capítulo 35

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— ¿Qué esto, Youngmin...?—mi suegra tomó la ecografía con las manos temblorosas, la miró por unos segundos antes de cubrirse la boca, sus ojos llenándose de lágrimas.— ¿Es de verdad?—preguntó con voz quebrada, asentí dándole una pequeña sonrisa.

— Estoy embarazada, madre...—me abrazó con fuerza, las dos lloramos desconsoladamente.

— Se ven dos bolitas en la imagen porque...

— Sí.—le interrumpí separándome un poco para verla a los ojos.— Son gemelos.—sonrió grandemente.

— Sunoo nos dejó dos regalos antes de irse...—murmuró más para sí misma y acarició mi mejilla. Volvió a abrazarme y nos quedamos un rato así, simplemente haciéndonos compañía.

— Mami, ¿ya podemos irnos?—Hyungmin jaló mi blusa y me giré a verlo asintiendo.

— Ya nos vamos... Gracias por cuidar a mi niño.—la señora Kim me dio una sonrisa negando con la cabeza.

— No me agradezcas, hija.—nos acompañó a la puerta.— Cualquier cosa que necesites, sólo pídemelo, ¿si? Llámame cuando llegues a casa para saber que llegaron a salvo.

— Sí, te llamaré.—le di un último abrazo de despedida y después nos subimos al auto. Conduje hasta nuestra casa y al llegar al edificio llamé a mi suegra para avisarle que habíamos llegado.

Subimos al ascensor, Hyungmin estaba diciendo algo pero no le presté mucha atención, mi mente estaba en otro lado. Estaba emocionada por los nuevos bebés pero también estaba asustada, las cosas habían mejorado un poco con los años pero el trato hacia las madres solteras seguía siendo pésimo. Lo único que me tranquilizaba era que mi jefa fue madre soltera también, así que ella empatizaría conmigo.

Llegamos al departamento, solté la mano de Hyungmin para buscar las llaves en mi bolso. De la nada, la puerta del departamento de Jungwon se abrió, haciéndonos sobresaltar a los dos.

— Disculpen, no quería asustarlos.—dijo apoyándose en el marco de la puerta.— Mmm... Compré comida de más, qué tonto soy, ¿verdad?—soltó una risa visiblemente nervioso.— Bueno, quería preguntarles algo... ¿Comerían conmigo? En verdad es mucha comida y no quiero que se desperdicie...

— ¿Por qué no guardas en el refrigerador lo que no te vas a comer?—pregunté alzando una ceja y Jungwon se rascó la nuca.

— Bueno... No me gusta la comida recalentada.—suspiré mirando a Hyungmin.

— ¿Quieres comer con él?—mi hijo me miró y luego miró a Jungwon, se encogió de hombros y sin decir nada se metió al departamento de éste. No pude evitar notar la sonrisa y la mirada de Jungwon, se veía contento.

— ¿Vienes?—extendió su mano hacia mí y me sonrió. Asentí pero no tomé su mano, sólo pasé a su lado para entrar al lugar. Di una mirada rápida, no tenía casi nada adornando su hogar, se veía casi exacto a como tenía su habitación años atrás, muy vacío.

Hyungmin estaba en la ventana observando los cactus que Jungwon tenía ahí, si no me fallaba la memoria, eran los mismos de hace años. Era bueno saber que no los había matado todavía.

— Hyung, no vayas a tocar el cactus porque te vas...—no terminé hablar cuando mi hijo comenzó a llorar.—... A espinar.—completé la oración soltando un suspiro.— Ven para quitarte la espina.

Hyungmin se acercó hipando por el llanto y me dio su mano, tenía tres pequeñas espinas en su dedo índice. Lo abracé para que se tranquilizara un poco y dejara de llorar.

— Jungwon, ¿podrías buscar unas pinzas para depilar en mi bolso?

— Claro.—asintió y tomó mi bolso buscando rápidamente dentro de éste. Noté que se quedó quieto por unos segundos mirando algo dentro de mi bolso y luego agitó la cabeza sacando las pinzas, me las entregó y me puse a quitarle las espinas a mi hijo con mucho cuidado. 

—Listo, vayamos a lavar tu mano... ¿Puedo usar tu baño?—miré a Jungwon, después de pasarme las pinzas se había quedado extrañamente callado. Sólo me dio un asentimiento de cabeza como respuesta y señaló la puerta del baño. Cargué a Hyungmin y fui a lavar su mano para evitar que se le hiciera una infección.

— ¿Cómo estás, pequeño? ¿Ya no te duele?—Jungwon le preguntó a Hyungmin cuando salimos del baño.

— No... Ya no duele...—hizo un puchero y se acurrucó contra mí escondiendo su rostro en mi cuello.

— Eso es bueno.—se acercó picando la mejilla de Hyungmin y me miró.— La comida se está enfriando, vamos al comedor.—al escuchar eso, el ánimo del pequeño cambió por completo y se bajó de mis brazos preguntando por la comida, como si no hubiera estado llorando minutos antes.

— ¿Qué comida compraste?—le pregunté mientras nos dirigíamos al comedor.

— Curry.—respondió acercándose a la mesa donde habían varios contenedores de comida y les quitó las tapas. El olor llegó a mis fosas nasales y se me revolvió el estómago, me dio tanto asco que tuve que cubrirme la nariz.— ¿Qué pasa, Youngmin? 

— No sé, el olor hizo que se me revolviera el estómago...—hice una mueca de asco.

— Pero huele rico, mamá.—Hyungmin me miró ladeando la cabeza,

— Debe ser por tu embarazo.—Jungwon habló como si nada y abrí los ojos en grande.

— ¿Cómo...?

— Vi la ecografía en tu bolso cuando estaba buscando las pinzas.—dijo sin mirarme al mismo tiempo que servía el curry en dos platos.

— ¿Qué es un embarazo, mami?—me congelé al escuchar la pregunta de mi hijo. No estaba preparada para decirle todavía, necesitaba más tiempo para pensar en una buena manera para decirle que se convertiría en hermano mayor.

— Mmm, bueno... Un embarazo es cuando... Un bebé se desarrolla en la pancita de una mujer.—dije con nerviosismo, me daba miedo la manera en la que reaccionaría Hyungmin. Me acerqué a él y me puse de rodillas a su estatura, tomé sus manos mirándolo a los ojos.— Vas a tener dos hermanitos o dos hermanitas, mi amor...

— ¡No quiero!—gritó enojado y manoteó mis manos, haciéndome sobresaltar del susto.

— Oye, no trates así a tu madre, mocoso.—Jungwon espetó molesto. 

— ¡Tú cállate!—volvió a gritar y corrió a una de las habitaciones, encerrándose ahí.

— Hyungmin...—toqué la puerta.— Mi amor, abre, por favor...

— ¡No! ¡No quiero hermanos! Los vas a querer más que a mí y me vas a abandonar igual que papá.—me sorprendí por esas palabras y apreté los labios, negando con la cabeza a pesar de que mi hijo no podía verme.

— No, amor, eso no pasará, ¿si? Siempre te amaré y estaré a tu lado hasta que seas un viejito arrugado como el abuelo Jihyung.—hablé pegando la frente a la puerta.

— ¿Lo prometes?—preguntó en volumen bajo.

— Lo prometo, amor.—sentí que la puerta se abría lentamente y me alejé un poco, Hyungmin asomó la cabeza y cuando sus ojos se encontraron con los míos se abalanzó hacia mí, abrazándome con fuerza. Correspondí a su abrazo cargándolo y lo llené de besos.

The Night Of Passion | Jungwon YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora