capítulo 19

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— Mira, unnie, ¿te gustan?—Yeeun me mostró las uñas que le había pintado a Sunoo.

— Se ven muy bonitas.—le sonreí.

— Pintáselas a ella también.—dijo Sunoo con una sonrisa maliciosa, reí ligeramente, no me molestaría si Yeeun me pintara las uñas disparejas y fuera de la uña, al contrario, yo muy contenta me las dejaría hasta que el esmalte se cayera por si solo. 

— ¿Qué color quieres?—mi hermana levantó dos envases de barniz de uñas, uno de color rojo brillante y el otro de un verde neón.

— El que tú quieras.

— ¡Ambos!—dijo con emoción tomando mis manos, solté una risa mirándola con ternura.

— Mientras están en eso iré por algo para comer... ¿Todavía te gusta la sandía?—Sunoo me preguntó poniéndose de pie, quise reír al ver su cabello lleno de pasadores de colores con flores.

— Sí, todavía me gusta.—asintió saliendo de la habitación... Espera, ¿dijo todavía? ¿Por qué lo preguntó como si fuéramos viejos amigos que se volvieron a encontrar?

Me encogí de hombros restándole importancia, tal vez se había equivocado o había pensado que yo era otra persona. Me acomodé mirando a Yeeun pintarme las uñas, para tener cuatro años pintaba las uñas mejor de lo que yo lo hacía.

— Unnie, ¿Sunoo oppa y tú son novios?—la repentina pregunta de Yeeun me descolocó.

— ¿Qué?

— Se ven como mis papis. —negué soltando una risa, ¿Sunoo y yo? ¿Novios?

— Ay no, princesa, nosotros sólo somos... Compañeros de universidad.—levantó la vista hacia mí y negó.

— Sunoo oppa te mira como mi papi mira a mi mami.—dijo continuando con lo que hacía. Me quedé sin palabras, ¿Sunoo me miraba así? No, Yeeun estaba mal, seguramente se estaba imaginando cosas, así son los niños pequeños. Salí de mis pensamientos al escuchar un grito por parte de Yeeun y la miré exaltada.— ¡Unnie, se cayó!—hizo un puchero, se le había caído uno de los esmaltes y éste se derramó en el piso.

— No lo toques, ¿si? Iré por algo para limpiarlo.—asintió con los ojos llenos de lágrimas, se había derramado su esmalte favorito.

Me levanté rápidamente para ir a la cocina y pedirle algunas servilletas a la señora Kim. Antes de llegar escuché que mencionaban mi nombre y con curiosidad dejé de caminar poniéndome justo al lado de la puerta para escuchar de lo que estaban hablando.

— ¿Por qué no me dijiste que te habías encontrado con Youngmin?—esa era la señora Kim.

— La vi ayer, no se me ocurrió llamarte para avisarte.—escuché que Sunoo suspiraba.— Estaba tan nervioso cuando iba camino a su departamento, mamá, aunque la verdad me llevé una decepción al verla con la cara hinchada y el pelo desordenado.—la señora soltó una carcajada. Fruncí el ceño.

— Mentiroso, esa niña siempre te pareció la niña más bonita de todas, aunque estuviera llena de mocos y de comida o de lo que fuera.—Sunoo volvió a suspirar.

— Tienes razón... Para mí siempre será la mujer más hermosa. ¿Viste que se puso aún más bonita? Creí que eso sería imposible.—tragué saliva sintiendo que mi corazón se aceleraba, ¿qué demonios estaba pasando?— Pero hay algo que me entristece mucho...

— No te recuerda, ¿verdad?

— No... ¿Se olvidó de mí porque me odia o será por el golpe que no me recuerda?—¿ahora de qué están hablando? La curiosidad me ganó y entré a la cocina, ambos me miraron con sorpresa.

— ¿De qué están hablando? ¿Por qué hablan como si me conocieran?



(...)



— Por fin se durmió.—acaricié el cabello de Yeeun mirándola dormir. Me giré hacia Sunoo.— ¿Ya me vas a contar? ¿Ya nos conocíamos?—suspiró sin mirarme.

— Hablemos afuera, dejemos que Yeeun descanse.—asentí, salimos de la habitación y me llevó al patio trasero de su casa.

Ladeé la cabeza, el lugar se me hacía muy conocido... Abrí los ojos en grande cuando un recuerdo vino a mi mente, estaba en ese patio jugando con... ¿Bada? Eso no tenía sentido.

— Sentémonos.—señaló una banca de madera. Ambos nos sentamos en silencio mirando el pasto.— Youngmin... ¿No reconoces este lugar?

— Siento que he estado aquí antes pero no lo recuerdo bien...

— Jugábamos aquí todos los días...—habló mirando hacia el cielo.— Tus abuelos te traían por la tarde y mi madre nos sacaba al patio porque siempre hacíamos un desastre adentro, una vez tomamos su lápiz labial y dibujamos en la pared con él.—soltó una risa. Recordaba eso pero... En mi recuerdo era Bada la que estaba conmigo y no recordaba a la señora Kim.— Mi madre me contó que nos conocimos cuando teníamos tres y dos años, la señora Jiyoung te trajo para que mi madre te cuidara y a partir de ahí venías seguido.

— No recuerdo eso...—me miró de reojo apretando los labios.— ¿Por qué no lo recuerdo?—tragó saliva jugando con sus manos.

— Un día... Estábamos jugando aquí como siempre y escuchamos que un auto se estacionaba frente a tu casa. Nos asomamos y vimos a tu padre salir del auto con una mujer, se dieron un beso.—fruncí el ceño, de eso no tenía ningún recuerdo.— Te pusiste histérica, querías salir corriendo para gritarle a tu padre, yo te sujeté para que no hicieras eso y comenzamos a pelear, nos jalamos del cabello y demás, y...—dejó de hablar para respirar profundo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.— Te empujé, no medí mi fuerza... Te caíste hacia atrás y te golpeaste en la cabeza con una piedra que estaba en el suelo. Comenzaste a sangrar mucho y perdiste el conocimiento, yo te gritaba agitándote para que despertaras... Creí que habías...—comenzó a llorar descontroladamente. Lo abracé con fuerza, los ojos se me cristalizaron, no recordaba nada de lo que estaba contando pero verlo llorar de esa manera... Rompió mi corazón.

The Night Of Passion | Jungwon YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora