Estando frente a ella, se sintió un idiota, un falto de tacto. Esa no era la forma de manejarse con las mujeres, menos aún con las mujeres como Joy Knight. Tampoco sabía por qué había ido, con qué motivo se encontraba de pie preguntándole sobre la mudanza. Había actuado por puro impulso y no tenía idea de qué quería él mismo. No sabía si estaba preparado para darle fin a su vida y costumbres. Y aunque no podía negar que sentía cosas por Joy que le resultaban nuevas y atractivas, tampoco sabía si la quería todos los días en su casa. Sobre todo por dicha atracción. ¿Qué tan extraño e incómodo iba a ser cenar con ella y con sus padres? Era demasiado raro, incluso para su familia.
Mientras esperaba la respuesta, no podía dejar de pensar en lo hermosa que era y en lo bueno que era que no se diera cuenta de ello. Esos labios eran la perdición de cualquier hombre bien puesto. Quizás invitarla a tomar helado no había sido la mejor idea. Mientras que su lado racional era un huracán de confusión, su lado animal estaba completamente histérico por el baile que la lengua de la muchacha realizaba alrededor del helado a medio derretir. Estaba tan cerca de ella, para colmo, que podía sentir el frío del postre y el perfume dulzón que desprendía su cabello. La tercera guerra mundial estaba sucediendo en su interior y no sabía en qué bando estaba parado, aunque desde la línea divisoria, lo mental se veía muy complicado como para enfrentarlo, mientras que lo instintivo era simple, sin cornisas ni vueltas de tuerca. Simple deseo. Dios sabía que de deseo tenía mucho y por esos días estaba concentrado en la muchacha de cabello rebelde y ojos oscuros. Se había olvidado de que le había hecho una pregunta, pero su expectación no moría. Y aunque había perdido el hilo de la conversación, seguía esperando una respuesta que ella se estaba tomando su tiempo en darle.
—Em... —comenzó, mientras él le daba el último bocado a su vasito comestible. No había disfrutado el helado, había estado demasiado absorto en ella, preguntándose a qué sabría esa boca generosa—. No lo sé, ¿no es muy pronto? —Parecía que ella tampoco estaba segura de qué estaban hablando, pues los ojos oscuros lo atravesaban con su intensidad, invitándolo a acercarse un paso más.
—Yo pensé lo mismo, pero... no lo sé, quizás no sea tan malo —contestó en automático en el momento en que Joy le daba un mordisco al vasito.
Se arrastró un poco más cerca de ella y se relamió, sintiéndose como un felino a punto de clavar los dientes en una inocente gacela, aunque ese par de ojos oscuros tenían tanto de inocente como él. Ella entreabrió los labios y comenzó a respirar más profundamente.
—Yo... no lo sé, Sebastian.
Ya no hablaban de la mudanza. Ambos sabían qué era lo que estaba sucediendo allí, no era unidireccional. Y si no se movía quería decir que no estaba en desacuerdo con lo que la mente de Sebastian dibujaba y redibujaba. Por algún motivo no se atrevía a acariciarle la cintura o a arrastrarla por la nuca. Era la primera vez que le sucedía, pero no tenía idea de cómo avanzar.
—¿Por qué no?
La vereda estaba solitaria, no había nadie más que ellos y Joy había comenzado a mirarlo con hambre sin mover un músculo.
—Quizás sea incómodo —susurró, pues la distancia era poca y el volumen innecesario.
—Quizás sea lo mejor que te puede pasar —propuso él con demasiada pasión en la voz de la debida—. Digo, a ti y a tu madre.
Ella asintió con los ojos clavados en él y se relamió un rastro de helado casi invisible en su labio inferior. Aquello le dio peso al instinto, al animal, y supo que no podía pelear con él mismo ni sus deseos. Sin miedo ni dudas, bajó la cabeza y la besó. Luego de que ella soltara lo que le quedaba del vasito y colocara la mano en su mejilla, él se atrevió a clavarle los dedos en la cintura y tirar de ella hasta que pudiera sentir esas condenadas curvas contra su cuerpo.

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Pariente Legal
Teen FictionNecesitaba besarla de nuevo y lo haría, porque no había nada que pudiera impedírselo. Ni la sangre, ni un papel. ____________ Tiene errores miles, mil cosas que cambiar, pero amo esta novela, amo a mis personajes. Los quise y quiero, sufrí, reí y me...