La chica fantasma-10

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No me pudo responder, la profesora Sprout nos interrumpió al seguir hablando.

—Las mandrágoras que tenemos aquí son jóvenes y sus gritos aún no mataran a nadie. Pero pueden dejarnos inconscientes durante varias horas, para eso son las orejeras. —Nos informó. —Pónganselas. Rápido.

Todos la obedecimos inmediatamente.

—Prestad atención. Agarran fuerte la mandrágora y la sacan de la maceta. —Mientras lo decía lo hacía y al tirar de la planta para afuera una especie de raíz con forma de bebé (muy feo) salió gritando, casi como un llanto. El grito se podía sentir a través de las orejeras, por lo que todos corrimos para taparnos aún más las orejas. —La colocan en la maceta y esparcen un poco de tierra para que no pierda el calor.

La mandrágora pareció calmarse al sentir el contacto de la tierra. Me quedé observando cómo iba reaccionando la mandrágora hasta que oí un golpe con el suelo. Neville se había desmayado.

—Parece que Longbottom no se colocó las orejeras. —Dijo la profesora Sprout negando con la cabeza observando el lugar vacío del chico que estaba en el suelo.

A Draco pareció divertirle la escena. Yo solo trataba de ver si podía ver a Neville en el suelo, para saber su estado. Apenas vi nada.

—No, solo se desmayó. —Le informó Finnigan, que estaba al lado de Neville.

—Si, bueno, déjenlo ahí. —Dijo la profesora Sprout restándole importancia.—Sigamos. Hay macetas para todos. Agarren su mandrágora y tiren de ella.

Todos le hicimos caso una vez más. En un segundo el invernadero se llenó de mandrágoras gritando.

Todos estábamos sufriendo por tener una mandrágora gritando en nuestra mano, pero se ve que a Draco todo le parecía divertido, porque pensó que sería buena idea meterle un dedo en la boca. Cuando lo hizo su mandrágora le mordió el dedo. Suerte que llevaba guantes. Luego metió con despreció a su mandrágora en la maceta.

—No tienes que ser tan bruto. —Le dije haciendo lo mismo pero no tan bruscamente.

—Este bicho me ha mordido. —Se quejó.

—Porque le has metido el dedo en la boca, ¿qué esperabas? ¿Un beso?

—No de ella. —Me confesó. Me puse roja al recordar aquel día en la enfermería cuando me contó que él era el anónimo que me había mandado los regalos y aquella despedida en el tren antes de volver a nuestras casas.

—¿Por qué son tan desagradables estas cosas? —Se quejó Tracey. Me giré para verla. Miraba con asco a la mandrágora que aún estaba en su mano.

—Pero colócala en la maceta, si no, seguirá gritando. —Ella hizo lo que le dije corriendo para quitarse a la mandrágora de la mano enseguida.

Estaba en los baños del segundo piso, sabía que allí nunca iba nadie, no sabía el por qué, pero si no iba nadie estaría vacío, y necesitaba ir con urgencia

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Estaba en los baños del segundo piso, sabía que allí nunca iba nadie, no sabía el por qué, pero si no iba nadie estaría vacío, y necesitaba ir con urgencia.

Solo tú y yo (Draco Malfoy) [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora