Mientras el reloj cantaba su tic-tac, tres tazas humeaban sobre la mesa de la cocina y tres porciones de tarta descansaban con deliciosa apariencia sobre platos, con tenedores a un lado. El silencio era insoportable y la incomodidad palpable. Esa tensión que jamás había sentido con Julian, ahora le daba dolor cervical. Desviando la mirada, tomó la taza con una mano y dio un sorbo, quizás más sonoro de lo que había esperado. Por la expresión de Bree, ella no tenía idea de qué demonios estaba sucediendo, pues sonrojada como se encontraba, no paraba de mirar primero a uno, después al otro.
Juls carraspeó y se reacomodó en la silla. Se había cambiado y disfrazado de hombre regular. Le molestaba la diferencia, que no fuera el metrosexual de siempre.
—Bueno —suspiró—, esto es incómodo.
—¿Soy la otra… o ella lo es? —preguntó Bree, desconcertada como se la veía.
—No, no —interrumpió Joy—. No somos nada. Es decir, somos mejores amigos, pero Juls se olvidó de comentarme que no es gay —volvió a tomar de su taza, haciéndose la tonta. Pero se arrepintió enseguida, pues la expresión de horror de Bree era indescriptible.
Se llevó una mano a la boca y miró a su amigo. Quizás, se dijo, él no había querido que ella supiera. Si observaba con detenimiento a la muchacha, era comprensible. Tenía una bincha rosada y aún tenía restos de máscara de pestañas. Incluso después de lo que fuera que había sucedido en ese departamento, ella llevaba los labios pintados y un cutis terso como la porcelana. El cabello se veía sedoso y una pulsera con dijes de llaves, carteritas y moños dejaba a la vista que se trataba de una joven que pisaba fuerte en el lado femenino de la calle.
Juls suspiró pesadamente y miró a Bree, antes de dedicarle una sonrisa que paralizó el corazón de Joy. Juls le había dedicado miles de sonrisas, pero nunca una como esa. Era cálida, era especial, decía cosas que ella no podía leer, como si hubiera sido un secreto entre ellos dos. Sintió una ramificación nerviosa en su estómago y supo que eran celos de inmediato. No era la clase de chica que celaba a sus amigos, éstas le resultaban tontas, pues no le encontraba a los celos sentido. Menos aún para ella; siempre había alguien lógicamente más interesante con quien pasar el rato y, ¿por qué iba a obligar a sus amistades a quedarse si no querían?
Pese a todo aquello, en ese instante moría de celos. Lo mejor de Juls era que la hacía sentir única, porque era la única mujer en su vida. O al menos eso había pensado ella en un principio, ahora no estaba segura. Y era claro que no era la número uno en su vida. Esta niña, Bree, era a la legua algo especial para Julian; tan especial que se la había ocultado a ella.
—¿Por qué no la conozco, si es tu mejor amiga? —la mirada consternada de Bree hacia él la hizo sentir mala.
Notó que había pasado por algo el asunto de la homosexualidad, quizás había creído que era ridículo que Juls fuera gay.
Él se acercó a ella, le acarició la mejilla y le besó los labios con una dulzura que le dio a Joy ganas de llorar. Sintió envidia al observar la mirada que estaban compartiendo, se sentía excluida y espectadora de algo que no había sabido antes que anhelaba.
—Lamento no habértela presentado antes —sonrió—. Es que con Joy las cosas son… especiales. No podía presentarte así sin más, como al resto.
Bree sonrió divertida.
—Me tendrás que explicar por qué dice que eres gay, o que pretendías serlo. Esos chistes internos me preocupan, no quiero creer que me tienes para cuidar las apariencias —Juls rió.
Ambos parecían haberse olvidado de que Joy estaba ahí sentada, así que ésta se preparó para carraspear, pero su amigo no le dio tiempo.
—Necesito hablar con ella, ¿por qué no te vas a duchar, mientras? —Bree asintió y se puso de pie, marchándose después de asentir a modo de saludo a Joy.

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Pariente Legal
Fiksi RemajaNecesitaba besarla de nuevo y lo haría, porque no había nada que pudiera impedírselo. Ni la sangre, ni un papel. ____________ Tiene errores miles, mil cosas que cambiar, pero amo esta novela, amo a mis personajes. Los quise y quiero, sufrí, reí y me...