Capítulo 59

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Fui a casa de Julieta, el domingo por la tarde. Me dijo que su hermano estaría fuera todo el día y no quería quedarse sola con su madre.

En cuanto me abrió la puerta principal, se lanzó sobre mí como un koala. Estaba en la sala haciendo tareas, así que ahí nos quedamos. Su madre está en su habitación, me lo dijo y además escuché ruidos provenientes de arriba.

—¿Hablaste con Linette? —preguntó yendo a la cocina.

—Sí, creo que estamos bien.

Volvió, a darme una botella de té negro frío. Tomó asiento en la almohada en el piso y me señaló la otra, para que me sentara.

—Era el chico de la librería, ¿verdad?

—Sí. Se conocieron hace tiempo y no sabía que fueran tan en serio.

—¿Hicieron algo?

—No —bebí del té—, y no quiero pensar que los interrumpí.

Sonrió para sí.

—... Oye..., te quiero pedir una disculpa por la... —me miró—, bofetada que te di.

Me reí un poco al acordarme de eso. El dolor se me olvidó, pero no todo lo demás.

—Está bien, me la merecía.

—... ¿Cómo quedaste con Ariel?

—Como amigos. En realidad, no creo que lo vuelva a ver. Él está trabajando en un proyecto, no me acuerdo dónde, y, cuando le dije que no iba a funcionar, básicamente nos despedimos.

—¿Lo rechazaste? —me pareció muy lindo su intento de esconder la sonrisa esperanzada.

Asentí.

—Fui a su hotel pensando que podía olvidarme de todo lo que tenía en la cabeza y no pude —Me incliné un poco hacia ella—. Entre él y yo no pasó nada.

—¿Nada? —musitó.

—Nada... —ladeé la cabeza—. Nada más allá de esas fotografías que, por cierto, ¿quién te las mostró o quién me las tomó? —pregunté con amabilidad.

—... —me miró con recelo—. ¿Qué vas a hacerle si te digo?

—Quiero hablarle sobre la privacidad, en privado.

Rodeó los ojos y se mordió los labios.

—Fue Jesús.

Enaltecí la cabeza, luego la devolví.

—¿Quién es Jesús?

Se empezó a reír.

—El chico de literatura que quería salir conmigo —explicó.

—Ya —mascullé—. Prometo no hacerle nada —dije sin tanto convencimiento ni para mí misma. Bebí un poco más del té—. Ah, y... estuve pensando en lo que me dijiste. Ya me acordé de cuando te di la pulsera de mi mamá, digo, no pude acordarme de ti, pero sí de todo lo demás.

—Perdón también por exagerar con eso. Fue muy importante para mí y estaba muy enojada contigo en ese momento.

—... Discúlpame por no haberte notado antes. Yo soy así.

Sonrió mirándome.

—Me tranquiliza un poco saber que no te darás cuenta cuando alguien te coquetee.

—¿No confías en mí? —me ofendí un tanto.

—En ti sí, en todos los demás no.

Me estiré y la acerqué sujetándola del rostro, entonces la besé. Unos segundos después, sentí que su lengua tocó mis labios por un instante, pero, antes de seguir, su hermano llegó.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora