Capítulo 23

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Ya revisé en diferentes páginas y, además de que no entendí mucho, no encontré más que la misma información: el etileno es un compuesto de la pintura acrílica lavable.

Por eso el tinte no se cae con el agua. Un blog aconseja lavar con ácido... Ni hablar.

—Van a volver en cualquier momento —anunció Julieta.

Es la hora del almuerzo y estoy con ella en la sala del Consejo, aunque en realidad ella estuvo trabajando y yo buscando información en internet.

—¿Y qué quieres que haga? —pregunté.

—Tú eres la de las ideas.

—... —guardé mi teléfono—. ¿Usas labial?

—A veces.

—¿Traes uno?

Se levantó a buscar entre sus cosas, sacó uno y se aproximó, para dármelo. Se quedó recargada en el escritorio.

—¿Qué vas a hacer?

—Vamos —corregí. Lo abrí y tomé un poco con el dedo índice para ponerlo en mis labios.

—No pensé que te gustara el maquillaje —comentó.

—No lo uso porque se me olvida que lo llevo puesto —dije, a lo que empezó a reírse. Se lo devolví—. Empieza a ponértelo cuando lleguen.

—Entendido —sonrió, luego volvió a su silla—. Por cierto, mañana es la firma de libros, ¿cierto? —Asentí—. ¿A qué hora puedo ir?

—¿En serio quieres ir?

Eso es mañana y empieza a la una de la tarde. En realidad, a mí no me parece tan importante. Hará una variante en mi aburrida rutina en la librería, en cambio, tampoco es nada del otro mundo.

—Claro, y no iré sola. Para que todos vean que voy a apoyar a mi novia en su trabajo.

Subí ambas cejas.

—Ya puedes decirlo —apunté a que dijo «novia».

—... —enrojeció—. Se me escapó.

Me reí.

En cuanto abrieron la puerta, Julieta comenzó a colocarse el labial con la ayuda del reflejo en la pantalla de su teléfono, por otro lado, yo me lamí los labios, además me limpié las comisuras, quitándome todo el brillo.

Por las expresiones de todos, dio resultados.

El viernes, salí temprano de la escuela, solicitando el permiso correspondiente. Llegué a la librería a las 12:00 p.m.

Afuera ya había mucha gente haciendo fila, todos con el mismo libro en las manos, en cambio, en el interior, hay muchas personas, todos reporteros o críticos, la editora y un par de acompañantes del autor, quien no distinguí quién de todos es.

Entré a dejar mis cosas y, al salir, me encontré con Ariel, arreglándose la camisa sin corbata. Luce bien, elegante a su manera, además, el saco le da el porte necesario.

—Hola —me saludó con galanura.

—Esto podría ser la imagen de la librería —aludí a toda su persona. Sonrió y metió las manos a los bolsillos de su pantalón.

—Jamás me habían hecho un cumplido.

—Si lo quieres tomar así, adelante, pero no fue lo que dije.

Empezó a reírse.

—Ponte esto —la jefa me entregó un gafete y se fue corriendo con el resto de los presentes.

En el vino y el café | TERMINADA/EN FÍSICO | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora