Aquella parte del barrio parecía boscosa, llena de verde. No recordaba haber pasado antes por allí. Sin embargo, no le alcanzaban las piedras con las que jugar en el camino, así que optó por adoptar a una de tamaño razonable y llevarla a golpes por delante de él. ¿Qué estaba haciendo? Él no perseguía chicas por la calle. Estaba bastante seguro de que Carrie lo creía un asesino psicópata. Suspiró pensando en aquella casa que se veía tan cálida y hogareña. Los hogares solían reflejar la personalidad de quienes los habitaban, decía Sebastian, y le gustaba lo que leía en esa casa.
Aún así, Carrie desentonaba bastante. Se vestía con ropa enorme, usaba camisas de hombre, zapatillas. Andaba en patineta… ¿y por qué se sentía atraído, entonces?, se preguntó frunciendo el ceño. Por lo general salía con muchachas altas, de piernas largas, grandes pechos y melenas onduladas y claras por el sol. Quizás fuera la falta de interés que le demostraba o esa sonrisa de labios gruesos y de brillo natural. De todos modos, no tenía caso. La chica no había querido saber siquiera su nombre.
Su celular avisó que había llegado un nuevo mensaje de texto. Lo abrió y suspiró al ver el remitente. Temía que Lana creyera que estaban en algún tipo de relación por lo que había sucedido después de su salida a los bolos. “La pasé muy bien la otra noche.” No quería salir con ella, no quería una novia. Después de su primera y última pareja seria, se negaba rotundamente a cometer aquel error otra vez. Cerró el aparato sin contestar y lo guardó en el bolsillo trasero del vaquero. Quizás si tardaba en darle una respuesta vaga, ella entendería que lo suyo había sido muy divertido, pero algo de una sola noche. Lo malo era que tendría que buscar a alguien más con quien jugar bolos junto a Gerard, y que su amigo tendría que soportar las quejas de ella. Por eso trataba de no involucrarse con mujeres que estuvieran cerca de su círculo de amistades, pero era difícil. Él no tenía amigas, cada fémina que se le acercara era una potencial presa. El tenía amigos, ¿para qué iba a querer una relación con una mujer con la que no podía acostarse? ¿Para hablar de sus sentimientos? Gracias, pero no, gracias.
Tenía que estudiar, pensó mirando el radiante sol que lo invitaba a llamar a su mejor amigo y tomar una cerveza helada en una mesa exterior de un bar. Pero tenía los exámenes cerca y, si quería algún día seguir el camino bien remunerado de su padre, tenía que aprobar. Su móvil volvió a sonar y respiró al abrirlo y comprobar que no era Lana, sino Gerard, con quien compartía carrera.
Sin leer el mensaje, lo llamó y le propuso que se juntaran en la biblioteca para terminar los resúmenes que con tanto empeño habían empezado en cuanto se les había avisado del temario de los exámenes. Arregló, sin demasiados problemas, encontrarse al cabo de media hora en la biblioteca barrial —que por barrial no era pequeña ni escueta— y sentarse en el segundo piso, en la parte que todo el mundo usaba para besarse descaradamente. Era la más tranquila y si ellos se sentaban en el suelo a estudiar, nadie iría a revolcarse.
Además, quería dejar de pensar en su nueva amiga, que por algún motivo le estaba taladrando el cerebro. Sólo le había pasado una vez y no había tenido buenos resultados. Le devolvería la camisa al día siguiente y no la vería más. Volvería a salir con Lana para distraerse, porque era la única chica que más o menos le interesaba o divertía por ese tiempo.
Faltaban veinte minutos para que se concretara el encuentro, así que se compró un té helado y entró masticando una barra de cereal a la biblioteca. Subió al segundo piso, se asomó para ver que nadie estuviera ocupado ahí atrás, y dejó la mochila que llevaba al hombro en el suelo. Le dio un trago a la botella mientras inspeccionaba la estantería. Algo entretenido debía haber para pasar los quince minutos que le quedaban. Estaba en la sección de literatura clásica. Le gustaba leer, pero gran parte de los clásicos le resultaban lentos.
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Pariente Legal
Teen FictionNecesitaba besarla de nuevo y lo haría, porque no había nada que pudiera impedírselo. Ni la sangre, ni un papel. ____________ Tiene errores miles, mil cosas que cambiar, pero amo esta novela, amo a mis personajes. Los quise y quiero, sufrí, reí y me...