capítulo 20

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— En esta foto de aquí.—la señora Kim señaló una foto en el álbum que tenía en sus piernas, era una foto en donde Sunoo tenía puestos unos lentes de adulto y yo estaba a su lado mirándolo con una gran sonrisa.— Estábamos en una fiesta de tus padres, no recuerdo muy bien qué estábamos celebrando pero tu mamá nos invitó. En un descuido mío, los dos se metieron al despacho de tu abuelo y se llevaron sus anteojos. Creo que le habían llegado unos archivos de un paciente y fue a leerlos pero no podía porque no encontraba sus anteojos.—una pequeña risa se le escapó.— Después de como una hora los encontramos dentro de la casa del perro de tus abuelos, creo que estaban jugando al doctor... Todos los adultos estábamos enojados pero al verlos así, nos dio mucha ternura y les tomamos esa foto.

Sonrió con nostalgia y me pasó el álbum para que viera las fotos que éste tenía. Comencé a hojearlo, habían demasiadas fotos de Sunoo y yo juntos... Era demasiado extraño para mí, no recordaba nada y lo poco que recordaba, según yo, lo había vivido con mi prima.

— Y... ¿Qué pasó después del accidente?—pregunté sin apartar la mirada del álbum.— Después del hospital y eso... ¿Por qué dejamos de hablarnos?—tracé la cara de Sunoo en una de las fotos y levanté la mirada hacia él.

— No lo sé... Mamá no me quiso decir.—ambos miramos a su madre esperando que respondiera.

— Tu abuela Yujeong... Se enojó muchísimo, quería demandarnos y demás. Tus padres no se lo permitieron, sabían que había sido un accidente. Lo único que pudo hacer tu abuela fue llevarte con ella y venir a gritarme que no quería que Sunoo volviera a hablarte.—parpadeé atónita. Había vivido con mi abuela durante un año y luego de eso había vivido parcialmente con mis tíos, los padres de Bada, ya que mi abuela era muy controladora.

Me pasé las manos por el rostro soltando un suspiro, la cabeza me estaba comenzando a doler. A mi mente vinieron varios recuerdos de mi abuela gritándome porque no podía recordar las cosas bien, en ese entonces tomaba clases de piano y las había dejado por ese motivo, porque no retenía lo que veía en las lecciones.

— ¿Estás bien?—Sunoo me preguntó acercándose a mí.

— Sí... Sólo me duele la cabeza pero estoy bien.—le sonreí para que no se preocupara pero no funcionó, siguió mirándome con preocupación.

— ¿Por qué no la llevas a su casa, hijo?—negué rápidamente.

— No, Yeeun...

— Mañana puedes ayudarme a cuidarla también, ¿si? Vamos a llevarte a casa.—Sunoo dijo mirándome a los ojos y tomó mis manos acariciándolas suavemente.

— Está bien...

Sunoo pidió un taxi y lo esperamos afuera de su casa. Ninguno dijo nada hasta que el taxi llegó y nos subimos. Lo miré de reojo apretando los labios y me abracé a mí misma tragando saliva.

— Lamento haberte olvidado.—rompí el silencio, sentí la mirada de Sunoo sobre mí.

— No te preocupes por eso, tal vez me olvidaste por el golpe...

— No.—lo interrumpí.— Tengo algunos recuerdos pero en vez de ser tú quien estaba conmigo, era mi prima...

— ¿Qué?

— Es como si mi mente te hubiera reemplazado en esos recuerdos... Es muy extraño.—me giré hacia él. Sunoo me sostuvo la mirada y luego se volteó hacia la ventana.

— Bueno, por algo debió ser... Tal vez el hecho de ver mi cara mientras te desmayabas te traumatizó y por eso me olvidaste...—se notaba triste al decir eso. Tomé su mano y él me miró.

— No creo que haya sido eso... Puede que simplemente te haya olvidado porque normalmente los recuerdos acontecidos antes de los seis o siete años van atenuándose con el paso del tiempo hasta que desaparecen...

— ¿Y por qué yo sí te recuerdo?—una pequeña sonrisa burlona apareció en sus labios.

— Porque tienes fotos, los recuerdos que tienes vienen de esas fotos...

— ¿Siempre eres así?—me interrumpió.

— ¿Así cómo?

— Tratas de hacer sentir mejor a las personas con datos que leíste en un libro.—puso los ojos en blanco.

— Bueno, si quieres te digo que eres el peor ser que he conocido y que te odio.—soltó una risa empujándome suavemente.

— No me gustaría que me dijeras eso.

Nos sonreímos y justo en ese momento el taxista nos sacó de nuestra burbuja, hasta se me había olvidado que estábamos en un taxi. Miré por la ventana la entrada de mi edificio y suspiré.

— ¿Te gustaría subir un rato?—le pregunté.

— ¿Segura?

— Claro, ven, quiero seguir hablando contigo.—sonreí bajando del taxi. Iba a sacar dinero para pagarle al taxista pero Sunoo se me adelantó.— Oye, yo iba a pagar.

— Bueno, para recompensarme me puedes invitar a cenar.—salió del taxi y rodé los ojos.

— Está bien, vamos.

Entramos al edificio platicando de varios temas aleatorios, para mi sorpresa teníamos muchas cosas en común y eso nos hizo sentirnos cómodos junto al otro. Algo que también me sorprendió fue que ambos amábamos el chocomenta, la gente que conocía siempre decía que le daba asco ya que les sabía como si comieran chocolate después de lavarse los dientes. Incultos.

— ¿Y qué te gustaría cenar?—salimos del ascensor.

— No sé... ¿Qué tal tteokbokki...?

— ¿Youngmin?—Jungwon estaba parado frente a mi puerta con un ramo de tulipanes, mis flores favoritas. Lo miré desconcertada, ¿qué hacía afuera de mi casa? Llevó su mirada a Sunoo y frunció el ceño.— Venía a verte pero veo que estás ocupada... Con permiso.—pasó junto a Sunoo, golpeándolo con su hombro intencionalmente 

— Jungwon.—lo llamé enojada pero me ignoró, tiró la flores al bote de basura que estaba junto al ascensor y se subió a éste.— ¿Estás bien? ¿Te golpeó fuerte?

— No, sólo fue un pequeño empujón...—murmuró sobándose el hombro al mismo tiempo que fulminaba con la mirada a Jungwon.— ¿Es tu novio?

— Es mi ex.—al decir esas palabras me di cuenta de que no había pensado casi nada en Jungwon desde que había conocido a Sunoo.

Bueno, desde que nos habíamos vuelto a encontrar.

The Night Of Passion | Jungwon YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora