Hora de crecer-45

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A la mañana siguiente me desperté sintiéndome muy extraña, aunque no sabía por qué.

Salí de la cama y fui a lavarme los dientes al baño, como cada mañana. Entonces sentí que Tracey se asomaba por la puerta.

—¿Estás bien? —La miré confundida. ¿Tan mal se me veía que Tracey me había notado rara?

—Sí, me he levantado algo rara hoy, pero estoy bien, ¿por qué?

—Solo quería saber que estabas bien y que no te faltase nada.

—Ahora soy yo la que cree que a ti te pasa algo. —Le dije cruzándome de brazos después de secarme las manos.

—Jane, entiendo que te de vergüenza, pero si quieres disimular te recomiendo que te cambies de ropa. —Ahí me confundí del todo. Bajé la vista para saber de qué hablaba mi amiga y sentía como me ponía roja de la vergüenza al ver la parte de la entre pierna de mi pantalón teñida un rojo granate. Me asusté mucho.

Agarré a Tracey corriendo del brazo y tiré de ella al interior del baño para luego cerrar la puerta corriendo.

—¿Qué hago? —Le pregunté desesperada.

—Te recomiendo cambiar las sábanas de tu cama si no quieres que Daphne se dé cuenta. —La miré aún más alarmada de lo que ya estaba.

—¿Daphne está en la habitación? —Le pregunté con las manos temblando.

—Su cama está vacía y dado que las que estamos en el baño somos tú y yo, yo diría que no.

Salí del baño tan rápido como había metido a Tracey para comprobar el estado de mis sábanas. Había una mancha más pequeña pero del mismo color que la de mis pantalones. Eso hizo que me preocupase aún más.

—Tracey, ¿voy a morirme? —Mi pregunta era lo más seria posible, pero nada más escucharme Tracey estalló en risas, lo que hizo que unas lágrimas de vergüenza y miedo se formasen en mis ojos. Cuando Tracey vio que yo iba en serio y que lo estaba pasando mal dejó de reírse.

—Claro que no, ¿cómo vas a morirte por eso?

—¡Estoy sangrando! —Le recordé por si se le había pasado ese pequeño gran detalle.

—Jane, eso es normal significa que estás creciendo, es algo bueno.

—¿¡Cómo puede ser algo bueno el que me esté desangrando!?

—Jane, solo te ha bajado la regla. —Fruncí el ceño.

—¿La qué? —No entendía qué tenía que ver una regla con el hecho de que mi entrepierna chorrease sangre.

—¡Jane, la regla, la menstruación, el periodo...! ¿Te suena más Andrés? —Tracey parecía sorprendida de que no supiese de qué hablaba.

—¿Quién es Andrés? —Tracey parecía desesperarse.

—¿No te ha hablado nadie nunca de lo que les pasa a las mujeres una vez al mes? Mi madre me habló de ello antes de mi primer año en Hogwarts por si me pasaba estar tranquila.

—Yo no tengo madre, la única figura materna que tengo es mi tía y ella nunca habla conmigo de nada. —Ahí Tracey  pareció entenderme, me sonrió con comprensión y se calmó.

—Cámbiate de ropa, yo me encargo de las sábanas. —Entonces fue a sus baúl, buscó entre sus cosas y sacó un frasco. —Tómate un sorbo cada seis horas. —Me indicó.

—¿Qué es? —Le pregunté agarrando el frasco.

Remedium Mensis. —Me respondió. —Así no tendrás tantos cólicos y no mancharás tu ropa. —La miré confundida y ella puso los ojos en blanco aunque seguía sonriendo. —Cámbiate, nos espera una larga charla de mujeres. 

No la entendía, pero hice lo que me dijo.

Entré al baño con ropa limpia y cómoda. Me di una ducha caliente y un cuarto de hora más tarde salí del baño. Tracey estaba terminando de colocar unas sábanas limpias en mi cama.

—¿Lista para una charla larga e incómoda? —Me preguntó bromeando.

—¿Incómoda? —Repetí algo asustada.

—Tranquila, solo bromeaba, no tiene que ser incómodo, solo si lo haces incómodo. —Me sonrió para tratar de tranquilizarme.

Estuvimos toda la mañana hablando sobre la pubertad, la menstruación y que aunque estuviese echando sangre por mi zona íntima no suponía un peligro mortal para mí

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Estuvimos toda la mañana hablando sobre la pubertad, la menstruación y que aunque estuviese echando sangre por mi zona íntima no suponía un peligro mortal para mí.

—Sigo sin entender como nadie te ha podido hablar de este tema. —Me dijo Tracey aún sorprendida.

—Mi tía jamás me hubiese hablado de esto, y no conozco a nadie más que me pudiese hablar del tema.

—Pensaba que los muggles también iban al colegio.

—Y van al colegio, pero cuando eres tan pequeño no te hablan de este tema, tampoco tenía ninguna otra amiga que me hablase de esto, mi primo Dudley se encargaba de que Harry y yo no tuviésemos amigos de ningún tipo.

—Conclusión: soy la mejor amiga que has tenido. —Bromeó. Ella no sabía cuanta razón tenía. Le sonreí agradecida, por todo.

Seguimos charlando un rato hasta que Gemma Farley, nuestra prefecta, apareció tras el marco de nuestra puerta.

—Todos los Slytherin a la sala común. —Nos dijo con tono monótono. Miré a Tracey intrigada y ambas fuimos a ver qué pasaba.

La sala estaba repleta de estudiantes de nuestra casa con Snape en medio.

—Ya están todos. —Le informó Farley a Snape. Él nos miró a todos con su típica cara de desprecio.

—Dado a los últimos ataques las reglas se han... endurecido. Todos los alumnos deberán estar en sus respectivas salas comunes a las seis de la tarde. No se podrán abandonar los dormitorios a partir de esa hora. Se deberá ir acompañado para ir a los servicios. Todos los entrenamientos y partidos de quidditch se pospondrán hasta que sea seguro volver al trascurso normal de las normas. —Esa última seguro que le sería como una patada en el estómago a Oliver.

Escuché quejas por partes de algunos, el resto murmuraba.

—Los ataques son a los sangre sucia, ¿qué pintamos nosotros allí? —Escuché a un chico preguntarle a Snape lo suficientemente alto para que todos nos enterásemos. —Lo más parecido que puede haber aquí son mestizos, y no es que haya muchos.

—Yo no hago las normas, Nott. Cualquier queja, por favor, no me la hagan saber. —Dijo mirando con desprecio a algunos para luego marcharse.

—Suerte que solo me queda este año, Hogwarts cada vez parece más una cárcel. —Escuché como otro chico se quejaba a mis espaldas con sus amigos.

Mi mirada se cruzó con la de Tracey para ver su reacción. Ella no parecía muy molesta. Por mi parte, lo único que me molestaba era que se pospusiesen los entrenamientos, el quidditch me era liberador, ahora había perdido esa fuente para desahogarme.

Sonreí con picardía cuando una idea se formó en mi cabeza.

—¿Por qué sonríes? —Me preguntó Tracey frunciendo el ceño.

—Tengo una idea. —Le informé acentuando mi sonrisa. —Reúne a Daphne y Astoria, y llévalas a la clase de pociones.

—Hoy no tenemos clase. —Me recordó.

—Es para ir avanzando. —Mentí, ella sabía que lo hacía pero no siguió preguntando.

Pensaba encontrar al culpable de una forma u otra.

Solo tú y yo (Draco Malfoy) [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora