A la luz de las estrellas-33

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Sabía a donde me llevaba Draco al ver por los pasillos por los que tiraba de mí.

Subíamos por las escaleras de la torre de Astronomía, tenía que subir los escalones de dos en dos para poder seguirle el paso sin perder la mano.

—Draco, esto está prohibido.

—Es Navidad, no hay nadie y lo peor que nos puede pasar es que nos castiguen, y si me castigan contigo no estoy muy seguro de que sea un castigo.

No pude evitar sonrojarme, ¿por qué no podía ser así siempre?

Cuando llegamos a lo más alto de la torre Draco me soltó la mano para inspeccionar de día. De noche debería de haber una vista maravillosa, pero aún era muy temprano para ver alguna estrella.

—¿Qué hacemos aquí? —Le pregunté arqueando una ceja.

—Te dije que no te había comprado nada —asentí aunque no me miraba —, pero eso no quiere decir que no te hubiese preparado nada.

—¿Me has preparado algo? —Literalmente acababa de decírmelo y aún así lo pregunté.

"Ya sé por qué no estoy en Ravenclaw", me dije a mí misma.

—Te va a encantar. —Dijo con ilusión, luego dejó salir a sus nervios. —Espero que te guste.

Ya estaba ansiosa por saber qué era lo que había preparado.

—Vale, está todo listo —dio grandes pasos hacia mí, se paró tan cerca de mí que podía sentir su respiración —, pero necesito que cierres los ojos. —Los cerré sin pensarlo.

Escuché pasos y como hablaba, pero no entendía nada, a veces lo notaba cerca y otras veces más alejado, pero seguía con los ojos cerrados hasta que me dijese que podía abrirlos.

—Abre los ojos.

Al abrir los ojos uno de los escenarios más bellos que jamás veré en mi vida se me mostró. Toda la habitación estaba a oscuras iluminada por miles de estrellas.

Una sonrisa de asombro se me formó en la cara. A pesar de estar en una escuela de magia, ese era el momento más mágico que había vivido allí.

—Draco, esto es... Es hermoso. —Le busqué entre las pequeñas luces brillantes, cuando lo encontré una enorme sonrisa estaba dibujada en su cara, no era una de las sonrisas prepotentes a las que estaba acostumbrada, era una sonrisa de alegría sincera, y era la sonrisa más bonita que había visto, porque era la suya. —¿Este es mi regalo?

—¿Te gusta?

—Me encanta.

Draco se volvió a acercar a mí, otra vez tan cerca como para poder notar su respiración. Apenas me sacaba un centímetro, por lo que nuestras miradas chocaban, y su mirada con el reflejo de aquellas estrellas era de las cosas más bonitas que jamás habría visto.

—¿Por qué estrellas? —Le pregunté después de un largo silencio admirando su mirada.

—Te he bajado las estrellas para que les enseñes de una vez a brillar.

Me quedé sin aliento. Me estaba haciendo sentir cosas que no debería sentir. Me estaba haciendo perder la cabeza. Me perdí en su mirada mientras sus palabras resonaban una y otra vez en mi cabeza, y cada vez me sonaba mejor

Cuando conseguí reaccionar le agarré las manos, sonreí, le miré a los ojos y le dije:

—Si brillo es porque tu me haces brillar.

Había provocado en él el mismo efecto que el acaba de provocar en mí. Después de un rato de perderse entre sus pensamientos reaccionó, algo nervioso, podía ver el rojo en sus mejillas aunque la luz de las estrellas no fuesen tan brillantes.

—¿Quieres que ponga música? Me he traído una radio. —Le temblaba la voz. Sonreí con dulzura y cuando se alejó de mí para encender la radio mis manos se sintieron tan frías que me hicieron arrepentirme de mi decisión de inmediato. Pero por suerte para mí Draco apenas tardó en sintonizar alguna cadena.

