No tengo ni ánimos para levantarme en las mañanas.

Viendo que la mano dura conmigo no estaba funcionando, la mujer me dejó descansar, por lo que fui a acostarme en una de las bancas y me quedé dormida, hasta que Clara me despertó dándome una patada en las costillas.

Creo que ellos dos ya se enteraron de todo lo que dicen de mí en la escuela; que engañé a Julieta. Y no hace falta que esté en boca de todos para que lo crean, las fotografías les dieron la vuelta a todos los teléfonos móviles del instituto.

Clara y Mike intentaron preguntarme una sola vez, en la que les advertí que no iba a responder, así que lo dejaron.

En cuanto salía de casa de Iñaki, lo único que hacía era contar los minutos para volver y lo estaba llevando tan bien como podía, en cambio, eso no evitó tener a Clara y Mike en mi habitación el sábado, enseguida del tercer partido que ganamos, cosa que no podía importarme menos.

El chico me dio una lata de cerveza abierta.

Ambos tomaron asiento en el suelo, donde yo ya estaba con las piernas cruzadas debajo de mí. De verdad, en serio quería estar sola.

—¿Vas a decirnos algo? —preguntó Clara.

Bebí un sorbo y negué con la cabeza.

—Eres muy importante para nosotros —le siguió Mike—, pero si en serio engañaste a Julieta...

—¡Yo no la engañé! —dejé la lata en el piso y me cubrí la cara con las manos.

—Es muy difícil creerte —apuntó la chica. La miré con molestia una vez que bajé las manos—. ¿Esas fotos son falsas?

—No son... —me interrumpí. Tomé aire antes de seguir—. Julieta y yo no teníamos nada.

Ambos enmudecieron.

—¿Qué...?

—Ella me pagó para que fingiera ser su novia —no dejé a Mike ni terminar de preguntar—. Julieta no tenía autoridad alguna sobre nadie y me necesitaba para que la respetaran. Yo no quería meterme en más problemas y necesitaba el dinero. Fue perfecto.

—... ¿Todo este tiempo estuvieron mintiendo? —susurró Clara, con expresión asustada.

—No todo —musité—. No me di cuenta cuándo fue que, lo que les decía sobre ella, empezó a ser verdad. Que sí me gustaba, que sí me sentía como perrito extraviado sin ella, que nadie me la iba a quitar... —me incliné hasta que mi frente tocó el piso y puse las manos en mi nuca—. Pero me equivoqué y la perdí.

—¿Quién es el de las fotografías? —preguntó Mike.

—El autor de la firma que hubo en la librería —respondí levantándome—. Nos llevábamos muy bien, me invitó a salir y..., pues sí, básicamente la engañé. Ella me pidió que le dijera antes si conocía a alguien, para terminar con lo que hacíamos, y nunca le dije nada.

—¿La quieres? —cuestionó Clara en voz baja.

—... —suspiré—. Más que a nada.

Haberles contado eso, por lo menos evitó que siguieran dirigiéndose a mí con recelo, aunque, como les dije, no es mentira que engañé a Julieta. La traté como si fuera mía y como si pudiera retenerla hasta que yo quisiera, sin devolverle nada de lo que ella podía darme.

Por su parte, Ariana no volvió a decirme nada, prefería no responderle o no dejarla siquiera preguntarme. Además, Linette también se creyó todo lo que decían de mí y, si bien parecía resentida, igual no les dijo nada a sus padres.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora