Los Hilos del Dragón

Cap XXXVII

Nueva Vida

Advertencia: Este capítulo contiene escenas de +18, se les recomienda discreción.

Pasaron un par de minutos desde que los Emperadores se fueran del salón para ir a sus aposentos, Aemond no podía esperar más o eso lo volvería loco que incluso necesitarían matarlo para poder detenerlo.

Los recién casados finalmente llegaron a la habitación, lo primero que el platinado hizo fue bajar a su esposa y abrazarla por detrás.

Ella sonrió, se volteo para poder abrazarlo también, fijó su mirada en el rostro de su esposo, tocó su parche e intentó quitárselo pero él se negó.

Rhaegan I Targaryen-- No importa si no tienes un ojo, yo te amo así tal como estás y como eres mi gran dragón.

Aemond estaba inseguro, desde que perdió su ojo había dejado una espantosa cicatriz que desde entonces lo cubría con un parche de cuero para no asustar a las Damas de la Corte, pero se la dejó quitar revelando así un hermoso zafiro en la cuenca donde debería de haber su ojo.

Rhaegan I Targaryen-- Me encanta como te queda. Dijo acariciando la cicatriz de Aemond.

Aemond Targaryen-- ¿De verdad?.

Rhaegan I Targaryen-- Sí, después de todo yo te mandé hacer el zafiro para ti. Dijo sonriendo.

Aquel hombre estaba sorprendido por su confección, él había encontrado una caja en su habitación lunas después del incidente, aquel objeto era sospechoso en sí ya que no decía quien lo había enviado o tan siquiera una nota, cuando la abrió vio en su interior zafiro puro con una pequeña nota debajo de él.

Nota-- "Para que el hueco de tu ojo ya no esté vacío, te quedaría bien".

El hombre río para sí mismo, nunca sospecho que era un pequeño regalo de ella en ningún momento y ahora que lo pensaba, era obvio.

Aemond Targaryen-- Debí suponer que fuiste tú.

Luego de decir eso, él empezó a besar el cuello de ella y masajear sus pecho mientras que la mujer jadeaba y se les escapaban los gemidos lo que exitaba más a Aemond.

Los gemidos qué salían de la boca de Rhaegan hacían que Aemond se exitara aún más de la cuenta que incluso su miembro estaba más que duro, cuando ella lo notó puso una sonrisa maliciosa y empezó a jugar con eso.

Entre ambos comenzaron a quitarse la ropa lentamente mientras seguían besándose hasta quedar completamente desnudos, aunque el platinado ya no era virgen y había visto a innumerables mujeres desnudos cuando su hermano lo llevó al burdel hace años, ellas no se comparaban para nada a la escultura que ahora veía.

Al verse por primera vez desnudos, quedaron admirando cada detalle de sus cuerpos, ella se sentía muy tímida y un poco avergonzada ya que es la primera vez que un hombre la ve así de ese modo, pero eso solo ponía más tonto a su esposo de tanto verla.

Aemond Targaryen-- La belleza es relativa, muchos creen que tienen a la mujer más bonita cuando todos se voltean a mirarla.. Pero yo creo que tengo a la más hermosa cuando ya no quiero mirar a ninguna otra que no seas tú.

Ella lloraba de felicidad, todos le decían que es hermosa pero lo decían por decir y eran palabras vacías de hombres codiciosos, repugnantes, con intenciones ocultas y maliciosas por lo que nunca les tomó sus cumplidos con seriedad pero los de Aemond eran diferentes, sinceras, cariñosa y amorosas.

Rhaegan I Targaryen-- Avy jorrāelan Aemond (Te amo Aemond). Dijo sonriendo de oreja a oreja.

Aquel hombre se acercó a su hermosa esposa para nuevamente cargarla y llevarla a la cama, una vez que la puso sobre el colchón se posicionó emcima de ella besando por todo su cuerpo, dejando chupetones que hacían que ella se estremeciera y sintiera mariposas en el estómago, levanto la pierna derecha de ella y se la puso sobre su hombre para después desarla y chuparlas.