Parte 7.3. Iracundo.

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Nuestro protagonista desde la distancia observaba aquellos extraños rituales, al mismo tiempo que intentaba encontrar el lugar exacto de la Runa.

A pesar que eran una tribu de humanos, a Tarl no le gustaba mucho la idea de encontrar en conflicto él solo contra la tribu.

Tarl: - Debí traer al menos 2 goblins martilladores-.

Se lamentó en voz baja.

En ese instante una notificación llegó hasta su mente, venía en una carta blanca con letras escritas en oro.

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Un valeroso y simpático héroe ha conseguido el título "Hurto Mágico" y tu como desagradable criatura obtienes mierda.

"Maldición Heroica" te regala la maldición "Obsequio Maléfico"

Obsequio Maléfico: Regalas temporalmente uno de tus maldiciones a un enemigo o aliado, para maleficio de ellos. No puedes compartir las maldiciones bloqueadas por las Runas.

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Espera ¡¿Qué?!

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*Nota: La idea del título fue aportada por el usuario Rescanor.


El Alto Orco se quedó sorprendido por la maldición, en realidad era útil, claro que no sabía que los héroes estaban obteniendo habilidades viles junto a títulos malvados.

Estos títulos oscuros y dañinos, se volvían benéficos para nuestro protagonista.

Tarl: -Esto es estupendo-.

Sonrió mientras su anillo le seguía exigiendo que caminara, el hilo azul entraba a una de las cabañas de los humanos.

Seguramente alguna de las personas encontró esta runa y la guardó dentro de algún mueble.

Las dos maldiciones que mantiene bloqueadas actualmente eran "Bengala" y "Aura de Degradación", con esto no atraerá la atención de los humanos ni de los no-muertos.

El emperador observó cómo arrojaban por una de las laderas de la montaña la piel desollada de los sacrificios, sin duda de ese lugar provenían esos aberrantes seres.

Con cuidado caminaba entre los árboles y arbustos, alejado lo más posible de la aldea, pero no tan lejos como para perder de vista a los habitantes.

Debía estar seguro que nadie estuviera cerca de la edificación rupestre para no generar un escándalo.

Los humanos terminaron ya estaban entrando en sus hogares, llegó en buen momento pues habían finalizado sus rituales, además que las tinieblas de la noche se asomaban por el horizonte.

Camino con cautela, por suerte dentro de la aldea no había hojas secas y la tierra en contacto con sus pies no generaba ruido.

La casa era pequeña para Tarl, por lo que tuvo que hacer algunas maniobras para que al menos entrara la mitad de su cuerpo para tomar la Runa.

Solo había una habitación y no tenía muchas cosas dentro de ella, pero estaba muy bien sellada ya que ningún tipo de luz entraba dentro de la estancia.

Reencarne en un Orco (Re)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora