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Se había acomodado en un café cualquiera, en la mesa del fondo. No quería que la encontrara, no podía siquiera estar tranquila a su lado, menos aún en ese momento. Esa mañana había bajado a la cocina a desayunar y se había reído de su madre por usar redes sociales para hablar con su novio. Muy emocionada, Mel le había mostrado fotos de David de joven y de su hijo, Sebastian. El corazón se le había detenido. Se sentía culpable por haberse sentido como se había sentido la última vez que lo había visto. Y en ese momento en el que su corazón bombeaba loco en su pecho, no sólo se sentía culpable, sino además avergonzada y moralmente delinquiendo.

Llevaba días esperando verlo, esperando ver esos ojos celestes que habían logrado acelerarle el pulso. Además, Juls no había ayudado, empujándola e incitándola a que fantaseara más con él, al punto de soñarlo por las noches. No era justo, ella jamás se interesaba por nadie, y cuando lo hacía, era incorrecto por donde se lo mirara.

Aún tenía la sensación de su cuerpo cerca, aquel calor que irradiaba su piel, y el perfume, ese maldito perfume… Suspiró y tomó un sorbo de jugo de frambuesa. Esa noche lo vería y él entendería por qué lo había tratado así. No se sentía orgullosa al respecto, pero ¿qué podía hacer? Decirle que no lo quería cerca porque le resultaba atractivo y era su hermanastro no era una opción. Él no podía saber lo que le sucedía cuando la miraba, aquello sólo podía sumar a un desastre inminente.

Vació el vaso con la determinación de eliminar toda respuesta que su cuerpo pudiera tener frente a él. Era claro que Dios quería que muriera soltera, puesto que el primer hombre cuyos labios estaba dispuesta a probar, estaba terminantemente prohibido. Por otro lado, aquello era bueno. A Joy no le gustaban los muchachitos mujeriegos y frescos. Esos que sabían que podían hacer lo que querían con las mujeres y lo hacían. Y Sebastian parecía salido de un libro de clichés, era exactamente eso, arrogante y superficial, con su cabello siempre peinado y despeinado a la vez, de forma calculada, su ropa perfecta, ajustando los lugares precisos. Hasta el perfume que usaba estaba diseñado para cometer su propósito. Y ella odiaba ese tipo de hombres, le gustaban los buenos, intelectuales y románticos.

Se acercó al mostrador y pagó, antes de mirar por la vidriera. No fuera cosa que se lo volviera a encontrar. Tenía la camisa en la bolsa y se veía tentada a sacarla y llevársela a la nariz hasta vaciarla de su aroma, pero se abstuvo y caminó en dirección a su casa. Extrañó su patineta, no la había llevado ese día, y el camino se le haría más largo.

Una vez sentada en el autobús, cerró los ojos y lanzó un suspiro cansado. En su mente estaba fija la expresión de él, puro desconcierto. No sabía si reír o no al pensar en la cara que pondría al verla en el restaurante. ¿Cómo le explicaría? Bueno… no haría falta, se dijo. La situación era bastante clara. Ella era su hermanastra y por eso no podía siquiera pensarlo. Para él sería sencillo, buscaría a otra chica que acosar, pero Joy no podía permitirse pasar mucho tiempo con él. Se conocía lo suficiente como para reconocer que había pensado en él más de la cuenta.

Bajó del autobús y caminó las cuadras que la separaban de su casa sin apuro. Su madre canturreaba en el piso superior una canción de amor, aquello mejoró su humor. Mel estaba feliz de la vida, aparentemente Dave le hacía muy bien. Esa noche sólo pensaría en el bienestar de su madre, no importaba nada más.

En cuanto puso un pie en la habitación principal, ella le sonrió y dejó de cantar.

—Ma, te ves de película —le respondió la sonrisa.

—Gracias, cielo. ¿Por qué no vas a bañarte? No falta mucho para que tengamos que salir —la apremió.

Joy entró en el baño y se quitó la ropa sin apuro. No le importaba hacerlos esperar un poco. No le importaba saltarse por completo la cena por tardar demasiado en la ducha. Se le encogió el estomago por los nervios. No sabía por qué estaba tan nerviosa, pero lo estaba y su cuerpo estaba tenso. La ducha ayudaría, se dijo.

Pariente LegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora