Parte 11.8. Bendición de Dios.

790 119 37
                                    

El Rey Celestial Mirlatos era una un ser de temible presencia y ser, con cada intestino que se reventaba conseguía obtener más libertad, segundo tras segundo se volvía mucho más complicado seguirle el paso.

El Emperador Orco se encontraba en una dura situación pues podría utilizar nuevamente su habilidad "Encadenamiento de Entrañas" siempre que tenga sacrificios, sin embargo tardaría tiempo en sacrificar los necesarios para mantenerlo a raya, esos segundos serían usados por Mirlatos para usar destructivas habilidades de área.

Tarl ni siquiera tenía la oportunidad de mirar a su alrededor, pues si dejaba de enfocarse en la lucha el Rey Celestial aprovecharía, pensó en sacrificar a los 3 compañeros (Bomper, Fausto y Gaal) pero sería insuficientes, además por el momento son un poco más útiles vivos.

Tarl: - Necesito sacrificios para seguir reteniendo a este "Puro Hueso", pero para eso necesito que por unos segundo lo mantengan ocupado -.

Ganar unos segundos contra esta bestia era simplemente imposible, ya que golpeándolo entre 4 al mismo tiempo apenas y era suficiente para cancelar sus habilidades, además que nadie se encontraba en sus mejores condiciones en este momento.

Bomper: - Yo ganaré el suficiente tiempo-.

Hablo al mismo tiempo que escupía sangre, de su hocico escurría constantemente hilos carmesí, sus puños se encontraban despellejados pues había perdido su arma "Ciénega Encantada" en medio del combate, su respiración era muy agitada, al parecer su cuerpo no soportaría igualar o superar a un Rey Celestial, además que era él único que no estaba recibiendo ningún tipo de sanación.

La Elfa asistió rápidamente para que el Hombre Cabra se sacrificara, el Emperador tenía un rostro serio, era probable que fuera la última vez que se verían.

Tarl: - Entonces te lo encargo "Grandioso" -.

Junto a estas palabras Bomper recordó gran parte de su vida, creía que vería con orgullo todo sus heroicos actos, el gran camino por el que había transitado, sin embargo lo que observó fue soledad, un infinito vacío lo rodeaba.

Bomper: - Qué... frío-.

Solo al final de sus recuerdos logró sentir un poco de calor, a la vez que ayudó a la pequeña chica Cabra de todos los machos enloquecidos, quien pensaría que ayudar a una persona en apuros sería tan satisfactorio.

En ese momento gritó ferozmente, pues ese no sería su fin el final del Grandioso aún se encontraba distante, usando todas sus fuerzas una de sus mejores combinaciones de golpes que tenía su estilo de lucha.

Primero dio un poderoso puñetazo con su mano derecha , la cabeza del Rey Celestial se torció drásticamente, para recibir justo después un rodillazo justo en el rostro, dejando su esquelética cara en dirección al cielo para notar como un enorme codo se incrustaba nuevamente horrenda cara.

Este era un temible espectáculo en el cual la cabeza del Rey Celestial era el saco de práctica de un maestro de muay thai, cada golpe que daba provocaba que el cráneo de su contrincante vibrara fuertemente.

Cualquiera que recibiera estos ataques de esa manera sin duda terminaría con la cabeza hecha puré, sin embargo Mirlatos no era un ser común.

Por otra parte, la sangre que vomitaba Bomper constantemente fue para él su propia perdición, pues en uno de sus movimientos resbaló ligeramente al pisar uno de estos charcos, dejándolo en el suelo completamente exhausto.

El Rey Celestial no perdió su oportunidad creando una enorme bola de fuego en su palma con la cual planeaba incinerar a todos a su alrededor, esto incluyendo a los intestinos que tanto dolor de cabeza le provocaron.

Reencarne en un Orco (Re)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora