Nacido maldito con la asquerosa apariencia de un orco de bajo nivel, acaso los dioses lo abandonaron.
Pero no son momentos de lamentos, es tiempo de consumir, evolucionar y con sus manos llenas de sangre cambiar el brutal destino que se le fue sente...
Lejos del mundo donde yace el terrible Emperado Tarl Gastrell, tan lejos que ni siquiera las temibles garras de la Diosa de la Reencarnación Giz pueden tocar, se encuentra un planeta lleno de conflictos, uno apocalíptico.
Un enorme "Recolector Goliat" caminaba entre las ruinas de una vieja iglesia, el sabia que sus exquisitas presas les fascina reunirse en aquellos lugares.
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*Recolector Goliat, aun sin ojos estas enormes criaturas pueden escuchar hasta el más mínimo suspiro, adora reunir personas dentro de sus jaulas para después llevarlas a su temible hogar.
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*Ruinas de Iglesia.
Dentro de este antiguo edificio se encontraban una familia conformada por los 2 padres y 3 hijos pequeños, el sudor recorría el rostro de cada uno de ellos, con lágrimas en los ojos los pequeños eran apretujados por su madre quien tapaba la boca de su hija menor.
A pesar de su enorme tamaño la titánica criatura se podía mover muy silenciosamente, en ocasiones producía un sonido específico para atraer a las personas.
Recolector Goliat: - Mamá ayuda-.
Con una voz delicada y en llanto pronunciaba algunas palabras, era un buen señuelo para hacer que al menos una persona se acercara a aquel lugar, pues cualquier movimiento sería detectado por él y rápidamente lo atraparía.
La voz de aquella extraña criatura se escuchaba más lejana del lugar, la madre suspiró aliviada por tener un día más de vida, sin embargo este también era una táctica de la criatura, él disminuía su propia voz para aparentar que se encontraba a una distancia lejana.
Inmediatamente con el suspiro de la madre localizó el lugar donde se ocultaban la familia, su enorme brazo no tardó en sujetar a uno de los niños.
Los gritos de la familia y llanto desgarrador de los pequeños se lograba escuchar por todo el lugar, esto podría atraer a cualquier clase de criatura, pues claramente un Recolector Goliat no era la peor cosa con la que te pudieras topar.
La risa del Recolectar era aterradora, el padre golpeaba el brazo que lo sostenía, mientras que la madre mordía y rasguñaba al monstruo con desesperación dejando sus uñas en la piel de su abusador, sin embargo nada funcionaba.
