No estaba seguro de qué hacía allí. Ese día había comenzado de forma extraña y era más raro con cada segundo que pasaba. Sentado en la mesa redonda de una cafetería, saboreaba un café junto a Ger, quien a su izquierda tenía a Ann. Estaban sentados charlando, cómo en los viejos tiempos, riendo y recordando los pocos aspectos placenteros de esas épocas.
Aún estaba descolocado por la secuencia incómoda que había vivido con Joy, esa mañana. Ella había bajado las escaleras, completamente inquieta, y él le había querido dar un beso, aprovechando que estaban solos. Sin embargo, le había corrido la cara y no le había dirigido la mirada. Se había ido corriendo, diciendo que desayunaría en la casa de Juls.
Lo cual, si iba a ser honesto, no le encantaba. Juls ahora estaba soltero y él bien sabía que los mejores amigos, cuando sufrían por amor, terminaban besando a las mejores amigas... o aún peor. Lo hacía sentir algo de miedo. Juls era un hombre atractivo, Sebastian podía decirlo como compañero de género. Y, encima de verse bien, la conocía como nadie, porque Joy lo había dejado entrar, no como a él. Era la peor parte de sentir cosas por alguien: la inseguridad de no ser suficiente. De que alguien fuera más o mejor.
Se frotó los ojos, tratando de desviar sus pensamientos del rumbo que estaban tomando. Si algo lo enfermaba, era sentir que sus fuertes no lo eran tanto.
—¿Qué te pasa? —ante la voz femenina, Bastian levantó la vista—. Estás con la mirada sombría en el vacío —explicó con tono lúgubre, antes de reír.
Él sonrió y negó con la cabeza.
—Nada importante —mintió.
—Pues, alégrate. Eres más bonito si sonríes —dijo, alargando la mano para apretarle la mejilla juguetonamente.
En ese instante, su celular vibró y, con mayor ansiedad de la normal, lo tomó, esperando que fuera de Joy.
Chasqueó la lengua, decepcionado, pues era Lidia. Instantáneamente, se sintió un estúpido por esperar un mensaje de su... algo y por decepcionarse ante un mensaje de su hermana.
—¿Qué sucede? —preguntó Ger, al verlo con expresión pensativa, observando la pantalla del celular.
—Es Lidia. Me pregunta si sé de algún departamento barato para ella.
—¿Y Tita? —quiso saber.
—No tengo idea, es lo que le pregunté.
Ambos se quedaron con un aire reflexivo, frente a una confundida Ann.
—Mi hermana... es una historia larga —explicó Bastian.
—Pues, la chica que vive conmigo se va a mudar la semana que viene con el novio, así que... tengo una habitación libre y media renta que necesito cubrir —propuso.
.
Volvió a su casa con el sol anaranjado, bajando por el cielo. Aquel experimento podía salir mal, pero lo que pedía Ann por la habitación era lo mínimo para cubrir los gastos. Eso le daría a Lidia mucho aire y podría manejarse con comodidad sin un gran sueldo. Pero, el hecho de saber que a su hermana le encantaría la idea, lo llenaba de preocupación. No quería que Ann se convirtiera de nuevo en una parte importante de su vida.
No quería verla seguido, por más cambiada que estuviera. Aún le dolía pasar tiempo con ella de forma obligada y de sorpresa. Porque Ger no le había avisado que ella estaría en la cafetería, y Sebastian tenía el presentimiento de que sería una situación recurrente. Su amigo era bueno, pero no entendía cómo funcionaban las personas. Para Ger, que él hubiera hablado con Ann en buenos términos, era sinónimo de que ya podían volver a tiempos pasados, cuando los tres la pasaban muy bien juntos.
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Pariente Legal
Fiksi RemajaNecesitaba besarla de nuevo y lo haría, porque no había nada que pudiera impedírselo. Ni la sangre, ni un papel. ____________ Tiene errores miles, mil cosas que cambiar, pero amo esta novela, amo a mis personajes. Los quise y quiero, sufrí, reí y me...