Cap LX

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La Peor Traición

Con la muerte de Daemon Targaryen y su dragón Caraxes, los Hightower se sentían con más confianza y pensaban que ahora tenían la posibilidad de ganar la guerra con los dos principales Targaryen muertos, pero aún seguía permaneciendo con la amenzana de Valyria y Dorne.

La Reina Viuda, Alicent Hightower, junto a su Caballero Juramentado Ser Criston Cole, quienes estaban desaparecidos desde hace muchas lunas, habían sidos trasladados en secreto al Norte en la Muralla hasta que las cosas se calmara un poco para luego ser llevados a Ciudad Nido Imperial, Capital de Valyria.

Tanto Alicent como a Ser Criston quedaron impresionados por los inmensos dragones, por la fauna, por las esculturas sobretodo cuando llegaron a la Fortaleza de Sangre que era incluso veinte veces más grande que la Fortaleza Roja.

Al llegar finalmente al Palacio, Alicent pudo conocer finalmente a sus tan deseados y adorados nietos, ella quedó fascinada con los cinco niños que eran la viva imagen de sus padres, pero no estaba del todos contenta cuando vio a Joffrey, Aegon, Viserys y a Gaemon

Helaena, desde que llegó la persona que debería de llamar madre en ningún momento dejó a sus hijos y sobrinos a solas con ella, cada vez que aquella mujer o su Caballero Juramentado se topaban con Joffrey, el pequeño Aegon o el pequeño Viserys siempre ponían mala cara e incluso los maldecian, pero sin que nadie más la escuchara.

Gaemon todos los días trataba de acercarse a su abuela, quería conocerla y poder convivir con ella porque después de todo era la madre de sus padres, pero Alicent nunca quiso ni mirarlo, al ser él un hijo nacido de una prostituta lo consideraba una aberración que nunca debió haber existido, para ella el niño era como los hijos mayores de Rhaenyra, un bastardo despreciable y lo que más odiaba era de lo parecido a su hijo.

Jaehaerys y Jaehaera de vez en cuando se quedaban en el Salón de Juegos con los trillizos y con ella, pero bajo la supervision de unos guardias o sirvientes porque el simple hecho de dejarla sola con ellos les aterraba.

Rhaegal, Rhaegon y Rhaegor solo la miraban desde lejos, nunca quisieron acercarse a su abuela y mucho menos a Ser Criston, por lo que para su sorpresa se parecían un poco a su madre en cierto modo.

La Reina Viuda de Westeros no se sentía del todo bienvenida en la Fortaleza de Sangre, pero se conformaba de poder ver a sus nietos todos los días y rezaba a los Siete por la vida de sus hijos que estaban en la guerra.

La Danza de los Dragones la tenía aterrada, desde el principio sabía que su padre no ganaría y mucho menos cuando enfureció a Dorne y a sus propios nietos, eso sería una masacre que recordarán por mucho años.

En ocasiones, Irri acompañaba Helaena casi todo el día y eso a Alicent le desagradaba, el simple hecho de que una Dothraki a quien considera una sucia salvaje este al lado de su adorada, refinada y delicada niña, incluyendo a sus nietos.

Tanto "madre e hija" estaban en el Jardín Especial de las Lycoris Radiata o como le gusta a la Princesa Haelena, "Lirio Araña Roja", aquellas eran las flores favoritas tanto de la Emperatriz como de la Princesa.

Alicent Hightower-- Helaena mi niña, ¿Puedo hablar contigo de algo?.

Helaena Targaryen-- ¿Qué pasa madre?.

Alicent Hightower-- Esa muchacha llamada Irri, ¿Puedo saber que hace aquí, más en su estado?.

Helaena Targaryen-- Irri se casó con Lord William Blackwood, ella puede venir todas la veces que quiera y no es asunto tuyo, así que no te entrometas.

Alicent Hightower-- ¡Qué grosero de tu parte Helaena el hablarme así, tú no eras así!.

Helaena Targaryen-- Es evidente que ella no te agrada por el simple hecho de que es una Dothraki, pero esto no es la Fortaleza Roja ni Westeros, esto es Valyria y tú no tienes poder para hacer lo que quieres.

Los Hilos del Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora