Cap XXXVI

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Doble Boda Valyria

Esa misma tarde los tres hermanos regresaron a la Fortaleza de Sangre y contaron todo lo ocurrido, realmente no estaban para nada de buen humor desde que el Hightower pisó sus tierras.

Daeron Targaryen-- Tenemos que prepararnos si no queremos que una tragedia ocurra por culpa de los Verdes.

Rhaegan I Targaryen-- De eso me encargo yo, ustedes no deben de preocuparse.

Helaena Targaryen-- Desde nuestro nacimiento, siempre nos has protegido hermana y sigues haciéndolo, ahora déjanos protegerte a ti. Dijo muy seria.

Aegon Targaryen-- Se egoísta por una vez en tu vida y empieza a mirar por ti, se tu primera prioridad no la última.

Aemond Targaryen-- Esperanza o nuevo infierno, eso lo descubrirán si siguen avanzando.

Aquella mujer que había criado a sus hermanos desde que nacieron e incluso ha matado por ellos, estaba realmente muy sorprendida, Helaena normalmente esta lindamente perdida en su mundo, Aegon no le gusta las responsabilidades, Daeron es muy reservado y Aemond es capaz de pactar con el mismísimo demonio con tal de matarlos a todos, aunque lo del último no le sorprende.

Las puertas se abrieron abruptamente, revelando así a un pequeño Gaemon alegre con una cría de dragón en el cuello, adonde quiera que el niño vaya la pequeña criatura lo sigue y eso de vez en cuando molesta a su madre.

Gaemon Targaryen-- ¡Miren, miren, Valhalla ahola me shigue a casi todos laos!. Decía brincando.

Rhaegan I Targaryen-- Veo que Raenelys ya dejó que su hijo ande por ahí solo, ella es muy agresiva y reservada cuando se trata de sus crías. Dijo sonriendo.

Los padres del niño no hacían más que aplaudir, felicitar y abrazar a su hijo aunque el dragón del pequeño es algo celoso muy parecido a Raenelys en ese aspecto.

Helaena se fue a volar con Dreamfire, desde que llegó comenzó a montar más su dragón, algunas veces la acompañaban Aegon con Sunfire y a veces llegaban a Gaemon, esos eran como pequeñas salidas familiares.

Daeron fue a hablar con Lord Lyonel Lady Alys por las defensas del Imperio y de los turnos de los guardias, no podía permitirse que los Verdes entren a la Ciudad Nido Imperial bajo ninguna circunstancia.

La noche comenzó a gobernar el cielo, Aemond volvió a infiltrarse en los aposentos de su futura esposa, eso lo tomó como hábito y algunas veces salía muy feliz por verla "accidentalmente" desnuda, ya entrando al lugar la encontró semidesnuda y cada vez que la ve así se paraliza y en vez de voltearse se queda admirando lo poco que veía del sensual cuerpo de ella.

Rhaegan poseía un cuerpo que pareciera esculpido por los mismos Dioses, excelente figura, muslos y piernas carnudas, pechos medios, un trasero bien estructurado y una cara que hace que cualquier hombre bese sus pies.

Cuando ella se dio cuenta de que su acosador favorito había llegado lo miraba sonriendo pero con algo de vergüenza, ella ahora no se consideraba hermosa por las cicatrices poco notables en su cuerpo tras la Guerra de la Conquista y tras los múltiples asesinatos que cometió en la niñez, pero para Aemond eso más bien lo excitaba, lo calentaba mucho que parecía explotar en cualquier momento.

Rhaegan I Targaryen-- Casememonos ahora.

Aemond la miró con sorpresa, no esperaba eso para nada aunque admitía que eso lo hizo feliz, finalmente los Dioses lo escucharon y ahora se casaría con la mujer más hermosa del mundo, con la mujer que más ama, con la mujer que es su cielo y a la vez infierno.

Los Hilos del Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora