No sabía que planeaba, o si planeaba algo siquiera. Si no tenía un objetivo, era bastante estúpido meterse en su cama. Era la segunda vez que lo hacía y comenzaba a creer que él no era responsable.
Esta vez no habían compartido habitación y él estaba bien despierto. De hecho, no había pensado en ella en ese sentido en todo el día. Sí, le había tomado la mano, porque había sentido la necesidad de hacerlo, pero nada más. El resto del tiempo, había estado ocupado repitiendo la última conversación que había tenido con Lidia, en la estación de micros.
Él le había prometido que volvería por ellas, que las ayudaría, aunque no sabía aún como. Y Tita, que había ido a despedirlo también, le había repetido a su hermana mayor varias veces “te lo dije, él nos va a buscar, te lo dije”.
“Durante todos estos años, te convertí en un superhéroe para Tita. Necesitábamos tener esperanza, un caballero en su corcel. Te elegí a ti, porque creí que eras imposible de alcanzar. Lo siento. No sabía que fuera a imponerte tanta presión. No sabía que mamá iba a acabar hospitalizada, probablemente muerta, ni que saldría a buscarte. Lo siento mucho. No tienes que hacerte cargo de nosotras. Estaremos bien.”
Aquél discurso le había sacado un peso de encima, pero no la preocupación, y lo había llevado al borde de las lágrimas. Estaba hecho un llorica, había pensado en ese momento.
Aun así, había algo más y lo estaba volviendo loco. Algo que Joy sabía. Estaba un poco enojado con ella por eso, porque le estuviera ocultando algo que nada tenía que ver con ella.
Sin embargo, en ese momento, en medio de la oscuridad, sabía que no podía guardarle rencor por mucho tiempo. Decidió hacerse el dormido y esperar… a ver qué sucedía. Cómo continuaba aquella escena, según las expectativas de Joy.
No había vuelto a decir nada, desde preguntarle si estaba despierto.
Se recostó en su cama y respiró entre sus omóplatos. Sus muslos rozaban el cuerpo de Sebastian, complicando la tarea de respirar acompasadamente. El sonido de la puerta al cerrarse se repetía en su mente, como un secreto. Lo hacía sentir que allí dentro, debajo de la sábana, todo estaba permitido.
Joy pasó las yemas de los dedos por su columna, y aquello sólo lo llevó a imaginar todos los lugares que habrían recibido encantados esas caricias. Se relamió, sin saber hasta dónde llegaría. Hasta cuándo aguantaría las ganas de devolver el contacto.
Joy se removió y descansó su cuerpo sobre la espalda de Bastian. Éste podía adivinar cada una de sus curvas, voluptuosidades y depresiones. La tela del pijama era una molestia, pero no dejaba de sentirse agradable al roce con su piel. Sentir los labios húmedos de Joy en la nuca fue lo que lo superó.
En realidad, podía aguantar algo más, algunas caricias más, pero no quería jugar con eso, con no poder contenerse luego. Había aprendido que había que ser cuidadoso con Joy. Ella jugaba con fuego, pero era inexperta, no sabía hasta donde podía ir, sin consecuencias.
Con lentitud, para no espantarla, se dio la vuelta, para enfrentarla. Para ver la boca que había besado su piel.
Parecía que había visto un fantasma, estaba pálida y evidentemente aterrada. Como si él fuera a hacerle algo que no ella no quisiera. Trató de no tocarla, sin alejarse. Si la tocaba, podía perderse en ella, y aquello no podía terminar bien. El proceso sería divino… pero no valía la pena. No si ella se alejaba de él determinantemente.
—Joy —sabía que tenía un efecto especial en ella, sobre todo cuando decía su nombre. Le encantaba ver la reacción.
A Sebastian le daba la sensación de que tocaba un punto extremadamente sensible cuando la llamaba por su nombre, tanto emocional como erótico. No podía saberlo con certeza, pero su semblante cambiaba. Se tensaba su cuerpo. En aquella situación tan vulnerable e íntima, sentía que, al pronunciar su nombre, tocaba cada una de sus fibras nerviosas.
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Pariente Legal
Ficção AdolescenteNecesitaba besarla de nuevo y lo haría, porque no había nada que pudiera impedírselo. Ni la sangre, ni un papel. ____________ Tiene errores miles, mil cosas que cambiar, pero amo esta novela, amo a mis personajes. Los quise y quiero, sufrí, reí y me...