Cuando las manos de Draco encontraron la mía aquella calidez que sentía regresó. Empezó a sonar "Heaven", la había escuchado alguna vez por la radio antes de que mi tío cambiase de cadena y pusiese algo sobre de política. Aunque no era de mis canciones favoritas en ese momento me pareció perfecta, me pareció elegida exclusivamente para nosotros.

Draco y yo casi por instinto empezamos a bailar aquella canción. Rodeé su cuello con mis manos, él rodeó mi cintura con las suyas y empezamos a movernos al compás de la canción, sintiendo cada nota, cada silencio.

Si pudiese elegir un momento para frenar el tiempo y quedarme así para siempre hubiese elegido ese una y mil veces.

La canción acabó y nuestros cuerpos se detuvieron. La radio seguía sonando, pero nos habíamos alejado tanto que se escuchaba como un murmullo lejano. Ahora solo estabamos él y yo, con nuestras respiraciones como música. Nos quedamos mirándonos a los ojos sin decir nada. Cerré los ojos esperando a que ocurriese aquello que llevaba deseando desde que abrí los ojos, pero entonces Draco habló.

—¿Te gusta Wood? —No esperaba escuchar aquello, y menos en aquel momento, en nuestro momento. Abrí los ojos para mirarle.

—¿Qué?

—Que si te gusta Wood. —Me repitió.

—¿A qué viene eso?

—Necesito saberlo.

Pensé la respuesta. ¿Realmente me gustaba Oliver?

—No. —Respondí cuando me aclaré conmigo misma. —Al principio creo que si, pero ya... ya no.

—¿Al principio? —Repitió alzando una ceja.

—Cuando lo conocí. Es guapo y me quedé impresionada, pero... no sé, las cosas cambian, creo que solo lo quiero como un amigo.

Draco no dijo nada, se quedó mirándome sin decirme nada.

—Draco es en serio, no tengo una razón para mentirte, si me gustase te lo diría, pero... —No pude terminar la frase, sus labios me interrumpieron antes.

Fue un beso suave, pero con deseo.

Cuando nuestros labios se separaron volví a sentir frío por su ausencia.

—Será mejor que nos vayamos, tienes razón, está prohibido estar aquí. Vete tú primero, tengo que colocar todo de nuevo. —Me dijo sin apartarse de mí.

—No. —Frunció el ceño. —Quiero recordar este momento. —Draco sonrió.

—Espérate aquí un momento. —Me pidió saliendo de la habitación.

Mientras lo esperaba me fijé en las estrellas que el había colocado ahí. Reconocí algunas constelaciones, pero no me fijé mucho en ellas, seguía fascinada al ver la escena tan especial que Draco había creado para mí, pero luego recordé el plan de esta noche, aunque ya no me hacía falta la Poción Multijugos, ni nada en verdad, era imposible que alguien capaz de crear algo así también vaya petrificando a la gente. Confiaba en él.

Minutos más tarde Draco regresó con una cámara instantánea en una de sus manos.

—Esta es una de las cámaras instantáneas mágicas más recientes que existen. Trae su propio bote con la poción para animar las fotos cuando se revelen. —No lo decía por presumir, como otras veces, esa vez hablaba con ilusión, y eso me robó una sonrisa.

Draco hizo levitar la cámara con el temporizador encendido.

—Di patata. —Le dije sonriendo a la cámara.

Antes de que se hiciese la foto Draco me robó un último beso y entonces la cámara nos hizo la foto. Cuando se alejó de mí lo miré muy sorprendida.

—¿No querías recordar este momento? —Me preguntó sonriendo. —¿Qué mejor forma que con una foto así? Cuando se revele haré una copia y te daré una de las fotos. ¿Alguna petición más, señorita Potter? —Era imposible que él fuese el heredero de Slytherin, veía más allá de su fachada de Malfoy presumido, y no había nada malo allí, solo un chico más.

—No, eso es todo. —Le dije sonriendo antes de salir.

Solo tú y yo (Draco Malfoy) [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora